Entrevista / Luis García Montero / promotor del manifiesto ‘Por un gobierno de progreso en España’
"Mal le irá a España si los corruptos vuelven a gobernar"
En plena promoción de su último libro, Un lector llamado García Lorca, Luis García Montero (Granada, 1958) es uno de los 700 firmantes del manifiesto ‘Por un gobierno de progreso’ entre el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Unidos Podemos y otras fuerzas parlamentarias junto a personalidades destacadas, como Fernando Trueba, Baltasar Garzón o Joaquín Sabina, entre otros.
“Hay que buscar una alternativa al Partido Popular (PP), una fábrica de crear pobres y corruptos”, dice con tranquilidad al recibir a EL TELÉGRAFO en su casa. “Aunque todo lo bueno y lo malo del ser humano lo vivo en la literatura, no en la política”, añade este poeta, filósofo y profesor de Literatura, quizás como una licencia del militante del Partido Comunista de España (PCE) que fue desde la juventud. No se anda por las ramas cuando habla de la situación de parálisis política actual y de las presiones que existen para que Mariano Rajoy vuelva a ser presidente del país. “Porque mal le irá a una democracia que elige a corruptos como gobernantes”, sentencia con la suavidad de un verso libre.
Usted es uno de los promotores del manifiesto ‘Por un gobierno de progreso’. ¿A qué se debe esta iniciativa?
Porque España vive una situación de complejidad política donde el antiguo presidente, Mariano Rajoy, se presenta como la única alternativa sensata para formar gobierno. Creemos que lo peor para España es que siguiese gobernando el Partido Popular (PP) debido a que está envuelto en muchos casos de corrupción y también porque su política ha incrementado la desigualdad y la pobreza social. Lo mejor que podría ocurrirle a la democracia española es que el PP pasase a la oposición para regenerarse como partido conservador.
Pero Rajoy ganó las últimas elecciones con casi 8 millones de votos. Es un argumento indiscutible.
Es cierto, pero también lo es que el censo electoral español se compone de 36 millones de personas que eligieron un Parlamento donde la representación mayoritaria no representa al PP. Pedimos que esas fuerzas alternativas se pongan de acuerdo en los puntos clave para poder gobernar.
¿Es imposible regenerar la política española mientras el PP siga en el poder?
¿Cómo creer que puede hacerlo si mientras promete acabar con la escandalosa corrupción que ellos mismos crearon se descubre que un exministro, como José Manuel Soria, que ha escondido dinero en paraísos fiscales, era propuesto para dirigir el Banco Mundial? También está la trama de Rita Barberá en Valencia o los cobros millonarios de comisiones ilegales en Madrid. Que combatan la corrupción es como pedir a un pirómano que apague el fuego. Mal le irá a España si vuelven a gobernar.
¿Y cómo explica que, pese a estos escándalos, Rajoy siga ganando las elecciones?
En primer lugar, hay 28 millones de españoles que no votan al PP. En segundo lugar está la particular configuración del Parlamento, que no corresponde al número de votos sino que favorece a los partidos mayoritarios por la aplicación de la Ley D’Hondt (es un sistema de cálculo proporcional por listas electorales).
A todo esto habría que sumar un elemento fundamental, como es el papel de los medios de comunicación masivos, en concreto de las televisiones públicas, cuya falta de libertad y el servilismo al partido de gobierno son tan palpables que han provocado las protestas de los trabajadores. Mienten para alabar y callan para no denunciar.
Los diarios están hoy en manos de las grandes corporaciones financieras cuyo interés es mantener los privilegios que les procura un gobierno de derecha. Esta situación impide que mucha gente tenga los datos suficientes para saber lo que está ocurriendo y acepte las corrientes que se generan desde los medios por miedo a un cambio. Como dijo Antonio Machado: “La verdadera libertad no está en poder decir lo que piensas, sino en poder pensar lo que dices”.
Pero el resto de partidos políticos tampoco muestra una gran capacidad para llegar a un acuerdo de gobierno. ¿Cuál es el motivo?
Se mezclan muchas cosas. La herencia de la dictadura tuvo la factura del tutelaje para la democracia. Se nombró a un rey que representaba los intereses económicos del franquismo. En España, la transición de regímenes no se planteó como una apuesta hacia una democracia social progresista sino que facilitó que el capitalismo franquista pudiese integrarse en el capitalismo europeo. Y para eso se creó un sistema de control político que se ha mantenido durante muchos años, cuyo característica ha sido el bipartidismo entre el PP y el PSOE.
Pero el PP y el PSOE no representan lo mismo.
No. Ni el votante de uno y otro partido se parecen. Yo tengo muchas cosas en común con el PSOE, pero es verdad que se generó una dinámica de turno donde la cúpula de ambos partidos llegaron a acuerdos para controlar la justicia, para repartirse el panorama mediático y empresarial. Todo esto ha generado una tensión social que terminó en indignación.
Y enfrentamientos internos. El PSOE, por ejemplo, no sabe si pactar con Podemos o facilitar el gobierno a Mariano Rajoy.
Es indudable que el debilitamiento de los socialistas ha producido muchas peleas internas que han convertido los asuntos políticos importantes en armas arrojadizas que buscan debilitar al enemigo interno en lugar de encontrar soluciones.
Parece que los dos frentes internos del PSOE están separados por la visión irreconciliable sobre el derecho a decidir que reclaman en Cataluña. ¿Es tan grave?
La articulación territorial de España es un problema serio. La crisis del sistema se ha estructurado sobre una base nacional en lugar de hacerlo como una cuestión social. Y todos lo han utilizado para sus intereses y para silenciar el debate social. La derecha española, para presentarse como el salvador de la unidad de España y ganar votos en Madrid o Extremadura; y la derecha catalana, para culpar a España de todos los males que asolan su economía regional. En el PSOE ocurre lo mismo.
Ante el retroceso que viene sufriendo el partido, un sector está utilizando el independentismo catalán para evitar que su secretario general configure con los nacionalistas una mayoría que le permita gobernar. Una asignatura que reconozca la pluralidad de España sería la mejor forma de entendernos.
Y, ¿cuál sería la solución?
La que tiene en cuenta a la gente y sus sentimientos.
¿Referéndum?
Diálogo y derecho a decidir porque me parece que es un derecho democrático y creo que respetar las urnas es la mejor manera de solucionar el problema que se ha generado en España. Ha habido referéndum en Escocia y en Canadá con toda normalidad.
Usted es poeta y andaluz, como Federico García Lorca. ¿La muerte y desaparición del escritor granadino podría simbolizar el cuadro de incomunicación que se vive en la España actual?
Su muerte representa a todas las miles de muertes que provocó la guerra civil. Va quedando cada vez más lejos, pero tal y como está el mundo, las injusticias hay que vivirlas como algo presente. No simplemente como una forma de reparar el dolor del pasado sino también el presente porque lo definimos como nosotros queremos. Un presente que no se conmueve con las injusticias es un presente injusto.
Si ahora viviera Lorca, ¿qué pensaría de la España actual?
Es difícil saberlo, pero estaría feliz porque era partidario de la vida. Probablemente vería esta realidad con los ojos asombrados de una persona del siglo XIX, siempre en contra del poder injusto y a favor de la dignidad de las personas. (I)