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Si la gobernante es destituida y el segundo mandatario renuncia, Cunha asumiría la presidencia

Vicepresidente de Brasil, acusado de conspirar contra Dilma Rousseff

La presidente de Brasil, Dilma Rousseff, junto al vicepresidente Michel Temer, durante un acto en Brasilia. Foto: Huffpost
La presidente de Brasil, Dilma Rousseff, junto al vicepresidente Michel Temer, durante un acto en Brasilia. Foto: Huffpost
09 de diciembre de 2015 - 00:00 - Pablo Giuliano. Corresponsal desde Sao Paulo, Brasil

El vicepresidente de Brasil, Michel Temer, quedó al borde de la ruptura con la presidenta Dilma Rousseff al revelarse una carta en la que se queja de que la mandataria le tiene desconfianza, pero en ningún momento la defiende del proceso de juicio político abierto en la Cámara de Diputados.

Temer es del Partido del Movimiento de la Democracia Brasileña (PMDB), socio del Partido de los Trabajadores pero que se ha dividido fuertemente e incluso el que ha permitido el juicio político es Eduardo Cunha, titular de diputados de la agrupación del vicepresidente.

La carta cayó como una bomba en todo el arco político: si esta crisis provoca la renuncia de Temer y la destitución de Dilma se concreta, el presidente de Brasil, por la línea sucesoria, será el diputado Cunha.

“Mantuve la unidad del PMDB en apoyo a su gobierno y eso no generó confianza en mí. Genera desconfianza y menosprecio por parte del gobierno”, describe Temer, que se queja que durante el primer mandato de Rousseff se sintió una “figura decorativa”.

La carta a la presidenta era secreta, pero fue revelada por allegados al gobierno. Minutos después, Temer declaró al diario O Globo que existen “elementos jurídicos” para enjuiciar a Dilma por las maniobras presupuestarias de 2015 para pagar planes sociales.

La mandataria había dicho antes de que se revelara la carta que siente que el apoyo de Temer “no se ha movido un milímetro”.

La carta puso a Temer al borde del quiebre con el gobierno, lo que aumentaría la incertidumbre frente al juicio político, en el cual el bloque del PMDB es clave para evitar los dos tercios necesarios que la cámara baja necesita para aprobar el juicio político a Dilma.

“Temer es el capitán del golpe”, acusó el exministro y hombre fuerte del estado nordestino de Ceará, Ciro Gomes, quien respalda a Luiz Lula da Silva y Dilma Rousseff. Por eso rechaza el juicio político abierto a la presidenta y lo considera una venganza de Cunha.

Cunha, acusado de recibir más de $ 20 millones de sobornos e investigado en el escándalo de corrupción en Petrobras, entró a la historia por permitir la apertura del proceso de juicio político contra Dilma por las maniobras fiscales del presupuesto de 2015 para pagar los planes sociales, en venganza porque el Partido de los Trabajadores (PT) apoyó su destitución por el escándalo de corrupción.

Cunha es del Partido del Movimiento de la Democracia Brasileña (PMDB) del vice Temer, pero pertenece al ala opositora y ultraconservadora de esta fuerza que es la más grande de Brasil y la más difusa.

Temer es vicepresidente de Dilma desde 2010 y en los últimos meses, entre el PMDB y el PT surgió una desconfianza mutua, sobre todo porque los diputados y senadores pertenecientes al grupo golpista son interlocutores del vicepresidente, un constitucionalista que preside su partido y es clave para la correlación de fuerzas en el Parlamento.

“Frank Underwood (el político protagonista de House of Cards interpretado con Kevin Spacey) no era Cunha, es Temer”, escribió Claudio Couto, cientista político de la Fundación Getulio Vargas (FGV).

El día del inicio del juicio político Temer no fue al abrazo de su compañera de fórmula. Lo que hizo fue convocar a senadores opositores para informarles antes de que la decisión sea oficializada. En esa cita estuvo el excandidato presidencial derrotado en 2003 y 2010 José Serra, legislador del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).

Serra dijo al diario Folha de Sao Paulo que participaría en un gobierno de “unión nacional” en caso de que Dilma sea destituida. Lo mismo dijeron Aecio Neves, líder del PSDB derrotado en 2014 y su jefe político, el expresidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2002).

“En cualquier lugar del mundo, cuando comienza un juicio político, la moneda local se deprecia y el dólar sube. En Brasil fue al contrario. Nadie cree que el gobierno pueda enfrentar la crisis”, dijo Serra, defensor de las privatizaciones en los años 90 e interlocutor ante la petrolera estadounidense Chevron, de acuerdo a los papeles divulgados por WikiLeaks.

La fidelidad de Temer comenzó a ser puesta a prueba. Su partido está dividido frente al juicio político. Cunha tiene el apoyo de la oposición, que ya anticipó que no lo defenderá de sus problemas de corrupción.

El PMDB es el partido balanza de la política brasileña. Es el que más municipios gobierna y con el que se forma mayorías afines a los gobiernos desde la vuelta a la democracia en 1985 con el presidente José Sarney. El PMDB fue oficialista con Cardoso, con Lula y con Dilma, hasta ahora.

El plan de Temer, que la prensa está filtrando, es muy parecido, según el senador Serra, al aplicado en 1992 tras la renuncia de Fernando Collor de Mello a la presidencia por corrupción. En aquella oportunidad, asumió el vicepresidente Itamar Franco, del PMDB, apoyado por una coalición que creó el Plan Real, que le dio estabilidad a la economía y del cual surgió Fernando Henrique Cardoso como presidente en 1994, por el PSDB.

El PMDB entra en una nueva etapa de utilidad nacional: sus cuadros van desde el nacionalismo de izquierda, como el exgobernador de Paraná, Roberto Requiao, quien fuera amigo personal de Hugo Chávez, hasta un ultraconservador como Cunha o un operador en las sombras como Temer.

El fin de semana Temer le dijo a sus allegados que ha perdido la confianza de Dilma y es por eso que renunció Eliseu Padilha, hombre del PMDB encargado de la Aviación Civil y negociador con el Congreso cuya gestión ha fracasado al no evitar el juicio político.

“Temer siempre fue extremadamente correcto conmigo. No tengo motivos para desconfiar de él ni un milímetro”, dijo Dilma tras recibir el apoyo de la asociación Juristas por la Democracia, en rechazo al juicio político impulsado por Cunha, la oposición y ahora, al parecer, por su propio vicepresidente.

La mandataria se pronunció a favor de un rápido trámite sobre el juicio político -debe haber una votación en la cámara baja con dos tercios para darle curso-. Ella prefiere que se cancele el receso de enero, contra el deseo opositor de llegar hasta marzo con este asunto que lastra la economía.

El PT confía en que tendrá más de los 171 votos necesarios en el Congreso para evitar el juicio político y así relanzar el gobierno, que tiene varios frentes que combatir, como la recesión económica y los coletazos en la producción nacional de la operación anticorrupción vinculada a la empresa estatal Petrobras.

Rousseff ha recuperado la iniciativa política desde que se abrió el juicio político y negó haber sentido falta de apoyo con una frase inquietante: “El silencio depende de quien lo escucha. Y yo no encuentro ningún silencio”. (I)

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