Reino Unido interrumpirá sus “contactos bilaterales” con Rusia y expulsará a 23 diplomáticos rusos, el mayor número en los últimos 30 años, por el envenenamiento del espía doble Serguéi Skripal y su hija Yulia. Los diplomáticos, identificados como “agentes de inteligencia encubiertos”, tienen una semana para marcharse.

Así lo anunció la primera ministra, Theresa May, quien acusó a Moscú de lo ocurrido. May dio plazo hasta ayer para que Rusia explicara cómo un agente nervioso de la era soviética pudo ser usado para atacar a Skripal. Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) dieron muestras de apoyo a Londres.

Por su parte, Moscú negó que estuviera implicado en el incidente y pidió muestras del agente tóxico para examinarlas. La embajada rusa en Londres lamentó la expulsión de su personal como un “paso inamistoso, como una medida absolutamente inaceptable, injustificable y corta de miras”.

Skripal, de 66 años, y su hija Yulia, de 33, permanecen en estado crítico, aunque estable, desde que el 4 de marzo fueron hallados inconscientes en un banco de un parque en Salisbury (sur de Inglaterra).

May acusó al Kremlin de responder “con sarcasmo, menosprecio y resistencia” ante lo sucedido. “Ha demostrado un completo desprecio por la gravedad de estos acontecimientos”, declaró la primera ministra.

El incidente en Salisbury representa “un uso ilegal de la fuerza por parte del Estado ruso contra el Reino Unido”, según May, quien anunció que este Gobierno incrementará el número de controles a ciudadanos rusos que visiten el país.

Entre las medidas adoptadas, se congelarán los activos rusos que considere que puedan ser empleados para amenazar la vida o la propiedad de ciudadanos o residentes en Reino Unido. Además, el Gobierno británico canceló la invitación al ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, y ningún representante de la familia real británica ni dignatarios del país acudirán al Mundial de Fútbol, en junio, en Rusia. (I)