El bipartidismo que imperaba en el país desde hace 40 años quedó demolido
Rajoy jura su cargo como presidente en España
En medio de un clima de crispación entre dos bloques políticos irreconciliables, el líder del derechista Partido Popular (PP), Mariano Rajoy, puso ayer en marcha el reloj de la XII legislatura en España tras jurar su cargo como presidente del gobierno ante el rey Felipe VI y una Biblia del siglo XVIII abierta por el capítulo 30 del Antiguo Testamento. Fue una simbólica e inédita puesta en escena tras 315 días de espera que no sirvieron para llegar a acuerdos novedosos pero sí para demoler el bipartidismo imperante en el país desde hace 40 años.
La fotografía de la España actual que pasará a la posteridad de la historia emergió en la noche del sábado cuando Rajoy fue investido por el Congreso como jefe del Ejecutivo tras doblegar la resistencia del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), o al menos, la de 68 de sus 84 diputados, que con su abstención desbloquearon una situación que mantenía en vilo al país aunque fuera a costa de triturar las estructuras del partido.
El jueves el nuevo presidente del Ejecutivo desvelará la composición de su gobierno, el que deberá encarar situaciones críticas en el plano político y económico. Por el momento, no ha trascendido ni un solo nombre. Nada extraño, según recordaba a EL TELÉGRAFO un dirigente del PP, “ya que la discreción y la reserva” es la forma natural de actuar del líder de la agrupación. No obstante, algunos expertos especulaban ayer con la posibilidad de que Jorge Moragas, un diplomático de 51 años en cuya hoja de servicios dentro del PP figura su expulsión de Cuba en 2004 por reunirse en secreto con la disidencia, se convierta en el próximo canciller en sustitución de José Manuel García-Margallo.
La economía y, por extensión, la responsabilidad de ejecutar los recortes de más de 5.500 millones de euros ($ 6.000 millones) exigidos por Bruselas podría seguir en manos de Luis de Guindos, miembro del Consejo Asesor de Lehman Brothers en Europa cuando estalló la recesión financiera en 2007 y calificado por Rajoy hace unos días ‘como el arquitecto de la recuperación económica de España’. Ni qué decir tiene que todas estas conjeturas surgidas tras la brusca sesión de investidura del pasado sábado han llenado de gozo al mercado financiero que, en su primer día de cotización, logró estabilizarse tras una semana constante de zozobra.
La paz es algo que desde ayer trata de recuperar un partido como el PSOE, absolutamente zarandeado por los acontecimientos y cuya unidad sigue al borde del despeñadero. Tras la desobediencia mostrada por 15 de los 84 diputados al votar ‘no’ en lugar de la abstención ordenada en la investidura de Rajoy, la dirección socialista decidió ayer abrirles expediente y reservarse el derecho a expulsarlos del partido si no explican en el plazo de una semana los motivos de su desacato.
Por el momento, la gestora ha optado por no estirar más la cuerda y comenzar a lamerse unas heridas que tardarán en cicatrizar. Las más profundas son, sin duda, las que se han abierto entre la dirección central y su facción en Cataluña, la que se negó en bloque a acatar la disciplina de voto para facilitar un gobierno del PP. Según algunos analistas, si se consuma la ruptura entre el PSOE y el PSC, el socialismo español quedará convertido en cenizas sin remisión.
Y luego está su exsecretario general Pedro Sánchez. En la primera entrevista concedida tras su renuncia a continuar como diputado, el exlegislador reveló que los denominados ‘barones’ maniataron su margen negociador con el objetivo de impedir la formación de un gobierno con Unidos Podemos y los partidos nacionalistas, ‘ni siquiera con su abstención’.
El exlíder socialista, que prepara ya su candidatura a las primarias que deberá convocar la gestora en los próximos días, reconoció su ‘error’ al calificar como ‘populista’ a la formación de Pablo Iglesias. “No supe entender el movimiento que había detrás. El PSOE tiene que mirar de tú a tú y trabajar codo con codo con Podemos”, afirmó durante el acto de contrición pública realizado frente a la cámaras de televisión en hora de máxima audiencia.
Estas no fueron las únicas bombas que soltó el socialista. Sánchez concluyó que con Felipe González, a quien relativizó como guía intelectual del actual PSOE, “muchos militantes ya no nos reconocemos en él” y el papel desempeñado por la prensa española en su destitución al frente del partido.
En concreto, Sánchez instó a ciertos sectores empresariales a trabajar para evitar un gobierno progresista. “Una de las explicaciones por las que la línea editorial haya sido tan abusiva e incluso insultante contra mi persona fue para evitar un entendimiento entre las dos izquierdas”, señaló un político que ahora deberá luchar contra la amnesia que provoca el paso del tiempo si pretende dirigir en mayo próximo un partido como el socialista. (I)