Amor del Taita Imbabura y Mama Cotacachi
Estos colosales cerros, a 25 kilómetros de distancia uno del otro, tienen una linda historia de amor duradero.
Antes de comenzar con la leyenda es importante mencionar que muchas de ellas tienen varias versiones por su forma de transmisión, la tradición oral, a pesar de que en esta ocasión el relato haya sido encontrado en un manuscrito de 1946 y publicado por la Casa de la Cultura Núcleo de Imbabura en 2012, no dejan de existir versiones con pequeños cambios.
Historia
El Imbabura ha sido considerado por los habitantes de la Pachamama como un padre sabio, y es por eso que se levantaba cada mañana para vigilar que cada uno cumpliese su función.
Taita Imbabura cuidaba el río para que sus aguas llegaran en la dirección correcta, controlaba que el viento no perdiera su rumbo y veía que todo hombre y mujer cumpliese con sus deberes, como la siembra, la cría de animales y la familia.
Se dice que al Imbabura le gustaba admirar la salida del sol por las mañanas y en un día de esos decidió declarar su amor hacia Cotacachi, la única a quien había amado desde que eran pequeños montecitos y jugaban juntos.
Decidido fue hacia Cotacachi, junto con de flores de campo. Después de confesarle su amor, le comunico que su único deseo era casarse con ella. Cotacachi emocionada contestó que también estaba enamorada y que sí quería ser su esposa. Desde aquel día, cada vez que las montañas se visitaban, se dejaban el uno a la otra un poquito de nieve en sus cumbres.
Después de poco tiempo, nació el monte Yanaurcu, que está ubicado a la derecha de su madre.
El Imbabura se volvió viejo y le dolía la cabeza, por eso hasta hoy permanece cubierto con un penacho de nubes. Cuando se desvanecen los celajes, el Taita contempla a su amada Cotacachi, que tiene sus nieves como si un monte-muchacho le acariciara el rostro.
Tradición
Los volcanes María Isabel Cotacachi y Manuel Imbabura son los padres protectores de las lagunas que están a los alrededores, donde los indígenas del lugar realizan ofrendas en agradecimiento a los dioses por las buenas cosechas y para la buena suerte.