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El Telégrafo
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Acuerdo con Irán da a Obama su mayor victoria diplomática

Foto: AFP
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14 de julio de 2015 - 09:34 - Agencia AFP

Cuando el presidente Barack Obama aceptó el Premio Nobel de la Paz al principio de su primer mandato, reconoció la controversia que suscitó ese reconocimiento y explicó que apenas estaba "en el inicio de mi trabajo en la escena mundial".

Cerca de 6 años más tarde, obtiene, gracias al acuerdo firmado con Teherán sobre su programa nuclear, un éxito diplomático indiscutible, que aleja la perspectiva de una intervención militar con consecuencias imprevisibles en una región muy inestable.

El acuerdo, por supuesto, tiene sus detractores, tanto en Estados Unidos como en otras partes del mundo, desde Israel hasta las monarquías sunitas del Golfo. Y aunque en las próximas semanas supere la delicada etapa de su aprobación en el Congreso, será necesario esperar varios años --mucho después de la partida de Obama de la Casa Blanca-- para calibrar su alcance real.

Sin embargo, el 44° presidente de Estados Unidos puede ver legítimamente en el acuerdo la expresión concreta  de uno de los principios fundamentales de su política exterior: darle una oportunidad al diálogo, incluso con los enemigos de Estados Unidos.

Hay que intentar encontrar sin descanso un equilibrio "entre aislamiento y cooperación, presiones y estímulos", explicaba cuando recibió el premio Nobel en Oslo en diciembre de 2009, ocasión en la que insistió en su convicción de que "las sanciones sin la mano tendida y las condenas sin negociaciones" estaban abocadas al fracaso.

Si su predecesor George W. Bush diseñó una lista de países con los que no se podía negociar, su famoso "eje del mal", Obama intentó con ellos una apertura, y en septiembre de 2013 llegó a cruzar una frontera impensable: mantuvo una conversación telefónica con su homólogo iraní, Hassan Rohani.

Treinta y cinco años después de la ruptura de sus relaciones diplomáticas tras la revolución islámica y de la toma de rehenes en la embajada estadounidense en Teherán, los dos países, así como otros miembros del llamado grupo 5+1, se pusieron de acuerdo en un documento que impide a Teherán dotarse de armas nucleares a cambio de un levantamiento de las sanciones que estrangulaban la economía iraní.

"Durante décadas nuestra política consistió en detener a Irán, no en cooperar o trabajar sobre el tema que fuere. Esto es un cambio fundamental", subraya Aaron David Miller, del Wilson Center. "Estar a favor o en contra de este acuerdo es muy significativo", agrega.

Para Trita Parsi, del centro de reflexión National Iranian American Council, el texto aprobado en Viena es indiscutiblemente la obra maestra de la política exterior de Obama, quien dejará la presidencia dentro de 18 meses.

A pesar de que el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba, anunciado hace pocas semanas, es "probablemente tema de conversación de un gran número de estadounidenses", este acuerdo con la República Islámica tendrá "consecuencias geopolíticas infinitamente más importantes", estima.

 "Mi nombre estará en el acuerdo"                  

A corto plazo, todas las miradas se dirigen al Congreso estadounidense, porque a pesar de que no tiene que ratificar el documento (pues no es un tratado), no obstante está en condiciones de bloquear su entrada en vigor, decisión que Obama puede vetar.

El presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, criticó el martes el acuerdo, y opinó que contribuiría a reanudar la carrera por las armas nucleares en el mundo. "Este acuerdo otorgará a Irán miles de millones a raíz del alivio de las sanciones y el tiempo y el espacio necesarios para alcanzar (...) la capacidad de producir una bomba nuclear", declaró. "En lugar de detener la propagación de armas nucleares en Medio Oriente, este acuerdo probablemente lanzará una carrera por las armas nucleares en el mundo".

Si supera ese obstáculo, ¿qué lugar ocupará en los libros de historia este acuerdo extensa y duramente negociado durante cerca de dos años?

Algunos evocan el acercamiento entre Estados Unidos y China en la década de 1970 bajo la presidencia de Richard Nixon, quien realizó una visita histórica a Pekín en febrero de 1972.

Pero el paralelismo es en muchos sentidos improcedente. "Aún estamos muy lejos de una normalización (de las relaciones) entre Estados Unidos e Irán", subraya Aaron David Miller, quien recuerda las numerosas fuentes de tensión en la región: apoyo de Teherán al régimen de Bashar al-Asad en Siria, a Hezbolá en Líbano, a Hamas en la Franja de Gaza e incluso a los rebeldes hutíes en Yemen.

Queda por saberse si este acuerdo puede ser el punto de partida de transformaciones más profundas, por ejemplo el inicio de un diálogo más amplio entre Washington y Teherán. Barack Obama así lo espera: "Este acuerdo nos da la posibilidad de ir en una nueva dirección. Debemos aprovecharla", dijo el martes en la Casa Blanca.

Según Suzanne Maloney, de la Brookings Institution, este "verdadero trofeo", fruto del despliegue de una excepcional "energía diplomática", puede ser comparado con los acuerdos a los que llegó Ronald Reagan durante la Guerra Fría, en particular sobre el desarme con la Unión Soviética.

"Fueron acuerdos estratégicos que permitieron gestionar uno de los aspectos más peligrosos de una relación entre adversarios", afirmó.

Consciente de que este proceso no concita unanimidad, Obama pone en juego toda su influencia, y posiblemente su lugar en la historia.

"Mi nombre estará inscrito en este acuerdo", explicó hace algunas semanas. "Nadie tiene más interés que yo en garantizar que se cumplirán las promesas".

"Detendrá proliferación de armas nucleares"

El presidente estadounidense Barack Obama se congratuló el martes por el histórico acuerdo nuclear alcanzado con Irán, afirmando que está basado en la verificación, no en la confianza, por lo que ayudará a detener la proliferación de armas nucleares en la región.

"Todos los caminos hacia un arma nuclear están cortados", dijo Obama en un discurso a la nación desde la Casa Blanca, acompañado por el vicepresidente Joe Biden. "Este acuerdo muestra que la diplomacia estadounidense puede traer cambios significativos" agregó.

"Este acuerdo nos da la posibilidad de ir en una nueva dirección. Debemos aprovecharla", declaró el mandatario. Evocando "diferencias bien reales" y "una historia difícil que no puede ser ignorada", estimó sin embargo que el cambio es posible.

Obama, que había hecho de este acuerdo una de sus prioridades de política exterior, advirtió al Congreso estadounidense contra un eventual rechazo "irresponsable" del mismo. (I)

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