Tablero electoral de Brasil mueve rápido sus fichas
La detención del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva abrió como nunca los signos de interrogación de la política brasileña, inmersa en una crisis sin fin al calor de la Operación Lava Jato, la crisis económica y la influencia judicial y militar en un período inédito de convulsión institucional.
Nombres como Jair Bolsonaro, exmilitar ultraderechista; Marina Silva, exministra ambientalista; Joaquim Barbosa, primer juez supremo negro de la historia; y el laborista Ciro Gomes aparecen en los primeros lugares de una campaña que promete ser la más intrincada de la historia.
Incluso el presidente Michel Temer y su hasta hace poco ministro de Economía, Henrique Meirelles, se anotan, al lado de candidatos minoritarios en el comienzo, como dos ‘pro-Lula”, la comunista Manuela Dávila y el troskista Guilherme Boulos y el magnate ultraliberal Flavio Rocha, dueño de la cadena de ropa llamada Riachuelo.
La carrera hacia los comicios del 7 de octubre ya iniciaron, pero también entre uno de los posibles favoritos se encuentra el fantasma de la constructora Odebrecht, se trata de Geraldo Alckmin, quien este mes dejó la Gobernación de Sao Paulo, el estado más rico del país, para dedicarse a la campaña por la fuerza que dirige, el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) del expresidente Fernando Henrique Cardoso.
Alckmin fue delatado por tres exejecutivos de Odebrecht que dijeron a la justicia haberle dado $ 3 millones como soborno o caja ilegal de campaña. El caso fue pasado a la justicia electoral y no a la justicia penal, tradicional foro para investigar la Operación Lava Jato.
Alckmin cuenta con el 8% de intención de voto, pero en una segunda vuelta la fuerza de su partido podría imponerse ante cualquier candidato de su histórico rival, el Partido del Trabajo (PT) de Lula da Silva, salvo que el candidato sea, él mismo. Pero el líder está preso desde el 7 de abril.
“Nosotros vamos a inscribir al presidente Lula, es nuestro candidato. Lo inscribiremos incluso preso”, dijo la presidenta del PT, Gleisi Hoffmann. El exmandatario cuenta con el 31% de intención de voto y es imbatible ante cualquier rival.
Pero como Lula se inscribe en la Ley de la Ficha Limpia -que prohíbe participación a candidatos condenados en dos instancias- es probable que los recursos judiciales no le alcancen para impedir su inscripción como candidato. En el PT sostienen que la detención de Lula es para impedir que participe.
“Existen en el PT posibles candidatos con condiciones de llegar a una segunda vuelta”, dijo a EL TELÉGRAFO Alberto Almeida, director del Instituto Brasilis, uno de los pocos analistas que se anima a vaticinar que el escenario, pese a la balcanización del escenario electoral, será el más tradicional.
En ese marco se prevé una final de segunda vuelta entre Alckmin y quien sea el candidato del PT, entre los que se incluyen como reemplazantes de Lula a tres representantes de distritos importantes, como Fernando Haddad, exalcalde de Sao Paulo; Jacques Wagner, exgobernador de Bahía; y Patrus Ananias, exalcalde de Belo Horizonte, quien fue uno de los responsables de aplicar el plan que terminó con el hambre en el gobierno de Lula.
Haddad y Wagner no superan actualmente, en escenario sin Lula, el 3%. Pero en todo caso lo que está en juego es la capacidad de Lula, desde la cárcel, de transferir su voto. Una alianza de izquierdas también se proyecta con los candidatos Ciro Gomes, laborista, Boulos y D’Avila, siempre y cuando haya acuerdo en un escenario pos-Lula.
Pero sin dudas la ausencia de Lula catapulta en las encuestas al segundo colocado, Jair Bolsonaro, excapitán del Ejército que tiene el 15% de intención de votos de la mano dura, de un discurso de “honestismo” que comparten en las manifestaciones los seguidores convertidos en fanáticos del juez Sergio Moro, quien varias veces negó su candidatura.
Bolsonaro admite jocosamente que no sabe nada de economía, pero cuenta con el asesoramiento de Paulo Guedes, considerado un liberal de la escuela de Chicago, un Chicago boy que cree en el estado mínimo.
En tercer lugar, con el 10% subió Marina Silva, exministra de Medio Ambiente de Lula y fundadora del PT que con su partido, Rede, fue la tercera fuerza en los comicios de 2010 y 2014.
“Tanto ella como Bolsonaro dependerán de alianzas y de fortalezas en los estados donde están concentrados los grandes partidos”, evalúa Almeida.
Pero con el 8% sorprendió como candidato uno de los hombres públicos más sinuosos de Brasil en términos políticos o ideológicos, se trata de Joaquim Barbosa, quien fue designado por Lula en 2004 como el primer juez de la Corte Suprema de raza negra. En 2012 Barbosa fue el encargado de condenar al PT por el escándalo del Mensalao, En 2016, ya fuera de la magistratura, denunció un golpe en el juicio político que destituyó a Dilma Rousseff e instaló a Temer y al PSDB en el actual gobierno.
Temer cuenta con el 3% de intención de voto, compartido con el posible presidenciable del Movimiento de la Democracia Brasileña (MDB), su exministro de Economía Henrique Meirelles. El rechazo hacia el gobierno en abril llegó a 70%, según Ibope, y la aprobación a Temer se ubicó en 6%. (I)