Merkel fracasa en los diálogos para formar gobierno
Incertidumbre absoluta en Alemania tras la ruptura de las negociaciones para formar gobierno. Tras casi cinco semanas de conversaciones exploratorias, a la canciller Angela Merkel no le ha quedado otra opción que rendirse a la evidencia y aceptar que poner de acuerdo a dos partidos como el liberal FDP y los Verdes, distanciados por notables diferencias ideológicas, es una tarea casi imposible.
Al menos, por el momento. Ante este callejón sin salida, la líder democristiana activó ayer su plan B acudiendo a la recepción del presidente del país, el socialdemócrata Frank-Walter Steinmeier, para anunciarle el fracaso de sus intentos por hilvanar una coalición con esas dos formaciones, la única aritméticamente posible a nivel federal.
Como se esperaba, Steinmeier salió en defensa de Merkel en la conferencia convocada de urgencia ayer donde apeló a la responsabilidad del resto de líderes políticos a quienes anunció que esta misma semana comenzará una ronda de contactos para zanjar un panorama que hoy por hoy se presenta oscuro.
Si este llamamiento del presidente del país no surte efecto, dos son las opciones que baraja la canciller para solucionar el embrollo de gobernabilidad al que le empujó las elecciones celebradas el pasado 24 de septiembre. Y ambas no están exentas de dificultades.
Por un lado, el democristiano CDU comienza a reconocer la posibilidad, maldita para ellos, de gobernar en minoría con el Partido Verde, una fórmula inédita hasta ahora en Alemania y que a tenor de lo contemplado la semana pasada en la Cumbre climática celebrada en Bonn, es una idea embarazosa para la gran fuerza ecologista.
La otra opción que le quedaría a la tenaz canciller germana es arrojar definitivamente la toalla y repetir unas elecciones federales que, sin duda, beneficiarían a la ultraderecha de la AfD que ya en los últimos comicios entró de forma arrolladora en el Bundestag con el 12,4% de los votos y 94 diputados. Una alternativa repudiada por miles de alemanes a los que la formación xenófoba les revuelve viejos fantasmas del pasado enterrados con la II Guerra Mundial.
Los socialdemócratas del SPD dirigido por Martin Schulz, segunda fuerza en el Parlamento germano, ya se han apresurado a decirle a Merkel que, en esta ocasión, se olvide de ellos.
Schulz se reafirmó ayer ante su público que no reeditará la Gran Colación que gobernó con los conservadores CDU y CSU durante 12 años y que solo les ha reportado debilidad política y una sangría de votos. Seriamente advertidos por sus militantes, la SPD volvió ayer a defender que si Merkel no es capaz de armar una coalición sin ellos lo mejor que puede hacer es adelantar los comicios.
Para la canciller es vital tejer esa coalición con liberales y verdes, conocida en Alemania como Jamaica por el color de los partidos que la compondrían y evitar otra cita con las urnas. Se arriesga a que su carrera política quede definitivamente dañada.
Sin embargo, su fiabilidad para armar acuerdos imposibles es toda una garantía de éxito.
Según anunciaron ayer varios medios alemanes, circula un borrador de coalición a tres bandas que ha quedado en suspenso hasta conocer lo que los ecologistas decidan el próximo sábado en su congreso.
Por el momento se sabe que las diferencias más profundas giran en torno a la cuota de refugiados y la reunificación familiar de los migrantes y también a los exiguos compromisos de Berlín en la lucha contra el cambio climático. Para los liberales, estos temas son verdaderas barreras que les separan del CDU y, sobre todo de los Verdes.
La esperanza para los tres partidos es que el temor que les une ante la celebración inesperada de nuevas elecciones sea más poderoso que sus diferencias. Y no les faltan motivos.
Un sondeo difundido este fin de semana por la cadena pública ZDF apuntaba a que la suma del tripartito en unos hipotéticos comicios obtendría ahora siete puntos menos que los que lograron en las elecciones federales de septiembre. (I)
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Inmigración, principal escollo en las negociaciones
La inmigración es el principal tema de discordia en un país como Alemania, donde la extrema derecha hizo grandes progresos en estas últimas elecciones, aprovechando el descontento de una parte del electorado tras la llegada de más de un millón de demandantes de asilo desde 2015.
La Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Angela Merkel, su aliado bávaro CSU y los liberales querían limitar el número de refugiados a 200.000 por año.
Los Verdes reclamaban, por su parte, que el año próximo se retomara el dispositivo de los reagrupamientos familiares para todos los refugiados.
En la actualidad, solo quienes tienen asilo por persecución religiosa se benefician de ello. Esta posibilidad fue suspendida el año pasado y solo hasta marzo de 2018 para los refugiados acogidos por motivo de guerra, como los sirios, ya que estos solo disponen de un estatuto temporal de un año, renovable en función de la evolución de la situación en sus países de origen. Una protección llamada ‘subsidiaria’.
Los partidos no lograron ponerse de acuerdo sobre esta situación.
Las bancadas también se enfrentaron sobre la forma de disminuir las emisiones de C02 de Alemania para alcanzar sus propios objetivos. (I)