Rusia se afianza como superpotencia con su incursión militar en Siria
Rusia enfrenta serios desafíos en Siria. Su objetivo ulterior, que de acuerdo a analistas y expertos de Defensa, es prevenir la caída del presidente Bashar al Asad, o al menos el colapso de su gobierno alauita está resultando cada vez más difícil de alcanzar que lo previsto inicialmente, debido a un fortalecimiento de las fuerzas rebeldes y de grupos islamitas como el Estado Islámico (EI) o ISIS.
Aunque hace dos meses el Gobierno ruso insistió en que los operativos militares del Kremlin en la república árabe no durarían más de algunos meses, el Ministerio de Defensa en Moscú aumenta gradualmente su fuerza militar en ese país.
Rusia informó que su principal objetivo es destruir posiciones y blancos del EI, pero creciente evidencia por parte de organismos no gubernamentales y “think-tanks” indica que la mayor parte de los ataques fueron contra las fuerzas de la oposición siria que combaten el Gobierno hace cuatro años y medio.
Desde el pasado 30 de septiembre, cuando Rusia entró en la guerra siria, Moscú desplegó bombarderos de combate Sukhoi Su-34, como también aviones Su-25, Su-24, Tu-22M3, Tu-160 y Tu-95, lanzando cientos de misiles crucero Kalibir.
Cuando Rusia comenzó los bombardeos aéreos en Siria hace dos meses, el contingente militar desplegado en la base aérea siria en Latakia era limitado, y consistía de unos 30 aviones y 20 helicópteros aproximadamente. Ahora se duplicó.
Ruslan Pukhov, director del influyente “think-tank” con sede en Moscú Centro para el Análisis de Estrategias y Tecnologías, considera que “la guerra tiene su propia dinámica”.
“Los combates por tierra no están yendo bien, el Ejército de Al Asad está cansado, los iraníes no son muy buenos en la lucha militar y los rebeldes contra los que combaten son bastante experimentados. Si las fuerzas de Al Asad hubieran sido más exitosas, es probable que Rusia no hubiese intervenido inicialmente”, destacó.
A pesar de que los bombardeos aéreos rusos parecieron haber ayudado a las fuerzas de Al Asad a recuperar territorio perdido, los avances conseguidos por el EI y otros grupos rebeldes desde que los ataques de Rusia comenzaron resultaron en un avance territorial neto de solo el 0,4%, de acuerdo a un reporte publicado a mediados de noviembre pasado en Londres por el grupo experto de Defensa IHS Jane.
En una ponencia a comienzos de diciembre, el presidente ruso, Vladimir Putin, negó acusaciones acerca de que Rusia esté combatiendo en Siria para perseguir objetivos geopolíticos más amplios, específicamente afianzar su rol como superpotencia mundial.
“Nuestras acciones no están dictadas por algunos intereses abstractos, vagos y geopolíticos. No estamos probando nuevas armas o demostrando nuestro poder, que por supuesto es algo importante. Lo más importante es proteger Rusia”, sostuvo el mandatario.
La decisión de sumar bombarderos estratégicos fue tomada por el Kremlin luego de que un avión ruso de pasajeros fue derribado el 31 de octubre pasado en la Península de Sinaí, en Egipto, supuestamente, en un atentado terrorista llevado a cabo por el EI en venganza por la participación de Moscú en Siria. En el avión Airbus-321 de la compañía KogalimAvia viajaban 217 pasajeros y 7 tripulantes, la mayoría era de rusos.
Y luego de que el mes pasado un jet ruso Su-24 fue derribado por las fuerzas turcas en la frontera con Siria, Rusia decidió desplegar sistemas de defensa aérea S-400 a Latakia para proteger a aviones rusos, que le permite ahora tener una mayor cobertura de defensa en Siria.
La capacidad de la fuerza naval rusa en la costa siria también se duplicó, a diez buques. Incluye el crucero de misiles guiados Moskva con sistema de defensa aérea que cubre gran parte del territorio sirio y que se superpone con el espacio aéreo turco, además de barcos capaces de lanzar misiles crucero Kalibr.
A pesar de que algunos reportes periodísticos indican que ya habría al menos 5.000 soldados rusos desplegados en Siria, y que tanques rusos T-90 fueron vistos fuera de sus bases en suelo sirio, los analistas desestiman la posibilidad de un operativo de combate ruso por tierra.
Mark Galeotti, experto en temas de seguridad y asuntos militares rusos del New York University, sostiene que en todo caso “estas ampliaciones reflejan el reconocimiento de que no habrá una rápida resolución”.
“No creemos que haya cambio alguno en la estrategia militar de Rusia, la cual busca no tanto que sobreviva Al Asad, sino su régimen alauita, y con él la influencia de Moscú en la región”, manifiesta.
Para Galeotti, el Kremlin logró “mitigar parte de los peores impactos por la aventura posucraniana, demostrando que hasta cierto punto es un actor regional y global que debe tenerse en cuenta”.
En ese sentido, Aurel Braun, profesor de Relaciones Internacionales y Ciencias Políticas de la Universidad de Toronto, está de acuerdo que Rusia “se ha convertido en un importante actor internacional” y que por ello “debe ser respetado y consultado”.
“Sin embargo, Moscú ha logrado ese éxito pagando un costo muy alto”, explica Braun.
“Aunque el presidente Putin esperaba poder utilizar la situación en Siria para apoyar al presidente Al Asad y demostrar la influencia en Oriente Medio, hasta ahora el operativo militar ruso en suelo sirio le ha costado a Rusia un avión de pasajeros con 224 vidas humanas, un jet de guerra y un helicóptero. Y el conflicto aún continúa”, afirma. (I)