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El presidente Nicolás Maduro denuncia la existencia de una ‘corriente nazi-fascista’

Los opositores venezolanos intensifican acciones violentas

Agitadores y encapuchados de la oposición rocían gasolina a un hombre durante una protesta en Caracas.
Agitadores y encapuchados de la oposición rocían gasolina a un hombre durante una protesta en Caracas.
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23 de mayo de 2017 - 00:00 - Redacción y Agencia AFP

Venezuela cumplió ayer 52 días ininterrumpidos de protestas, que han dejado 48 muertos, centenares de heridos y 2.660 detenidos en todo el país.

El gobierno y la oposición se acusan mutuamente de las consecuencias de ese estallido social, donde la violencia recrudece a niveles escalofriantes, ya que ser chavista (simpatizante del gobierno) representa incluso un  riesgo de muerte.

Eso lo sabe Orlando Figuera, un joven de 21 años, quien el fin de semana pasado fue golpeado, apuñalado, rociado con combustible e incendiado por manifestantes opositores por creer que era chavista.

El hecho ocurrió en los alrededores de la plaza Altamira, municipio Chacao, al este de Caracas, que desde abril es escenario de violencia y vandalismo. “Nunca habíamos visto aquí que una persona fuera incendiada como hacen terroristas del Estado Islámico” (grupo extremista que combate en Siria), denunció el presidente

Nicolás Maduro en su programa de televisión semanal “Los domingos con Maduro”.

“Esta persona fue golpeada, la apuñalaron y casi la linchan, porque uno gritó que era chavista, o porque otro gritó que lo estaban robando”, expresó el mandatario enardecido.

Figuera se encuentra en el Hospital Domingo Luciani, al este de la capital con quemaduras de primer y segundo grado en 54% de su cuerpo y recibió seis heridas por arma blanca, indicó el mandatario.

Según el parte médico, la víctima recibió una herida por arma blanca “en región témporo parietal derecha, en el hemitórax superior izquierdo y tórax posterior derecho”.

La Fiscalía ya inició la investigación sobre lo ocurrido.

A criterio de Maduro, en la oposición se gesta una “corriente nazi-fascista” de persecución a personas por sus ideales políticos, sobre todo chavistas, detrás de la cual -aseguró- está la mano del presidente estadounidense, Donald Trump.

“Donald Trump tiene sus manos infectadas y metidas a fondo en esta conspiración, que tiene como objetivo tomar el control político de Venezuela”, expresó.

El ministro de Comunicación, Ernesto Villegas, denunció en Twitter que los jóvenes de barrios pobres, contratados -según él- por la oposición para ‘guarimbear’ (protestar violentamente), “se exponen a ser confundidos con infiltrados que apoyan al gobierno lo cual puede costarles hasta la vida”.

El fin de semana, la oposición realizó multitudinarias marchas en Caracas y otros Estados para exigir la salida de Maduro del poder y pedir elecciones generales.

En tanto, ayer más de un millar de opositores junto con la Federación Médica Venezolana (FMV) se dirigieron al Ministerio de Salud en la capital venezolana, para protestar por la falta de insumos, equipamiento y medicamentos en los hospitales públicos.

Del otro lado, seguidores del chavismo se concentraron en el Palacio presidencial de Miraflores, donde los recibió Maduro, quien además convocó para hoy a una mega marcha ‘por la paz’.

El gobernador del Estado Bolívar, Francisco Rangel Gómez, confirmó la quema de más de 50 autobuses durante ayer, hecho por el cual fueron detenidas tres personas.

Las divisiones entre el Ejecutivo y oposición se agudizaron tras la convocatoria de Maduro a una Asamblea Constituyente ‘popular’, en la cual la mitad de sus integrantes serían elegidos en sectores afines al gobierno.

El presidente insiste en que el “Sí a la Constituyente” es el único camino ‘hacia la paz’. Los opositores rechazan la propuesta por considerar que no es más que un intento del mandatario para evitar las elecciones presidenciales de 2018. (I)

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La derecha quiere internacionalizar el conflicto

La embajadora de Venezuela en Quito Carol Delgado advirtió el interés de la oposición de su país de promover protestas violentas en las naciones donde Venezuela tiene sedes diplomáticas, con el objeto de difundir de manera tergiversada lo que sucede en la República Bolivariana.

Denunció que el 19 de abril pasado cerca de 300 personas se arremolinaron alrededor de la embajada en el norte de Quito para gritar contra el gobierno de Nicolás Maduro y asediaron por más de cuatro horas a los empleados de la sede.

Delgado afirmó que la confrontación que está librando el pueblo de Venezuela es contra el sistema de imposición capitalista liderado por Estados Unidos, “mi pueblo vive una guerra y asfixia programada de la economía, a través de la inoculación del odio en el seno de la sociedad”.

Aseguró que la violencia viene de la oposición, no del gobierno, “los manifestantes violentos han sido entrenados para interpretar un calculado guion que culmine en la percepción mundial  sobre una insostenible situación de Venezuela como un Estado inviable, forajido”.

Estas escaramuzas que se han visto en los medios de comunicación buscan glorificar la causa de los grupos violentos, magnificar la gravedad del conflicto y hacer el montaje de que es un caso de violencia de Estado, para hacer ver al presidente Maduro como un dictador, “cuando ha sido quien ha llamado miles de veces al diálogo y entendimiento a la oposición que ha asumido una agenda anti patria de violencia extrema”.

La embajadora comentó que en los últimos meses, personajes de la derecha ecuatoriana han buscado trasplantar situaciones de violencia ocurridas en Venezuela  a la sociedad ecuatoriana para hacer parecer a los diplomáticos como enemigos del pueblo.

La constitucionalista venezolana, Alejandra Díaz dijo que los actos de violencia se focalizan en “15 municipios de los 337 que tiene Venezuela es decir en el 4% del total del territorio, pero se ha hecho creer, a través de los medios de comunicación que el resto del país está lleno de conflictos, caos y agitación”.

Reconoció que la situación de Venezuela es complicada pero ha sido exacerbada, “se ha satanizado y se muestra al mundo como que hay una guerra civil, únicamente para justificar una eventual intervención internacional” (I).

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