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Nobel de la Paz para UE, entre felicitaciones y cuestionamientos

Nobel de la Paz para UE, entre  felicitaciones y cuestionamientos
13 de octubre de 2012 - 00:00

La Unión Europea (UE), que atraviesa uno de los momentos más graves de su historia, aseguró ayer que recibe el Nobel de la Paz 2012 "orgullosa" de su identidad y convencida de que los mismos valores que sustentan el premio serán el revulsivo para superar su crisis.

"El Comité del Nobel para la Paz y la comunidad internacional han mandado el muy importante mensaje de que la Unión Europea es algo precioso, que debe cuidarse por el bien de los europeos y del resto del mundo", afirmó el presidente de la Comisión Europea (CE), José Manuel Barroso tras conocer el reconocimiento internacional.

La idea de proporcionar reconciliación, paz, prosperidad y seguridad a los europeos después de la devastación del continente por la Segunda Guerra Mundial y de dejar las puertas abiertas a las democracias europeas le valieron  a la UE ese galardón.

Barroso subrayó que "este premio muestra que incluso en momentos difíciles como estos, la Unión es fuente de inspiración para los líderes y los ciudadanos de todo el mundo, y de que la comunidad internacional necesita a una Europa fuerte".

El presidente del Ejecutivo comunitario afirmó  que el Nobel de la Paz es de los 500 millones de europeos que integran los actuales 27 Estados miembros de la Unión, con un poder económico que le sitúa a la cabeza de la economía global.

"Pese al pesimismo en la economía europea, este es un gran día para Europa... Es un día de orgullo para cada europeo", señaló el comisario europeo para Asuntos Económicos, Olli Rehn, desde Tokio, donde asiste a la reunión anual del FMI y del BM.

La  concesión del galardón, por el que la UE competía con otras 231 candidaturas, de las que 43 eran también organizaciones, ha sido aplaudido también por el Parlamento Europeo y los partidos políticos en él representados, que de manera general lo reconocen como un impulso para superar  malos tiempos.

Desde la CE, su portavoz, Pia Ahrenkilde, aseguró que "en este contexto de crisis, el premio es un revulsivo para resolver el bache económico con perseverancia y asegurar los valores de la UE".

"El proyecto por la paz que representa la Unión también tiene una vertiente social: conseguir la mejor situación posible para los ciudadanos de la UE que lo están pasando tan mal con la crisis", dijo Ahrenkilde. Subrayó  que "salir reforzados de la crisis es asegurar la vigencia de los valores europeos que han servido de puente hacia el Nobel".

"Es el premio correcto para la organización apropiada en el momento adecuado", consideró  el director del instituto de estudios Carnegie Europe, Jan Techau. Precisó que este "premio que siempre ha sido político, le da a la Unión un impulso en un momento en que sus cimientos se están viendo sacudidos", en referencia a las turbulencias que afectan a la moneda única y por la crisis de la deuda soberana que viven algunos de los socios.

Para Techau es también "un recordatorio para que los euroescépticos consideren los méritos reales de la Unión que tanto desprecian, pero también un llamamiento para que Europa se convierta en un actor estratégico serio en el mundo".

Los líderes europeos también han leído en el reconocimiento del Nobel un impulso para los proyectos europeos, como señaló el primer ministro belga, Elio di Rupo, quien indicó que el premio llega "en unos tiempos difíciles económicamente, cuando la UE  hace frente al reto más importante de su existencia".

Sectores contra la decisión

El único tono disonante de un mandatario  activo provino del presidente checo, Vaclav Klaus, conocido antieuropeísta, quien calificó la concesión del premio como "una broma pesada".

El portavoz presidencial, Radim Ochvat, señaló que la reacción de Klaus fue una "risa amarga", "síntoma de cierta decepción por la hipocresía", a la vista de que la actual UE es una comunidad "casi ilegítima" y donde "la democracia y libertad se arrugan en un rincón".

En Italia, el senador Sandro Bondo, ministro de Cultura en el Gobierno de Silvio Berlusconi, aseveró que el premio "es una expresión de hipocresía sin límites", ya que "Europa y su falsa conciencia permanece muda e inerte frente a todos los conflictos que existen en el mundo y pone en peligro la paz".

Por su parte el Premio Nobel de la Paz de 1980, el argentino Adolfo Pérez Esquivel, consideró  que la concesión del Premio Nobel de la Paz a la Unión Europea no debe utilizarse para justificar acciones militares en otros continentes.

En el mismo tono crítico hacia las acciones militares de la UE, Ludmila Alexéyeva, veterana activista soviética y rusa que también aspiraba al premio, recordó que algunos países miembros de la Unión Europea combatieron en Irak y en Afganistán. "No entiendo que se dé un premio de la paz a la UE, cuyos países tomaron parte en la guerra de Irak, en la de Afganistán y en otros conflictos".

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