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Diversos sectores están alerta ante posibles medidas de austeridad fiscal que socaven otros proyectos

Rousseff le hace un guiño al mercado y busca el equilibrio con políticas sociales (Infografía)

Rousseff le hace un guiño al mercado y busca el equilibrio con políticas sociales (Infografía)
29 de noviembre de 2014 - 00:00 - Pablo Giuliano. Corresponsal desde Sao Paulo, Brasil

El nuevo gobierno de la presidenta Dilma Rousseff, reelegida hace más de un mes, el 26 de octubre pasado, por una diferencia de 3 puntos, le dio un guiño a la austeridad fiscal que le reclamaban desde el sistema financiero con la designación de Joaquim Levy como nuevo ministro de Economía, considerado un ortodoxo.

La presidenta deberá hacer equilibrio entre las demandas de la base electoral de izquierda y la alianza de centro con la que cuenta para gobernar para que la designación de Levy y su orden fiscal no ponga en riesgo el presupuesto social, una marca de los gobiernos del Partido de los Trabajadores iniciada en 2003 con Luiz Inácio Lula da Silva.

Levy, economista e ingeniero que dejó de comandar el brazo de inversiones del segundo banco brasileño, Bradesco, se ha transformado en el mensaje de confianza para los mercados financieros, que han derretido a la Bolsa de Sao Paulo con la reelección de Rousseff y en el mercado de cambio devaluaron el real frente al dólar a niveles de 2005.

“Es como si un integrante de la CIA fuera contratado por la KGB”, fustigó el derrotado candidato presidencial y jefe de la oposición Aécio Neves, quien recordó que Levy fue subsecretario del área económica del gobierno de Fernando Henrique Cardoso (1995-2002).

Levy fue 4 años secretario del Tesoro en el primer gobierno de Lula y es llamado el ‘hombre manos de tijera’ por ser un abanderado de la austeridad fiscal, la que prometió cuando asumió el jueves junto con el ministro Nelson Barbosa, en Planificación, del cual dependerá el presupuesto. Barbosa fue viceministro de Economía durante la gestión Lula y Rousseff.

El PT perdió al ministro que más tiempo estuvo en el cargo, Guido Mantega, quien desde 2006 ocupaba la cartera de Economía y es considerado un desarrollista. Él se encargó de desarticular algunas columnas neoliberales heredadas del gobierno de Cardoso y en los últimos años, con Rousseff, fue encontrado “culpable” por el mercado financiero y la revista The Economist por el bajo crecimiento.

“Levy es un ortodoxo pero no será una panacea para el mercado. Lo que se espera de él es que aplique transparencia a la contabilidad fiscal, algo que el mercado y las empresas le reclaman al gobierno. Se prevé una tensión porque el PT buscará imponer su visión económica también”, dijo a EL TELÉGRAFO Fabio Alves, autor del libro ‘Inflación, Tasas de Interés y Crecimiento en el gobierno de Dilma’, de la editora Alta Books.

Los designados ministros, que formarán parte del nuevo gobierno de Rousseff que se iniciará el 1 de enero,  dijeron que no se detendrá la política social y que lo importante es “rescatar la confianza”. La primera medida, según Levy, es retomar el crecimiento económico de la mano del ahorro. En 2015 anunció que habrá un ahorro del 1,2% para el superávit primario, destinado a pagar la tasa de interés de la deuda, lo cual también colaborará para llevar la inflación lo más cerca posible de la meta del 4,5% anual.

Este año donde hubo lo que se llama recesión técnica (2 trimestres seguidos sin crecimiento) casi no habrá superávit primario, prevén los analistas.

La gestión Rousseff tuvo un crecimiento bajo, luego del espectacular 7,5% que en 2010 marcó la salida de Lula. En 2011 el crecimiento fue de 2,7%, en 2012 de 1%, en 2013 de 2,3% y este año se prevé una cifra cerca a cero.

Si bien venció las elecciones con el apoyo de la militancia de izquierda como fundamental pese a las críticas internas, el gobierno continúa siendo una coalición que necesita de aliados hasta de derecha en el Congreso.

Es por eso que aparecen nombres como el de la polémica senadora Katia Abreu, ultraconservadora y presidenta de la Confederación Rural (CNA), como aspirante al Ministerio de Agricultura. Enemiga de la demarcación de tierras indígenas y de la reforma agraria, el Movimiento Sin Tierra ocupó la semana pasada una hacienda en señal de protesta por su posible ascenso al gabinete de Rousseff.

La austeridad fiscal prometida por el nuevo equipo económico de corte ortodoxo levantó la alerta en algunos sectores. “Vamos a esforzarnos para que se aplique la política económica que venció en las urnas. Lo importante es que la comandante de la política es Dilma”, dijo el diputado federal Paulo Teixeira, del PT.

Para la aliada Jandira Feghali, del Partido Comunista do Brasil (PCdoB), se espera que Dilma no se distancie de la base social que la eligió 2 veces. “En nuestro proyecto la meta fiscal no está por encima de los derechos sociales del pueblo”, subrayó.

Rousseff, para mantener el equilibrio con las decenas de fuerzas que respaldan al PT desde 2002, recibió el mismo día de la asunción de un ortodoxo extrapartidario en Economía al teólogo y activista de izquierda Leonardo Boff, quien fue uno de los principales intelectuales que hicieron campaña a su favor.

Boff le entregó a Rousseff un petitorio firmado por intelectuales para acelerar las reformas sociales e impedir sumar a conservadores como Abreu en el gabinete.

El gobierno ha necesitado de alianzas con el mayor partido de Brasil, el PMDB, del vice Michel Temer, para tener mayoría en el Congreso. El nuevo gabinete es anunciado en medio de las prisiones de empresarios de la construcción y exdirectivos de la estatal Petrobras por haber desviado miles de millones de dólares en corrupción, un caso que viene de antes del ingreso del PT en el gobierno pero que golpea al corazón de la financiación de las campañas electorales de todos los partidos, tanto oficialistas como opositores.

El guiño al mercado financiero con la designación de Levy coincidió también con la visita a Sao Paulo del economista francés Thomas Piketty, autor del best seller ‘El Capital en el Siglo XXI’, que aborda las desigualdades sobre todo en las potencias.

Parecido a lo que piensa Rousseff, el economista que se tornó una celebridad académica dejó una frase tranquilizadora para el Gobierno de Brasil: el crecimiento del PIB no es determinante para terminar con la desigualdad y sí lo son el sistema de impuestos y el acceso a la educación.

DATOS

Brasil, la séptima economía mundial, salió tímidamente de la recesión técnica y se expandió un 0,1% en el tercer trimestre sobre el anterior.

El país había entrado en recesión técnica tras registrar contracción en su Producto Interno Bruto (PIB) del primer trimestre (-0,2%) y del segundo (-0,6%), según cifras oficiales.

El gigante sudamericano enfrenta su cuarto año consecutivo de crecimiento moderado. Tras un alza espectacular de 7,5% del PIB en 2010, Brasil creció 2,7% en 2011, 1% en 2012 y 2,5% en 2013. En 2014 sería de 0,2%.

La inflación está en 6,59% en 12 meses, por encima del techo de la meta oficial de 6,5% anual, tema criticado por el mercado, que asegura que el gobierno prefirió privilegiar el gasto público a controlar el alza de precios, sin dejar actuar al Banco Central.

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