Miles llegan hasta Jerusalén
Las estrechas calles de la antigua Jerusalén se convirtieron en el centro de peregrinaje de miles de feligreses del mundo y palestinos cristianos que recorrieron ayer los pasos de Jesús hacia la cruz. Este año el Viernes Santo coincidió con el inicio de la Pascua judía o “Pesaj”.
Bajo un sol de justicia del que solo era posible esconderse en las más frescas callejuelas del Vía Crucis, una marea humana siguió ayer al patriarca latino, Fuad Twal, y al custodio franciscano, Pierre Battista Pizaballa, por las 14 estaciones.
La procesión, amorfa en estructura porque cada grupo y parroquia rezaba a su propio ritmo y en su propio idioma, comenzó poco antes del mediodía en la parte baja de Jerusalén.
De ahí, en lento pero desordenado paso por cada una de las estaciones de la Vía Dolorosa, avanzó por las calles del zoco palestino, que desde hace cientos de años es testigo mudo del Vía Crucis. Las cruces las llevaban a hombros una docena de cristianos palestinos que a lo largo del recorrido se fueron intercambiando para ceder el privilegio a otros.
La procesión, que apenas dura hora y media, llega hasta el Santo Sepulcro, que alberga las últimas estaciones del Vía Crucis.
El “Pesaj”, que dura siete días en Israel, comenzó anoche al caer el sol, que reunió a las familias para cenar y leer la “Hagadá”, la “historia” del éxodo de Egipto de la mano de Moisés.