Rusia y China cumplieron con lo previsto y vetaron por tercera ocasión la resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (ONU) en contra del régimen sirio.

La propuesta de los países occidentales pasaba por amenazar al presidente sirio, Bashar al Asad, con un castigo ejemplar si no retiraba la artillería pesada de las ciudades.

Estados Unidos tildó ayer de “deplorable” el veto de China y Rusia a la resolución de la ONU y agregó que no apoya que la misión de observadores de Naciones Unidas en el país árabe sea extendida.

Tanto Rusia como China coincidieron en que la resolución de la ONU solo pedía al gobierno de Siria que pare la guerra, pero no hacía “ningún llamado a los grupos terroristas infiltrados” en el país árabe.

“Estoy muy triste. Lo que pasa en Siria se está extendiendo”, dijo el embajador de Francia ante la ONU, Gérard Araud, que acusó a Rusia de “querer ganar tiempo para que el régimen aplaste a la oposición”.

Entre tanto, el general sirio Fahd Yasem al Freij prestó ayer juramento como nuevo ministro de Defensa ante el presidente, Bashar al Asad, tras ser designado el miércoles ante la muerte del antecesor en un atentado en Damasco.

La televisión estatal siria difundió unas breves imágenes del acto, luego de que algunos medios de comunicación informaron que Al Asad había abandonado Damasco y se encontraba en Latakia (noroeste), algo que desmintió una fuente oficial.

Mientras tanto, en varios barrios del centro de Damasco la lucha de las tropas sirias contra los grupos irregulares seguía. En una campaña de desmoralización, los grupos armados afirmaron tener control de puestos fronterizos con Irak y Turquía.