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Massa, el político argentino efímero

Massa, el político argentino efímero
30 de agosto de 2013 - 00:00

Los argentinos suelen perdonar a aquellos políticos que cambian de camiseta, saltan desde un partido político a otro como en los cuadrados de una rayuela, sin importar la coherencia ideológica con tal de llegar a la meta. Pero hay algo que los argentinos no perdonan: cambiar de club. Se es hincha del mismo equipo de fútbol hasta la muerte. El que traiciona no merece consideración alguna.

Sergio Massa fue “liberal”, después “menemista”, luego “duhaldista” y más tarde “kirchnerista”. Hoy es “renovador”, la gran esperanza de la oposición y de los grupos mediáticos adversos al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner no solo frente a las elecciones legislativas del 27 de octubre, sino también para las presidenciales de  2015.

Massa pasó ya por varios de los cuadrados de esta peculiar rayuela política. Y a nadie parece importarle sus vaivenes ideológicos. Sin embargo, fue hincha de San Lorenzo, el equipo del papa Francisco; simpatizó con Chacarita y abrazó –antes de cumplir 30 años- los colores de Tigre. Y eso, en Argentina, dice mucho...

El político fue el gran ganador de las primarias abiertas y obligatorias del 11 de agosto pasado. Su Frente Renovador peronista se impuso por casi 6 puntos (35,05% a 29,65%) al candidato del “kirchnerismo”, Martín Insaurralde, en la provincia de Buenos Aires, donde vota el 37% del electorado.

Massa se crió en una familia de clase media de la localidad de General San Martín, en la periferia oeste de la capital, y desde niño abrazó a San Lorenzo. Cursó estudios en el colegio católico Agustiniano y comenzó a militar en la Unión del Centro Democrático, el partido liberal que llamaba a acabar con el “Estado elefante”...

Como sus correligionarios, quedó embelesado por el entonces presidente Carlos Menem (1989-99), quien basó su campaña electoral en rescatar los principios sociales del peronismo y terminó haciendo, como él mismo confesó, todo lo contrario. “¡Si no, quién me hubiera votado!!”, se rió cínicamente durante su gobierno neoliberal marcado por una era de privatizaciones salvajes.

Massa ocupó la presidencia del ala juvenil liberal en la provincia de Buenos Aires entre 1994 y 1996.  Pero pronto se sumó a las filas del “menemismo” bajo el ala del dirigente gremial Luis Barrionuevo, por entonces presidente del club Chacarita, cuyo estadio está en su natal San Martín.  

Massa asumió una subsecretaría del Ministerio del Interior y fue asesor del Ministerio de Desarrollo Social. En 1997 fue electo diputado provincial en las listas del peronismo. Ya simpatizaba con Chacarita...

El año 2001 marcó un antes y después en su vida. Se casó con Malena Galmarini, hija del exdirigente “menemista” Fernando Galmarini, oriundo de la localidad de Tigre, en la periferia norte de la capital. Massa se mudó allí ese mismo año. Su suegro se había  reciclado en las filas del  entonces flamante presidente de la derecha peronista Eduardo Duhalde (2002-2003). Massa asumió el frente de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses).

Néstor Kirchner lo ratificó tras asumir en 2003, ya que  había llegado al gobierno por un pacto con Duhalde. Massa ya era hincha de Tigre, del que pronto se convirtió en su vicepresidente y “hombre fuerte” del club.

En 2005 Massa fue elegido diputado nacional por el “kirchnerismo”, pero no asumió por pedido de Kirchner, que prefirió mantenerlo en la Anses. Como titular del organismo, Massa renegoció las deudas previsionales de los clubes, una posición de enorme influencia ante la Asociación de Fútbol Argentino (AFA). En solo cuatro años Tigre pasó de tercera a primera división.

“Salvando las distancias, hizo lo mismo que (el actual alcalde de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio) Macri en Boca Juniors. Cuando tomó las riendas del club Tigre estaba en tercera división y lo llevó a primera y a jugar copas internacionales (perdió la final de la Copa Sudamericana el año pasado ante San Pablo)”, dice a EL TELÉGRAFO el periodista deportivo Ezequiel Fernández Moores.

“Massa era un dirigente exitoso que se paseaba por la cancha y generaba aplausos. Hoy, dicen mis fuentes en Tigre, lo silbarían porque ven puro envase y poco contenido. No hay divisiones  inferiores, las entradas se venden en un camión a 100 metros de la cancha. Es el fútbol de primera y nada más. Es la típica cosa marketinera”, resume.

Ya en 2007 Massa dio otro salto y fue elegido alcalde de Tigre. El 23 de julio de 2008 la presidenta Cristina Kirchner lo designó jefe de gabinete, pero duró solo un año en el cargo. En 2009  fue de nuevo diputado nacional, pero volvió a la municipalidad de Tigre, donde había pedido licencia.

Ya todos en el gobierno lo tildaban por lo bajo de “traidor”. No le perdonaban que, en su propio distrito, había respaldado una lista vecinal de concejales comandada por su esposa, que fue la vencedora de la elección por sobre la lista “kirchnerista”.

En 2011 fue reelecto como alcalde de Tigre con el 73,75% de los votos.  Allí, uno de sus caballitos de batalla es la lucha contra la inseguridad. Para ello instaló cámaras de vigilancia en distintas partes del municipio.

Pero no todas son rosas. Fernández Moores escribió recientemente en el conservador diario La Nación, que la barra de Tigre “goza de carnés especiales y maneja las canchitas de fútbol 5 debajo de la tribuna popular local. También, el bar Acrópolis, que está en la puerta”.

El 24 de febrero pasado, barras de Tigre se enfrentaron a balazos en una pelea interna cerca del estadio. Uno de ellos, Alejandro Blázquez, falleció. Pero curiosamente las cámaras de seguridad  no funcionaron. Y si bien el estadio queda en la vecina localidad de San Fernando, su alcalde, Luis Andreotti, es un fiel dirigente “massista” y forma parte del grupo de jefes comunales que hacen un culto a las cámaras de vigilancia.

“El barra fallecido era del partido radical (la opositora Unión Cívica Radical, UCR). El bando rival responde al massismo y querían tener mayor influencia en la hinchada”, dice a EL TELÉGRAFO una fuente que conoce el caso. Massa es hoy para Tigre lo que Macri es para Boca Juniors. Y se parecen mucho. Ambos tienen un pasado liberal y “menemista”. Al alcalde porteño, que como presidente de Boca llevó al popular club argentino a la cima del fútbol mundial como trampolín para su carrera política, le salió un imitador para 2015.

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