Las elecciones legislativas en Alemania el próximo año marcarán el futuro político en el seno de la UE
Rajoy, el último superviviente de una Europa en crisis
Mariano Rajoy es un superviviente. Como líder de su partido político, como presidente del Ejecutivo español y como miembro destacado de la Unión Europea (UE), donde el estallido de la gran recesión en 2008 se convirtió en el acta de defunción para la inmensa mayoría de los jefes de estado y de gobierno que decidieron aplicar medidas de contención neoliberales sin dilación. Además de Rajoy, solo quedan cuatro de los 28 líderes que sellaron aquel reto en una fotografía: el conservador irlandés Enda Kenny, el socialdemócrata eslovaco Robert Fico, el derechista húngaro Víktor Orban y, sobre todos ellos, la alemana Ángela Markel, que en septiembre del próximo año aspirará a reeditar su cuarto mandato consecutivo.
El resto de dirigentes terminó ahogado por la férrea ortodoxia económica comunitaria años después tras la celebración de elecciones en sus respectivos países. Le ocurrió a Silvio Berlusconi en Italia, a Nicolás Sarkozy en Francia, a la Grecia bipartidista del Pasok y Nueva Democracia, y también a Portugal, primero con el socialista José Sócrates y después bajo el mando del derechista Pedro Passos Coelho. Ninguno logró recuperar el clima de confianza social extraviado por la mala gestión de una profunda crisis que golpeó sin piedad a las clases populares. Sonoras derrotas, fruto de los recortes leoninos aplicados a servicios públicos, como la sanidad y la educación, que afectaron a miles de ciudadanos sin recursos.
Paradójico es el caso de Italia, que tras la caída de Berlusconi, la caricatura europea de Donald Trump, abrió la puerta del poder a un tecnócrata como Mario Monti como salvador, pero que fue derrotado 17 meses más tarde por Enrico Letta, quien a su vez dimitió antes de cumplir un año como primer ministro ante el oscuro cariz que tomaban los acontecimientos económicos. Su sucesor, Matteo Renzi, ni siquiera tuvo que someterse al veredicto de las urnas. Lo hará por primera vez en 2018. Y si no lo hace sería porque el 3 de diciembre habría perdido el referéndum de la reforma constitucional que ha emprendido con el objetivo de disolver el ‘bicameralismo perfecto’, es decir, la burocracia paralizante de dos cámaras legislativas casi idénticas que invalidaban la flexibilidad para la aprobación de leyes por parte del Gobierno.
Si salva este obstáculo, Renzi contará con el tiempo que le faltará al socialista francés François Hollande para revertir el hundimiento al que se dirige el Partido Socialista Francés (PSF), el partido que hace cuatro años prometió liderar el cambio progresista en Europa. Hollande llegó al Eliseo gracias a la crisis y tiene todas las trazas de que en abril lo abandonará por culpa de ella. El crecimiento que todas las encuestas predicen a la ultraderechista Marine Le Pen está acompañado de pronósticos nefastos para el actual mandatario de Francia. Pero antes, en marzo, será Holanda la que deberá calibrar el desgaste sufrido por su primer ministro, el liberal Mark Rutte, en su pugna con el islamófobo PVV de Geert Wilders.
Si pierde será exhibido como otra pieza de caza más, como casi todos los dirigentes que en octubre de 2011 firmaron el Pacto Fiscal Europeo y, con él, una regla de oro que ya parece más una maldición como fue la de aceptar la introducción en sus constituciones del control presupuestario comunitario. El terremoto causado por este viraje neoliberal provocó la caída, no solo de gobiernos conservadores en Portugal y Grecia, a los que la intervención de la Troika redujo a cenizas, sino también de otros con economías más fuertes y progresistas, como Dinamarca, Suecia y Finlandia. Ninguno de sus primeros ministros ha logrado repetir en sus cargos. Todos cayeron en cascada. El último fue Polonia, donde el presidente del Consejo, Donald Tusk, fue vapuleado por la extrema derecha nacionalista.
Los únicos que salieron indemnes, además de Rajoy y Merkel, fueron el polémico jefe de gobierno de Hungría, Víktor Orban, que lleva muchos años desquiciando a la UE con sus políticas de dudosa calidad democrática, y el socialdemócrata eslovaco Robert Fico. El quinto primer ministro que logró salvarse de la quema es el irlandés Enda Kenny, líder del partido conservador Fine Gael, que llegó al poder en 2011 pocos meses después de que su país pidiera ayuda para no caer en la bancarrota y volvió a ganar el pasado marzo con una insuficiente diferencia sobre el Fianna Fail, de centro derecha.
Sin embargo, será en septiembre cuando se celebren las elecciones legislativas en Alemania, las que marcarán el futuro político en el seno de la UE. De ganar el conservador CDU, Ángela Merkel renovaría por cuarta vez su mandato, un hito histórico que ha servido a los conservadores europeos para enarbolar su legado como el modelo de gobierno a imitar. El problema es que la crisis también sacude a la maquinaria de contención germana y los impactos concatenados han terminado por despertar a los neonazis de Pegida, una fuerza menor, pero también ha insuflado oxígeno a un bloque de izquierda cada día más convencido de que la invencible Merkel comienza a mostrar sus debilidades. (I)
CALENDARIO ELECTORAL
En 2017 se celebrarán elecciones parlamentarias o presidenciales en países que representan aproximadamente el 40% de la economía europea.
Alemania, los resultados de septiembre servirán para ver si la formación Alternativa para Alemania (AFD) saca rédito político de los recientes ataques terroristas y si es capaz de plantear una oposición a la política migratoria de la canciller Merkel.
País Vasco (España), el 25 de septiembre se harán las regionales. Los analistas se inclinan al triunfo de los nacionalistas.
Austria, en octubre serán los comicios generales. Estas elecciones se efectuaron en mayo de este año, pero se anularon por irregularidades. (I)