El país celebrará El 20 de diciembre las elecciones generales para renovar el gobierno
Rajoy, criticado por ausentarse del primer debate electoral en España
La ausencia del presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, del debate organizado este lunes por el diario El País tuvo efectos nocivos sobre la estrategia del PP de exponer a su líder lo justo y necesario. Los otros tres candidatos a las elecciones generales del 20 de diciembre aprovecharon la oportunidad brindada y se lanzaron sin piedad contra el político conservador, cuya imagen ha quedado dañada seriamente.
A tenor de las encuestas publicadas ayer, el actual mandatario español prefirió “no dar la cara” pese a que la igualdad reinante obliga a cada partido a pelear cada voto como si no hubiera un mañana. Ni siquiera sirvió que, casi a la misma hora del arranque del debate a tres, Rajoy se sometiera voluntariamente a una entrevista en uno de los informativos nocturnos con más audiencia en España. “Solo iré a un cara a cara contra el líder del principal partido de la oposición. Me parece lo más justo y lo que se ha hecho siempre”, sentenció el presidente del Gobierno, quien ante la insistencia del periodista no tuvo más remedio que reconocer que el debate, en su opinión, estaba trufado “porque Podemos y Ciudadanos no tienen representación parlamentaria y sin embargo, Izquierda Unida, que sí la tiene, ni siquiera ha sido invitada”.
Los sondeos sitúan al presidente del Gobierno en la posición más baja entre los políticos peor valorados del país. Los escasos riesgos asumidos para defender su controvertida gestión durante los últimos 4 años y los silencios que acostumbra a adoptar en los momentos de tensión, pueden empezar a pasarle factura. Todo lo contrario de los tres principales candidatos a sucederlo como inquilino en el Palacio de La Moncloa. Tanto el presidente del emergente partido conservador Ciudadanos, Albert Rivera, como el socialista Pedro Sánchez y el líder de Podemos, Pablo Iglesias, rayaron a gran altura. A juicio de los expertos, la jornada del lunes pasará a la historia de los debates políticos en España “tanto por su calidad como por la profundidad de los contenidos tratados”.
La puesta en escena del debate fue, quizá, el mejor resumen de lo que cada uno representa de frente a las elecciones de diciembre. De un lado, Albert Rivera, vestido con terno y corbata, el joven aspirante neoconservador cincelado, dicen, en las cañerías del mercado de valores IBEX 35 para depurar una derecha española deshecha por la corrupción. En el centro, el socialista Pedro Sánchez, con terno pero sin corbata, cuyo objetivo es salvar los muebles de un partido histórico que intenta convencer a los votantes de su papel socialdemócrata vertebrador en la construcción de una España moderna.
A su izquierda, Pablo Iglesias, en mangas de camisa, con ánimos renovados para recobrar el impulso que hace un año hizo saltar la banca electoral y puso a temblar al bipartidismo con un audaz discurso de cambio. Como curtidos púgiles, ninguno de los tres escatimó golpes directos, al contrario aunque en los momentos de la verdad, esos instantes mágicos que definen al vencedor y al derrotado, hubo gestos cómplices entre Rivera y Sánchez para atacar la yugular de Iglesias. El esfuerzo resultó inútil. El líder de Podemos volvió por sus fueros con un discurso claro.
Mientras que los analistas más reputados de España coincidieron al apuntar que el gran derrotado fue Rajoy, cuyo atril los organizadores dejaron simbólicamente vacío, los internautas no tuvieron dudas al otorgar una victoria apabullante a Pablo Iglesias. Casi el 50% de las 500.000 personas que decidieron votar por un ganador lo hizo por el candidato de Podemos. (I)