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El Telégrafo
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Jóvenes tenistas aprenden del suizo

El número tres del ranking ATP junto a uno de los afortunados que pudieron jugar un momento con el suizo.
El número tres del ranking ATP junto a uno de los afortunados que pudieron jugar un momento con el suizo.
Foto: Eduardo Navas / Medios Públicos
25 de noviembre de 2019 - 00:00 - Gerencia Editorial - Medios Públicos del Ecuador

Diego ata los cordones de sus zapatos sobre la arcilla de la cancha cubierta del Quito Tenis y Golf Club (QTGC). Es el momento previo a su turno, en una fila de aficionados al tenis que van a jugar frente a quien ostenta el número tres en este deporte, Roger Federer.

Los más de mil espectadores se han apostado en cuatro tribunas que llevan los nombres de los torneos en que se han forjado sus ídolos: Wimbledon, Australian Open, US Open y Roland Garros.

Por los altavoces, el presentador reitera que en la clínica del suizo, junto con el alemán Alexander Zverev, “el que falle, saldrá”. Es un momento que les ha quitado el sueño a los 76 jugadores de la Escuela QTGC, cinco de quienes integraron el grupo de 48 que entraron por sorteo a la primera cancha local que pisó el ganador de 20 títulos Grand Slam.

El saque de Federer pilla desprevenido a Diego, y la pelota pasa por encima de su raqueta. El niño de 11 años se decepciona, alza los brazos con dirección a la platea llamada US Open y deja la cancha, resignado. El ímpetu de los jugadores será sostenido, pues se trata del “mejor del mundo”, dirá el entrenador Juan Dávalos, uno de los 200 profesores que enseñan tenis en Quito.

Los jugadores habían llegado en la madrugada y se mostraron agradecidos ante la ovación de su público, antes de jugar un partido en el coliseo General Rumiñahui. En El Condado, durante los dobles -tan aplaudidos como cuando Zverev estuvo solo frente a su rival-, Federer hizo señales con su raqueta para que la gente aplaudiera, marcando el ritmo de cada jugada.

Fue entonces que Andrés Acosta, un aficionado de 20 años, recordó al tenista catalán Álex Corretja cuando comentó, luego de haberlo acompañado en varias salas, muchas veces viendo su relación con sus equipos, que “Roger lleva a un niño dentro, y eso es muy bonito”.

El suizo, además, había llegado a la adolescencia con la fama de ser un jugador al que no le gustaba perder y rompía sus raquetas como rabieta. Pero Diego es un aprendiz más paciente. Volverá mejor concentrado a un segundo turno. Obtendrá una ventaja sobre Zverev, y se quedará un momento más, a la izquierda de Federer, esta vez frente a la tribuna Australian Open.

Al salir de la cancha volverá a buscar a su padre entre los asistentes, esta vez para mostrarle el puño en alto, como señal de victoria. (I)

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