La convocatoria a nuevas elecciones en Grecia, y el temor de que la banca española no sea capaz de sacar adelante su saneamiento sin ayudas públicas como ingredientes, fue la excusa que ayer tuvieron los mercados para impulsar en la apertura la prima de riesgo española, que ayer cerró en 485 puntos básicos tras llegar a los 507, máximo histórico.

Con la escalada, el interés que los inversores exigen a los bonos españoles a diez años ha llegado al 6,29%, desde el 6,32% del martes, nivel que no alcanzaba desde finales del pasado noviembre, y que coloca a la deuda española en un peligroso nivel que el mercado relaciona con la necesidad de una intervención internacional, dada la pesada carga de los intereses que implica para un país.

El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, reconoció que la situación en su país es "muy complicada", porque al país le resulta "muy difícil financiarse" y hacerlo a un precio razonable, pero negó una vez más que España esté al borde del rescate.

Rajoy pidió ayer a la Unión Europea (UE) un mensaje "claro y contundente" en defensa del euro y de la sostenibilidad de las deudas soberanas de todos los países que comparten la moneda única.