En medio del peor desabastecimiento de alimentos y combustible de la historia, tras la paralización de casi 1 millón de camiones durante 10 días, Brasil abrió otro frente de conflicto con la huelga de 72 horas iniciada este miércoles 30 de mayo por los trabajadores petroleros en todo el sistema de la estatal Petrobras.

Los funcionarios reclaman la renuncia del presidente de la compañía, Pedro Parente, quien mantiene una política de liberación de precio y reajuste diario de los combustibles.

La huelga fue prohibida por el Tribunal Superior del Trabajo, que consideró que la Federación Única de los Petroleros (FUP), que reúne a 40 sindicatos del país vinculados a Petrobras, impulsaba una medida potencialmente grave para la población, e impuso una multa de $ 160.000 diarios.

El presidente Michel Temer anunció que revisará el precio del gasoil, lo que motivó la paralización de los transportistas, pero advirtió que continuarán los reajustes diarios en la política de valores de los combustibles por la gestión de Parente, quien eliminó las regulaciones e impulsa un proceso de desinversión oficial en la empresa.

El paro de los petroleros se sintió en todo el país: trabajadores de las 21 plataformas submarinas de Petrobras se adhirieron a la huelga.

La empresa aumentó nuevamente la gasolina este miércoles 30 de mayo el 0,17%, aunque descartó que se trate de un reflejo de la huelga, a la que fueron convocados 40.000 empleados.

“No nos van a intimidar. Este paro es para defender al contribuyente, contra la política de precios que genera dejar de refinar en Brasil y comprar petróleo y derivados de empresas estadounidenses para abastecer al mercado interno”, mencionó José Vicente Rangel, coordinador de la FUP y principal líder de los petroleros.

El gobierno de Temer cambió la ley petrolera y ahora las empresas extranjeras pueden extraer y producir petróleo en los yacimientos submarinos descubiertos en 2007, los mayores en tres décadas, sin necesidad de contar con la sociedad de Petrobras.

Otro de los puntos del reclamo es el aumento del gas de uso doméstico, que tuvo 227 aumentos desde que asumió Temer, en mayo de 2016, y son afectadas en este segmento las familias más pobres del país.

Diez refinerías, entre ellas varias investigadas por la Operación Lava Jato por fraude en licitaciones en las que participaron Odebrecht y otras constructoras, también se adhirieron a la protesta, en un clima de convulsión.

Parente, titular de Petrobras, fue ministro de Energía en la época de Fernando Henrique Cardoso y estuvo a punto de caer la semana pasada cuando inició la protesta de los camioneros en contra del aumento del gasoil. Temer mantuvo a Parente en el cargo, lo cual dejó contentos a los inversores bursátiles de la empresa, pero persiste la duda sobre si la política de precios atada al costo internacional del crudo se mantendrá hasta fin de año.

Por otra parte, el 74% de los brasileños dijo estar en contra de la venta a manos extranjeras de la empresa Petrobras, según una encuesta de la empresa Datafolha.

La huelga de los petroleros no pretende desabastecer el mercado, aunque hubo intentos por parte de ministros del gobierno de pedirle al opositor Partido de los Trabajadores interceder para que no se concrete la protesta gremial.

El país volvía de forma progresiva a la normalidad el miércoles 30 de mayo tras 10 días de paro y bloqueos de camioneros, que comenzaron a ser removidos con ayuda del Ejército luego del acuerdo firmado por entidades empresariales y el gobierno, que aceptó reducirles impuestos. (I)

El Ejército escolta a camioneros que retornan a sus labores, en la carretera Régis Bittencourt, en Sao Paulo. Foto:  EFE

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La huelga
Causas  
El origen del paro de camioneros y petroleros es el precio del gasoil o diésel que la compañía estatal Petrobras aumenta diariamente según la cotización internacional del petróleo y la variación del tipo de cambio (la devaluación del real).

50 millones de reales ($ 13,5 millones) es el perjuicio diario que causa el paro de camioneros.   

Los índices
La suba del combustible fue de 50% el último año, lo que muestra un desfase con el resto de los índices: la inflación en Brasil es menor a 4%. Esta semana el real se depreció el 1,72% frente al dólar. (I)