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Víctimas de la dictadura son honradas en escuelas de Brasil

Víctimas de la dictadura son honradas en escuelas de Brasil
19 de diciembre de 2013 - 00:00

Los brasileños más pequeños han comenzado a llamar las cosas por su nombre. Una escuela de Bahía, por ejemplo, le cambió el nombre del más crudo dictador por el del más famoso de los guerrilleros comunistas del país. Lo mismo ocurrió en los suburbios de Río de Janeiro.

En 2013, entre alumnos, padres y docentes, estas dos escuelas llevaron adelante discusiones sobre si los dictadores y sus colaboracionistas, autores de crímenes contra la humanidad, deberían seguir al frente de instituciones, carreteras y calles.

Un año antes del informe final de la Comisión de la Verdad, instalada por la presidenta Dilma Rousseff, que investiga los crímenes impunes de la dictadura brasileña (1964-1985), dos escuelas, una de Bahía y de Río de Janeiro, emplearon la democracia y el debate para retirar los nombres de dictadores.

La primavera de verdad, inaugurada por Rousseff, una exguerrillera que combatió a la dictadura, que la detuvo por casi tres años y la torturó por 22 días seguidos, llegó a la cuestión simbólica de la vida cotidiana. En Brasil existen al menos 976 escuelas públicas con nombres de los cinco jerarcas del régimen militar (Humberto Castelo Branco, Arthur de Costa e Silva, Emilio Garrastazú Médici, Ernesto Geisel y Joao Figueiredo). Lo mismo ocurre con avenidas, municipios, puentes y hospitales.

El viernes pasado, el colegio estatal Presidente Emilio Garrastazú Médici de Salvador, capital del estado de Bahía (noreste), cambió el nombre por el de Colegio Estadual Carlos Marighella, por elección de sus alumnos, luego de un año de debates organizados por la comunidad educativa.

El general Garrastazú Médici gobernó de 1969 hasta 1974; él mismo ordenó -en 1972- ponerle el nombre a esa escuela pública de clase media de Bahía. Médici es responsable de haber extremado la represión política y la tortura en las calles brasileñas, abriendo el camino a miles de delitos contra la humanidad y al exilio forzado de una generación, entre ellos, por ejemplo, los cantantes Gilberto Gil, Caetano Veloso y Chico Buarque. Carlos Marighella fue un guerrillero comunista internacionalista negro y nacido en Bahía, muerto desarmado en Sao Paulo en 1969 de 29 disparos. Era el enemigo número 1 de Médici porque comandaba la formación de la Alianza Libertadora Nacional (ALN), la resistencia violenta al régimen. La figura de Marighella experimenta una revisita en Brasil por la exitosa biografía que el periodista Mario Magalhaes hizo del guerrillero y el rap grabado por la banda de hip hop negro más popular del país, Mano Brown y los Racionais MC.

“Mantener este tipo de nombres en lugares públicos sería como eternizar en Alemania reverencias al nazismo o a la dictadura argentina. No hay escuelas llamadas Adolf Hitler en Alemania ni plaza en Buenos Aires llamada Jorge Rafael Videla, el iniciador del ciclo genocida. Tiranos y carniceros del pasado no deben ser ejemplos para jóvenes”, escribió Magalhaes en su blog, sobre el cambio de Médici para Marighella.

La escuela depende del gobierno estatal, en manos del Partido de los Trabajadores (PT).

La ciudad de Salvador es gobernada por el alcalde Antonio Magalhaes, nieto del fallecido gobernador Antonio Carlos Magalhaes, uno de los caudillos derechistas que aportaron el apoyo civil a la dictadura militar.

“Era incómodo tener a nuestra escuela bautizada con el nombre de un dictador. El cambio vino a tiempo, con el nombre de un bahiano que combatió a la dictadura”, expresó la subdirectora del colegio de Salvador, María das Graças Passos.

Al mismo tiempo, una escuela llamada Presidente Arthur Costa e Silva, de Nova Iguazú, suburbios de Río de Janeiro, también cambió su nombre. Los alumnos votaron y la bautizaron Abdias Nascimento, activista del movimiento negro, director teatral y enemigo de la dictadura, que debió exiliarse para luego ser electo senador, ya en democracia.

Nascimento, quien falleció en 2011, debió partir bajo el mandato de Costa e Silva (1967-1969). Costa e Silva, en 1968, le quitó la careta de legalidad al régimen surgido del golpe de 1964 que derrocó al laborista Joao Goulart y decretó el Acto Institucional número 5, que suspendió las libertades políticas y estableció la censura previa.

Estos cambios de nombre ocurrieron luego de que la Comisión de la Verdad de la Cámara de Concejales de Sao Paulo pidiera a la presidenta Dilma Rousseff y al Supremo Tribunal Federal reabrir la causa de la muerte del expresidente Juscelino Kubitschek, quien gobernó el país entre 1955 y 1960, creando la capital Brasilia, y fallecido en un accidente en 1976.

La comisión sostuvo que JK, como era conocido, fue asesinado por un complot de la dictadura. Su muerte coincidió con la del derrocado Goulart, también el mismo año, pero en su exilio argentino. En noviembre, Rousseff le otorgó el funeral con honras de expresidente a Goulart y determinó pericias para saber si ‘Jango’ Goulart fue envenenado por una acción de inteligencia del Plan Cóndor, la red represiva de las dictaduras sudamericanas.

En Brasil, en 2010 el Supremo Tribunal Federal consideró constitucional la Ley de Amnistía del último dictador, Joao Baptista Figueiredo, que desde 1979 garantiza la impunidad de los crímenes cometidos por los agentes y funcionarios del régimen.

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