Papa culmina jornada en Brasil con masiva misa en Copacabana
El papa Francisco pidió ayer a los tres millones de jóvenes reunidos en Río de Janeiro para la clausura de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que lleven el Evangelio “para arrancar el mal y la violencia, para destruir y demoler las barreras del egoísmo, la intolerancia y el odio, para edificar un mundo nuevo”.
“No tengan miedo de ir y llevar a Cristo a cualquier ambiente, hasta las periferias existenciales, también a quien parece más lejano, más indiferente. El Señor busca a todos, quiere que todos sientan el calor de su misericordia y de su amor”, afirmó el Obispo de Roma en la misa que se celebró en la célebre playa de Copacabana, en su séptimo y último día en Brasil.
El Pontífice también anunció que Cracovia, en Polonia, será la sede de la próxima JMJ, que se celebrará en el año 2016.
Los mandatarios de Brasil, Argentina y Bolivia estuvieron presentes en la liturgia campalAntes del multitudinario encuentro, Francisco paseó primero en un papamóvil descubierto por la avenida que bordea el mar, saludando a cientos de miles de jóvenes peregrinos que pasaron la noche en la playa, en una gigantesca vigilia. Varias veces estrechó manos y volvió a tomarse un mate que le ofreció un joven. “¡Viva el Papa!”, gritó la gente, en delirio.
La víspera, al inicio de la vigilia, el primer Papa latinoamericano pidió a los jóvenes “meterse en la vida” y no mirarla pasar desde el balcón, ser protagonistas del cambio, interesarse por la política y los problemas sociales y no dejarse ganar por la apatía.
A la misa asistieron las presidentas de Brasil y Argentina, Dilma Rousseff y Cristina Fernández, respectivamente, y el presidente de Bolivia, Evo Morales. Además, estuvieron presentes 60 cardenales, 1.500 obispos y 11.000 sacerdotes.
Posteriormente, en un discurso que dirigió al comité de coordinación del Consejo Episcopal Latinoamericao (Celam), el papa Francisco dijo que los obispos deben conducir el rebaño, “que no es lo mismo que mandonear”, y tienen que ser pastores cercanos a la gente, sencillos y austeros.
El Celam, formado por 45 obispos de América Latina, se reunió con el Sumo Pontífice antes de su regreso a Roma.
El papa Bergoglio se refirió a la Misión Continental, el documento surgido de la V reunión del Celam, celebrada en Aparecida (Brasil) en 2007, donde se trazaron las líneas a seguir por la Iglesia latinoamericana para encarar el siglo XXI y la nueva evangelización.
3 millones de personas asistieron a la clausura de la Jornada Mundial de
la Juventud, en Río de JaneiroRefiriéndose a los obispos, el Papa dijo que los prelados son quienes conducen la pastoral y deben ser pastores, cercanos a la gente, padres y hermanos, con mucha mansedumbre, pacientes y misericordiosos, “hombres que amen la pobreza, sea la pobreza interior como libertad ante el Señor, sea la pobreza exterior como simplicidad y austeridad de vida”.
“Tienen que ser hombres que no tengan psicología de príncipes, que no sean ambiciosos, capaces de estar velando sobre el rebaño que les ha sido confiado y cuidando todo aquello que lo mantiene unido: vigilar sobre su pueblo con atención sobre los eventuales peligros que lo amenacen, pero sobre todo para cuidar la esperanza”.
Francisco agregó que el sitio del Obispo para estar con su pueblo es triple: “O delante para indicar el camino, o en medio para mantenerlo unido y neutralizar los desbandes, o detrás para evitar que alguno se quede rezagado, pero también porque el rebaño mismo tiene su olfato para encontrar nuevos caminos”.
“Estamos un poquito retrasados en lo que a Conversión Pastoral se refiere. Conviene que nos ayudemos un poco más a dar los pasos que el Señor quiere para nosotros en este hoy de América Latina y el Caribe”.
Francisco analizó el documento de Aparecida y señaló que la Iglesia es institución, pero cuando se erige en “centro” acaba transformándose en una ONG, se vuelve cada vez más autorreferencial y se debilita su necesidad de ser misionera.