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Ecuador, 22 de Diciembre de 2024
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Tintín, el duende ecuatoriano

Se dice que la leyenda se originó en Manabí.
Se dice que la leyenda se originó en Manabí.
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De seguro has escuchado leyendas macabras sobre el duende, un pequeño ser de 30 o 40 cm con grandes orejas puntiagudas que las esconde bajo un sombrero jipijapa de ala ancha. Usualmente aparecía en las noches y lanzaba piedritas a las chicas para llamar su atención y enamorarlas.

Muchos de nosotros escuchamos la leyenda de niños; se decía que habitaba en los árboles de aguacate y que era bastante agresivo, no había que molestarlo porque te seguía y no te dejaba en paz. Sin embargo, esta es una adaptación a la leyenda “original” del litoral.

Se dice que la leyenda se originó en Manabí. El duende perseguía a mujeres hermosas y vírgenes, de larga cabellera negra y con mucho vello. Las enamoraba para llevárselas o para engendras niños anormales, muchas veces mitad animales, mitad hombres.

Según una publicación de diario El Extra, en un análisis en la versión de Tintín en Chone, esta sería una explicación que las jóvenes daban cuando confesaban que estaban embarazadas. “Era la época en que las mujeres no salían a la calle. Y como esto no ocurría, cuando una de ellas salía embarazada, la respuesta inmediata de la gente del vecindario era: es obra del Tintín”.

Cuenta la leyenda que Sandra, cansada de que ser perseguida, decide sacar una pequeña bolsa que tenía algo fétido, Sandra se lo traga y el ente creyendo que había comido excremento huye despavorido y nunca más regresa.

Las leyendas nunca tienen una sola versión, variarán de acuerdo a las circunstancias culturales y contextuales. Es por eso que en la versión del Carchi se lo conoce como el ‘duende vago’.  Ahí los duendes son melódicos y enamoradizos, les encanta la música y son bailarines, viven cerca de las cascadas donde realizan sus mágicas celebraciones.

Cuando el duende mira a los ojos a una persona lo “posee”. Le gusta ver a la gente como sonámbula, que no haga nada y que no coma. Con el sonido del tambor los llama, en una especie de embriaguez ellos se acercan, no hay fuerza que pueda detenerlos, cuando llegan a la cascada se quedan dormidos.

En la versión cuencana el relato se torna sangriento el “chuzalongo” o “indio del monte” finge ser un niño pequeño que tiene frío y está mojado,  los agricultores le dan refugio y lo alimentan. El chuzalongo se queda en la cabaña con las hijas del agricultor y en un acto violento, asesina y desmiembra a todas. El padre cuando regresa ve la habitación llena de sangre con huellas de pies pequeños, ve al monstruo de rostro blanco, los labios gruesos y morados, las orejas desproporcionadamente grandes en relación a su pequeño cuerpo. Lo más impactante, sus ojos verdes y pequeños que tenían un punto rojo de fuego.

El hombre enfurecido toma su machete y se enfrenta al chuzalongo, pero este huye a la montaña. El padre no se detiene y lo sigue, sin embargo el agricultor nunca más volvió a su casa y no se supo más de él.

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