El próximo 11 de marzo y por segunda vez en la historia chilena, Michelle Bachelet le entregará la banda presidencial a Sebastián Piñera, su rival político, tal como ocurrió en 2010. Aquel gesto republicano guarda más que un mero simbolismo, ya que significa un cambio en la orientación política que tendrá Chile, que girará de la centroizquierda a la centroderecha.

Piñera no solo obtuvo un contundente 54% en el balotaje frente a Alejandro Guillier que se pensaba sería voto a voto, sino que volverá a La Moneda, tal como en su momento lo hizo la propia Bachelet. Será, de paso, el segundo presidente de centroderecha en gobernar por dos períodos consecutivos luego de Arturo Alessandri, una de las figuras más influyentes de la primera mitad del siglo XX en Chile.

El magnate gobernará con amplio apoyo ciudadano, pero también bajo la presión de quienes creyeron en sus compromisos de campaña: crecimiento económico y creación de empleos. Lo hará, además, con un Congreso donde no posee mayoría, por lo que deberá lograr consensos.

El derechista, uno de los políticos y empresarios más acaudalados de Chile, deberá alejar los fantasmas del conflicto de intereses en que cayeron sus ministros y colaboradores durante su primer mandato (2010-2014).

Durante su primer discurso tras las elecciones, dijo ante sus adherentes: “Vamos a entregar lo mejor de nosotros mismos para cumplir con nuestra misión, para que Chile recupere la senda del progreso y el desarrollo. Quiero ratificar el compromiso que nos acompañó durante toda la campaña, un compromiso con la unidad de todos los chilenos, un compromiso con el diálogo y los acuerdos y con renovada fe y esperanza en nuestro país”.  

Tal fue la paliza que le propinó Piñera a la centroizquierda, que las principales figuras de la Nueva Mayoría o del Frente Amplio no lanzaron críticas sobre lo que será su gestión. Solo advierten que habrá retrocesos en las principales reformas impulsadas por Bachelet, la tributaria –que aumenta el pago de impuestos- y la educacional, que establece de manera progresiva la gratuidad universitaria. (I)