Reconstrucción en Haití todavía no toma fuerza
“Llegué aquí a Puerto Príncipe hacia las 18:00, momentos después del terremoto, con mis hijos, mi hija de unos meses en los brazos y nada más. Dejé todo en los escombros”, recuerda Valérie Loiseau, de 28 años.
Han pasado dos años del movimiento telúrico de 7 grados que estremeció a Haití y la joven ve que transcurren los días sin que se produzca ningún cambio trascendental en su vida, en el parque de juegos de Santa Teresa de Pétion-Ville, (en el suburbio este), donde se aglutinan más de 2.500 personas viviendo en condiciones inhumanas.
Ella yace sentada en un muro en la entrada del terreno donde hay instaladas docenas de tiendas de campaña hechas con piezas de chapa metálica. Valérie, con su hija Kélida de 3 años entre sus piernas, parece indiferente a la circulación de vehículos que van y vienen sobre la avenida adyacente. “No tengo ninguna esperanza de cambio, pero en tanto haya agua y sal...”, dice.
Según las Naciones Unidas, el terremoto dejó más de 200.000 muertos, unos 310.000 heridos y 1,5 millones de afectados. Sin embargo, ha pasado el tiempo y todavía más de 500.000 personas malviven en los campamentos que surgieron tras la tragedia. Mimose Fontus es otra de ellas.
Con gesto de hastío, la mujer, quien se instaló en la plaza de Champ de Mars hace dos años, cuenta que ni siquiera puede acceder a un sistema de agua corriente, como ocurre en otros campamentos, y sus días transcurren bajo unas mugrientas lonas en un reducido espacio en el que duermen hasta diez personas (niños y adultos), sin expectativa alguna de mejora.
“No tenemos luz, no tenemos agua, soportamos el sol, el calor”, se queja la mujer, una enfermera de 40 años que tampoco tiene trabajo en un país donde la tasa de desempleo roza el 95% de la población activa, según el presidente del país, Michel Martelly.
Mientras tanto, el primer ministro, Garry Conille, acaba de decretar a 2012 como “el año de la reconstrucción”, con la esperanza de retirar los 5 millones de metros cúbicos de escombros que aún cubren las calles de la capital y se pueden evidenciar en el Palacio Presidencial, la catedral, en las escuelas y en innumerables viviendas devastadas.
“Vamos a lanzar la construcción de una veintena de edificios públicos y de más de 3.000 viviendas sociales”, anunció el jefe de gobierno, tras asegurar que para realizar estos proyectos es necesario contar con los recursos financieros de la comunidad internacional y con la capacidad de los haitianos de trabajar en conjunto.
Sin embargo, los afectados casi no creen en las promesas de la clase política. “Estamos en Haití, donde se hacen muchas promesas, a menudo sin cumplirlas”, expresó Erole Nelson, un vendedor de copias de CD, sentado a pocos metros del palacio delante del cual se encuentra instalado desde el sismo.
En la comunidad internacional, la impaciencia también es palpable. “Los progresos de la reconstrucción están lejos de ser satisfactorios.
Esta marcha lenta por cuestiones administrativas”, deploró el parlamentario europeo Michèle Striffler, quien se interrogó sobre la eficacia de la comisión para la reconstrucción de Haití, copresidida por el ex presidente Bill Clinton.