Theresa May defiende periodo de transición con la UE luego del Brexit
La primera ministra británica, Theresa May, determinada a relanzar las negociaciones para el Brexit, defendió un enfoque "suave" de la negociación, un periodo de transición de dos años y se comprometió a respetar los compromisos financieros del país con el presupuesto de la Unión Europea (UE).
"Atravesamos un periodo crítico" pero "cuando nos unimos, podemos lograr buenos resultados", declaró en Florencia (Italia) la primera ministra, en su primer gran discurso sobre el Brexit desde el que pronunció en enero en Londres en Lancaster House.
May, para sosegar a sus socios europeos, repitió que, a pesar del Brexit, Reino Unido no dará "la espalda" a la UE. "El éxito de nuestras negociaciones es en el interés de todos", insistió, agregando que quiere lograr un futuro "mejor" para todos los ciudadanos europeos.
El jefe de los negociadores de la Unión Europea para el Brexit, Michel Barnier, saludó "el espíritu constructivo" del discurso de May.
May "expresó un espíritu constructivo que es también el espíritu de la Unión Europea en esta negociación inédita", declaró Barnier en un comunicado. La UE espera no obstante detalles sobre "las implicaciones concretas" de este discurso, agregó.
Uno de los puntos clave del discurso de May fue su propuesta de un periodo de transición "de unos dos años" luego del Brexit, tiempo durante el cual las relaciones que unen a Londres con la UE permanecerían sin cambios para poder asegurar una salida de la Unión de su país "suave y ordenada".
Este periodo de ajuste ofrecerá al Reino Unido la posibilidad de continuar haciendo negocios libremente con el bloque europeo, una propuesta reclamada por su ministro de Finanzas, Philip Hammond, y los sectores empresarios, inquietos por una salida rápida de la UE.
"Sé que las empresas, en particular recibirían favorablemente la seguridad que ello daría", subrayó May.
Desde el punto de vista financiero, punto esencial de las negociaciones, May se comprometió a "respetar" los compromisos británicos en el marco del presupuesto europeo que se ejecuta hasta 2020. "No quiero que nuestros socios crean que deben pagar más o recibir menos (...) por nuestra decisión de partir", dijo.
Pero no dio ninguna cifra sobre el monto que su país debería pagar. La UE evalúa entre 60.000 y 100.000 millones la factura de Londres, si se tienen en cuenta todos los proyectos en los que se comprometió a participar.
Sobre otro tema central, los derechos de los ciudadanos europeos, May quiso tranquilizar afirmando que los tribunales británicos deberán referirse al acuerdo de salida y que quería que "tomasen en cuenta las decisiones de la Corte de Justicia de la UE" en sus decisiones.
"Quiero integrar nuestro acuerdo (de salida de la UE) en la ley británica y asegurarme que los tribunales británicos puedan referirse directamente (...) y puedan referirse a los fallos de la Corte Europea de Justicia", dijo.
En Reino Unido, las críticas no tardaron entre los promotores del Brexit.
"Hoy es un día victorioso para Westminster y la clase política (británica). Mostraron el dedo a los 17,4 millones de personas" que votaron por el Brexit, tuiteó Nigel Farage, exjefe del partido antieuropeo UKIP.
Esto ilustra la posición delicada en la que se encuentra May: debilitada en el plano interior tras su fracaso en las legislativas de junio, no quiere apresurar a los británicos que votaron por el Brexit para poder "retomar el control" del país, ni ponerse en contra a los antieuropeos de su Partido Conservador a unos días de su congreso anual, el 1 de octubre.
También debe contener a sus ministros pro Brexit, en particular al canciller Boris Johnson, que provocó revuelo al reclamar la semana pasada una ruptura franca con la UE. (i)