La inflación cerrará este año en 21,6%, según el fondo
Macri enfrenta la incredulidad del FMI
A Mauricio Macri le cuesta cada vez más convencer a sus aliados de que todo marcha bien en Argentina. En un año electoral decisivo para afrontar la parte final de su mandato sin depender de legisladores opositores cercanos a su proyecto, el presidente enfrenta la incredulidad del 'establishment' económico y de hasta de un organismo clave en su visión empresaria: el Fondo Monetario Internacional.
Macri presentó un plan bien definido para contener la inflación y volver a tener crecimiento del PIB tras un año y medio de recesión, ajuste, tarifazos, alza del desempleo y aumento de la pobreza. Un combo muy difícil de sostener de cara a las elecciones parlamentarias de octubre. Pero las cifras fijadas para este año en materia económica empiezan a hacer agua por todos lados, incluso ante los ojos de quienes respaldan las políticas oficiales tanto en el país austral como en el exterior.
El primero en lanzar una piedra fue el FMI, un organismo que volvió a tener influencia sobre Buenos Aires después de más de una década en que no pudo pisar el país por decisión de los anteriores gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. En el 2005 Néstor Kirchner pagó unos $ 10.000 millones al contado de la deuda que Argentina mantenía con el Fondo y se desembarazó de cualquier tipo de control del organismo sobre las cuentas públicas. De hecho, impidió al FMI auditar la economía argentina, como hace con todas las naciones miembro.
Pero con la llegada de Macri al poder, el FMI volvió a Buenos Aires. Si bien el gobierno no le pidió dinero prestado, en menos de un año y medio de gestión Macri aumentó la deuda externa argentina en $ 77.000 millones.
En su primer año de mandato, Macri previó que la inflación estaría en torno al 25% (un poco más que en el último año de gobierno de Cristina Fernández de Kirchner), pero el índice terminó ubicándose en 41%. El PIB se contrajo 2,3% en el 2016 después de las promesas de Macri de que el país despegaría en el segundo semestre de ese año. En el 2015, último año de gobierno “kirchnerista”, había crecido 2,1%.
Para 2017 el optimismo de Macri creció a pesar del aumento de la tensión social y las protestas populares masivas que convergieron el 6 de abril pasado en el primer paro general de su gestión convocado por la Confederación General del Trabajo (CGT, peronista). Las previsiones oficiales fijaron la inflación de este año en 17% y un alza en la economía del 3,5%. Por ello el gobierno intenta a toda costa que los distintos gremios –como los docentes, en conflicto desde el inicio del ciclo lectivo el 6 de marzo con 9 paros generales- acepten incrementos salariales del orden del 18%.
Pero ninguno de estos cálculos se materializó no solo ante los ojos de los sindicatos, sino tampoco frente al FMI. El Fondo estimó que la inflación cerrará este año en 21,6% y la economía crecerá, pero no a lo que aspira el gobierno. Lo hará un 2,2%, seis décimas menos de su última previsión y 1,3 puntos menos de la pauta oficial.
Pero el FMI también descree de las estimaciones gubernamentales para el 2018. Macri quiere una inflación de ente 8% y 12%, pero el organismo la proyectó en 17,2%. Según el Fondo, la economía crecerá 2,3% ese año. ¿Y más allá? En el último año de gestión, en 2019, el FMI anticipa una inflación del 13,1% contra las previsiones oficiales de entre 3,5% y 6,5%.
Las dudas llegaron incluso a antiguos asesores en materia económica. Miguel Angel Broda, fundador de la primera calificadora de riesgo argentina en los 90 y que formó parte del grupo de asesores de Macri en la campaña electoral en el 2015, dijo que “el enfermo (el país) está grave. Acá no hay plan A ni plan B, esto es insostenible en el largo plazo”. De esa manera aludió a declaraciones de Macri a la agencia Bloomberg cuando aseguró que en su plan económico “no hay Plan B”
“No se puede tener creciente déficit fiscal (en torno al 4,6% en 2016), financiado mangueando (pidiendo) ahorro externo y al mismo tiempo una tasa de inflación declinante. Es inestable", dijo.
Para Broda, no hay una idea para "sacar al país de la decadencia” ya que "las condiciones sobre las cuales está asentada la economía argentina, de bajo crecimiento, alta inflación y año electoral. son una combinación difícil para hacer una política económica buena".
"Se ha elegido un camino de una política monetaria, de metas de inflación, para reducir la inflación, una política fiscal extraordinariamente expansiva financiada con ahorro externo (deuda), y esta combinación genera problemas en el corto y el largo plazo", concluyó. (I)