Presidenta de Brasil cumple 100 días en el poder
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, cumple este domingo sus primeros cien días en el poder con un pulso firme y discreto en la política, una visión propia de las relaciones exteriores y el fantasma de la inflación acechando la economía.
Tal vez los más sorprendidos con el "rostro propio" que Rousseff ha dado a su Gobierno fueron sus adversarios, que por la escasa experiencia política de la jefa del Estado sostenían que tendría a su antecesor, Luiz Inácio Lula da Silva, gobernando desde la sombra.
Sin embargo, el "Lula con faldas" que algunos esperaban resultó ser una mujer de carácter que no duda en tomar decisiones difíciles, como un fuerte recorte presupuestario que dejó en suspenso, entre otras cosas, una millonaria licitación para la compra de 36 aviones de combate que ya parecía cerrada con Francia.
Reacia a las declaraciones, Rousseff ha empezado a ser más medida por lo que hace que por lo que dice y hasta la oposición reconoce ya que "ha habido algunos cambios interesantes", como dijo el diputado Antonio Carlos Magalhaes Neto, un duro opositor de derechas.
El parlamentario se refería especialmente a la política exterior de Brasil, para la que Rousseff ha establecido como prioridades las relaciones con Suramérica, Estados Unidos y China, en ese orden.
Fuera de ese grupo preferencial ha quedado Irán, por ejemplo, un país al que Lula se había aproximado con fuerza y con el que en los últimos tres meses no ha habido contactos diplomáticos.
Peor aún, el Brasil de Rousseff votó en la ONU a favor de que sea creada una comisión especial para investigar posibles violaciones de los derechos humanos en la nación persa.
"Claro que hay cambios en política exterior", sobre todo porque la jefa de Estado le da una particular importancia a los derechos humanos por "su pasado de prisionera política", dijo Marco Aurelio García, asesor de Asuntos Internacionales de Lula y que continúa en el cargo con Rousseff.
La mandataria también ha comenzado a retomar las relaciones con Estados Unidos, que habían pasado por algunas polémicas ideológicas con Lula y que ahora, tras la reciente visita del presidente Barack Obama a Brasil, donde estuvo dos días, parecen encarriladas.
Aunque ya ha visitado Argentina y Portugal, el gran debut de Rousseff en la escena internacional será la próxima semana, cuando hará una visita de Estado a Pekín y participará en la Cumbre del Grupo BRIC, un foro de países emergentes que forman Brasil, Rusia, India y China.
En el plano interno, ha sabido controlar las presiones en la variopinta coalición de partidos que la apoyan y ha impuesto su propio criterio en los nombramientos de altos cargos, un asunto que suele ser un dolor de cabeza para cualquier presidente en Brasil.