Pedro Sánchez se enfrenta a la cúpula del PSOE
La mayor crisis en los 135 años de historia del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) crece y amenaza con convertir en polvo todas las estructuras de una agrupación que padece una guerra interna despiadada. La decisión del secretario general, Pedro Sánchez, de convocar el 39 Congreso del partido para forzar el duelo final con su principal rival, la presidenta andaluza Susana Díaz, para aplacar las continuas críticas que recibe fue la excusa que esperaban los llamados barones para comenzar su asonada en la ejecutiva socialista y liquidar a su líder.
Pero por el momento no han logrado su objetivo, a pesar de tener el apoyo abierto de la inmensa mayoría de los grandes medios de comunicación del país, cuya asfixiante presión contra Sánchez ha llegado a niveles insólitos en España.
El diario El País, que desde hace semanas censuraba la decisión del secretario general de mantener su negativa a la investidura de Mariano Rajoy, utilizó ayer todo tipo de descalificaciones para referirse a la talla política del líder socialista e incluso llegó a considerar “populista” su intención de consultar a la militancia la viabilidad de un acuerdo con Unidos Podemos. “Sánchez ha resultado no ser un dirigente cabal, sino un insensato sin escrúpulos”, aseguró en su editorial de ayer, titulado “Salvar al PSOE”.
Cierto es que la Ejecutiva federal se encuentra acorralada pero mantiene la hoja de ruta que se anunció el lunes, con la celebración el sábado del Comité Federal, ya sin 17 de los 38 miembros que dimitieron el miércoles, que es quien deberá fijar la convocatoria de un Congreso Federal extraordinario para la elección del secretario general mediante la consulta a la militancia, algo que los barones no aceptan ni en sus peores pesadillas.
El secretario de organización del PSOE, César Luena, uno de los hombres de confianza de Pedro Sánchez, intentó ayer tender algún puente, si es que queda alguno en pie, con el sector crítico al declarar que “solo con un PSOE unido, podemos y ganaremos las elecciones”.
En las puertas de la sede central del partido aguardaba Verónica Pérez, presidenta de la ejecutiva y mujer afín a Susana Díaz, para dar testimonio de la liquidación de la era Sánchez porque “les guste o no, la autoridad soy yo”. Pero tuvo que morder el polvo y regresar a Andalucía con los brazos vacíos para anunciar que los atrincherados continuaban sin escucharla y sin aceptar el controvertido veredicto del cese.
Mientras tanto, uno de los ex presidentes de España más aclamados de la historia, Felipe González, intentó demostrar que no se siente maniatado por la jaula de grillos enrabietados en la que se ha convertido su partido y que sigue siendo un hombre de “carácter aunque no me considero dios” fue la frase que salió de sus labios antes de calificar a Pedro Sánchez de “mentiroso”.
El rejonazo tuvo como objetivo añadir más cizaña a un conflicto tan caldeado como incierto pero la militancia, que hizo guardia durante todo el día a la puerta de la sede central del PSOE en defensa del secretario general, le demostró con frases alusivas a su deriva “derechista, más cercano al PP que a los trabajadores” que su influencia es solo historia.
González, de viaje privado en Santiago de Chile, aseguró que “los resultados dicen que esta ejecutiva no ha sido capaz de hacer nada, ha ido de derrota en derrota hasta la victoria final”, aireando de paso el contenido de una conversación privada mantenida con Sánchez en la que aseguró que facilitaría la investidura de Rajoy. Horas después, González lanzó su desafío. “El mensaje de hoy no podría ser más claro: Me ratifico en todas las palabras pronunciadas esta mañana. Sánchez me mintió”, proclamó el ex presidente que hace 30 años logró unir a su estela a gran parte de la izquierda española para sacar a España de la oscura etapa de la dictadura fascista.
Lejos de aclarar la situación, la principal instigadora de la asonada contra Pedro Sánchez, Susana Díaz, acusó a su enconado rival de anteponer sus intereses personales a los de España y el PSOE “o a lo que queda tras la dimisión de 17 miembros de la ejecutiva”, señaló en una conferencia con los medios desde Sevilla. Como no podía ser de otra manera, Díaz declaró el amor incondicional que siente hacia su partido e hizo un llamado desgarrador a la unidad.
“La celebración de un congreso debería de realizarse después de que haya gobierno”, añadió, es decir, después de que los 85 diputados socialistas se abstengan facilitando así la investidura de Mariano Rajoy.
Entre los grandes nombres que apoyan a Susana Díaz en esta batalla destacan, además de Felipe González, el excandidato Alfredo Pérez Rubalcaba y exvicepresidente Alfonso Guerra.
En el bando de Pedro Sánchez está Josep Borrell, varias ejecutivas territoriales como la vasca y catalana y, sobre todo, la gran mayoría de la base del partido. El Comité federal del sábado servirá para conocer parte del desenlace de una crisis que ha demolido las estructuras políticas del partido más antiguo de España. (I)
DATOS
Para que el Partido Popular (PP), de Mariano Rajoy, gobierne necesitaría el apoyo del mayor rival del Parlamento Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en la izquierda, Podemos, y de los nacionalistas catalanes, que exigen un referendo de independencia rechazado de plano por los socialistas.
Pedro Sánchez está al frente de la segunda bancada en el Parlamento PSOE con 85 diputados (mucho menos que los 137 del Partido Popular) y ha defendido su voluntad de explorar -de la mano con las fuerzas del cambio- un gobierno alternativo al del PP.
El difícil encaje con los partidos catalanes quedó de manifiesto cuando el presidente catalán Carles Puigdemont prometió ayer -pocas horas antes de que se pronuncie la presidenta del PSOE, Susana Díaz- un referendo de secesión en septiembre de 2017, con o sin el acuerdo del gobierno central de Madrid. (I)