El alpinista japonés Junko Tabei fue el último que intentó la hazaña, pero desistió
El monte Everest se queda sin héroes que lleguen a su cima
Quién le iba a decir a la japonesa Junko Tabei y a su sherpa Ang Tshering que cuando aquella espléndida mañana del 16 de mayo de 1975 hollaron el Everest, estaban abriendo las puertas a dos registros históricos. Uno fue que la pequeña y resistente Tabei se convirtió en la primera mujer en coronar la cima del mundo acabando con la vieja maldición china de que las altas cumbres del Himalaya solo estaban al alcance de los hombres. El otro hito de esta escaladora nipona consistió en encabezar una serie de éxitos expedicionarios al techo del planeta que ha durado 40 años.
Cuatro décadas en las que los 8.848 metros del Everest han pasado de ser un reto mayúsculo para el ser humano, por su altitud y falta de oxígeno, a convertirse en el capricho de inexpertos buscadores de aventuras que pagan sumas mareantes de dólares para que montañistas de élite les guíen hasta los picos. Pero en 2015, el silencio se ha apoderado del Chomolungma, la ‘Madre del Universo’ para los tibetanos. El Yeti habrá dormido tranquilo.
Evidentemente, el mundo del himalayismo ha evolucionado mucho en los últimos 40 años. Las circunstancias de 1974 eran muy diferentes. Entonces, 38 personas subieron al Everest por las tres rutas que existían. Nada que ver con la frenética actividad que existe en la actualidad, donde una media de 7.000 personas al año asciende el coloso tibetano-nepalí por 19 itinerarios distintos. Un motivo de queja para los reputados guías himalayistas y montañistas portentosos como Iván Vallejo que solo ven un peligroso negocio alrededor de la cima de la Tierra. ¿Qué ha ocurrido para que este año vaya a terminar sin cumbres en el Everest?
El fundamental ha sido el terremoto que sacudió Nepal en abril causando la muerte de más de 9.000 personas. El sismo de casi 8 grados en la escala de Richter, impactó de lleno en la montaña sagrada que viró levemente su monstruosa inclinación desencadenando una avalancha que destruyó buena parte del campo base sur situado a 5.360 metros de altura y sepultando a 22 personas. Aquello supuso el fin de la temporada de primavera por la vertiente nepalí. En la cara norte, en Tíbet, las alarmadas autoridades chinas decidieron suspender los permisos de ascensión y obligaron a las expediciones a retornar a Lhasa.
La llegada del monzón (viento) en junio con sus torrenciales lluvias siempre ha sido una barrera infranqueable para los montañistas porque funde el hielo y transforma los glaciares en laberintos letales. Solo cinco expediciones han conseguido esquivar este obstáculo decisivo a lo largo de la historia, entre ellos el gran Reinhold Messner en 1980 que, además, lo logró con la dificultad añadida de hacerlo en solitario.
La última ventana que este año dejaba abierta para domar el Everest estaba en octubre, en el otoño posmonzónico, pero ha fracasado. Solo un alpinista japonés como Junko Tabei, Nobukazu Kuriki, se planteó la hazaña pero renunció al reto. Y no porque no lo intentara por todos los medios.
Hasta contó con la inestimable ayuda de los ‘Doctores de la Cascada’, el equipo de sherpas que adecentan el difícil camino por el glaciar del Khumbu en la vertiente nepalí. Su estado era lamentable, imposible, y tras dos intentos de cumbre, desistió. La montaña decidió no admitir intrusos.
Lo cierto es que, además del terremoto, otro motivo que ha impedido hollar este año la cima del Everest tras 40 años ininterrumpidos de éxitos ha sido el cierre del Tibet decretado en junio por las autoridades chinas debido a cuestiones políticas. Esta decisión también ha eliminado del mapa expedicionario otras dos seductoras cumbres con más de 8.000 metros de altitud como son el Cho Oyu y el Shisha Pangma.
Sin duda, 2015 ha sido un año difícil para el himalayismo. En total, 9 de los 14 ochomiles del planeta han quedado incólumes. Y de las 110 cumbres logradas, 80 se registraron en el Manaslu, de 8.156 metros de altura. El Annapurna, por su parte, ha seguido este año añadiendo víctimas a su triste inventario, con dos fallecidos y se coloca a la cabeza del ranking de mortalidad en estas cumbres: En las casi 200 ascensiones registradas a esta montaña desde 1950 han muerto más de 50 personas.
El único éxito latinoamericano de 2015 tiene nombre argentino. Se trata de Mariano Galván y holló la cumbre del Broad Peak, de 8.051 metros, siguiendo la ruta que abrió el mexicano Carlos Carsolio en 1994, una de las más difíciles del mundo a partir de los 7.800 metros, en plena ‘zona de la muerte’, la siniestra frontera donde los montañistas dirimen el límite de su supervivencia. (I)