“Teníamos prevista la agresión. Así que nos preparamos, especialmente las emergencias, los quirófanos y las salas de cuidados intensivos”. Ashraf Al Qedra, portavoz del Ministerio de Sanidad en Gaza, reconoce que el Gobierno de la Franja, en manos de Hamás, temía lo que estaba por venir y trató de llenar sus almacenes de materiales médicos.

No fue suficiente. El ataque israelí, que comenzó el 21 de noviembre y que se prolongó durante 8 días, dejó sus reservas en cero. “En un día gastamos lo que habíamos guardado para un mes”, indica.

Por suerte, llegó la tregua, acordada por el Movimiento de Resistencia Islámica e Israel con la mediación de Egipto. Al menos 188 personas habían muerto y más de 1.400 resultaron heridas.

“Si la agresión hubiese continuado nos enfrentaríamos a una crisis todavía más grave”, indica Al Qedra. Ahora, los servicios sanitarios tienen por delante la recuperación de los damnificados.

Una tarea dificultada por el bloque al que Tel Aviv somete a la Franja desde 2007. La escasez no afecta solo a los medicamentos. Los materiales de obra, indispensables para reparar los innumerables daños en viviendas y edificios oficiales, también entran con cuentagotas. Por eso  todavía se observan muchos bloques reducidos a escombros tras los ataques de los drones (aviones no tripulados) y los F-16 sin que nadie haya comenzado a rehabilitarlos.

“Nos faltan cerca de 600 medicamentos básicos”, advierte el portavoz sanitario. La ayuda de Egipto, más sensible a la cuestión palestina desde la caída de Hosni Mubarak (especialmente, por la cercanía entre los Hermanos Musulmanes, del presidente Mohamed Morsi, y Hamás) ha resultado clave. Pusieron diez ambulancias en el paso de Rafah, que conecta con Gaza y habilitaron hospitales en El Arish (a 40 kilómetros de la frontera) y El Cairo para los heridos más graves. Sin embargo, la situación aún es grave.

Los hospitales de la Franja, como Al Shifa, no solo se encargan de los lisiados por el ataque militar. También tienen sus necesidades propias, que Al Qedra cifra entre los 4 y   5 millones de dólares mensuales.

Por eso, necesitan el apoyo de los países donantes como Qatar o Turquía. La Franja está llena de carteles de agradecimiento hacia la monarquía del Golfo por su sustento económico para la reconstrucción. Sin embargo, el vocero insiste: “Israel debe de acabar con el bloqueo. Ellos son responsables de esta agresión”.

El Ejecutivo de Ismail Haniye asegura que realojará a todos los afectados. Y que se hará cargo de las reparaciones. No obstante, no ha transcurrido ni siquiera un mes desde los bombardeos. Así que el proceso lleva su tiempo. “La prioridad era dar un techo a todos los que se habían quedado sin casa. En este caso, nadie ha tenido que refugiarse en tiendas. Todos están en pisos”, asegura Issam M.I. Buhaisi, catedrático de Economía Financiera de la Universidad Islámica de Gaza. Según indica, el próximo paso será la reconstrucción.

Para esto el bloqueo también constituye una grave amenaza. Israel tiene vetados los materiales de obra y se escuda en que estos podrían servir para que las milicias construyan armerías o búnkers. Así que los pasos que controla Tel Aviv están cerrados para el hormigón. Por este motivo, los túneles han sido hasta ahora la principal fuente de abastecimientos.

Ubicados en la frontera con Egipto, estos constituyen una vasta infraestructura que sirve para introducir de contrabando desde bienes de primera necesidad hasta coches. En el lado palestino son legales, aunque Egipto los ha perseguido periódicamente.

Durante la última ofensiva, los aviones hebreos se cebaron especialmente con los subterráneos, así que muchos están inutilizados. Volver a ponerlos en marcha cuesta tiempo y, ante la escasez, los precios se disparan. A las viviendas particulares derribadas se unen también los edificios oficiales. Por ejemplo, el Ministerio del Interior, arrasado por completo, o muchas de las comisarías, reducidas a escombros y donde ni siquiera ha comenzado la retirada de las grandes montañas de hormigón.

Por desgracia, los palestinos están acostumbrados a esta rutina. En la Franja  todos temen que  tras las elecciones en Israel, previstas para enero de 2013, pueda desarrollarse una nueva ofensiva militar contra su territorio.

Además, el bloqueo sigue vigente, lo que asfixia sus ya de por sí limitadas condiciones económicas. Aliviar el cerco es una de las condiciones que fueron incluidas en el acuerdo de tregua. Sin embargo, el diálogo todavía no ha concluido, y ahora mismo se encuentra condicionado por el clima de inestabilidad que registra Egipto, que actúa como garante de que se cumplan los pactos. Mientras tanto, los heridos tratan de recuperarse y quien lo ha perdido todo busca una salida al drama al que lo han condenado.