Dos eventos han coincidido amargamente para Keiko Fujimori este fin de semana.

Por un lado, varios medios de comunicación pudieron acceder al informe de más de 70 páginas en el que se transcriben las declaraciones que Marcelo Odebrecht, el ex principal de la constructora brasileña, hiciera hace pocos meses a los representantes de la fiscalía peruana.

A través del mecanismo de delación premiada y tras garantizarle que no será juzgado en Perú, Odebrecht accedió a declarar a la justicia local los movimientos ilegales a través de los que su firma preparaba el camino para adjudicarse proyectos en el Perú.

En las transcripciones se lee lo que hasta hace poco eran rumores generalizados: la entrega de dinero, en 2011, a la candidata Keiko Fujimori, entonces una de las favoritas para ganar la contienda.

De acuerdo a Odebrecht, una práctica conocida del departamento de operaciones estructuradas de su empresa era la entrega de dinero a los candidatos que mayor acogida tenían en su país. “Recuerdo haber dicho a Jorge Barata (el principal de Odebrecht en Lima) que decidiera, que apoyara a Keiko si él estaba seguro que ella ganaba y que tendríamos represalias por eso”, dice en una parte de su declaración.

Por otro lado, la noche del pasado viernes, IDL Reporteros difundió un artículo titulado “La nota misteriosa” en el que se emite una nota personal de Odebrecht en la que aparece el nombre de Keiko. “Aumentar Keiko para 500 e eu fozar visita”, dice la nota en un escueto correo en el que también aparecen los nombres de Humala, y las siglas AG.

Los dos eventos alteraron la tranquilidad de la tienda fujimorista.

Sin dar espacio a la especulación, Keiko Fujimori se apresuró a responder vía Twitter las acusaciones que, a su juicio, son infundadas. La negativa de que ni ella ni su partido habrían recibido ningún aporte extranjero es su escudo conocido. De acuerdo a su defensa, no tuvo ningún tipo de reunión con Odebrecht y, acaso si conoció a Jorge barata en 2011, cuando dio una conferencia a un centenar de empresarios.

Para Luz Salgado, Presidenta del Congreso y uno de los perfiles más antiguos del fujimorismo, no hay razón para dudar de Keiko Fujimori. Ella mira en la naturaleza de esta líder “transparencia y honestidad”, dos argumentos que, según dicen, la apartan de todo acto de corrupción.

Pero para la hija de uno de los 6 presidentes más corruptos del mundo, condenado a 25 años de cárcel por delitos de lesa humanidad, “transparencia” y “honestidad” son un activo flotante: se adecuan a la marea política en que le corresponda usarlas. Por eso, su negativa es vista por los rivales del fujimorismo como una reacción anticipada frente al aparecimiento de pruebas que la relacionan con apoyo brasileño para su campaña.

En la negativa que Keiko Fujimori le da a las acusaciones se revela además que el de Odebrecht es un tema que ha dejado de ser incómodo para ella y de apoco se va volviendo un problema.

Queda pendiente ver cuáles son los movimientos que la justicia peruana logra sobre estas nuevas pruebas ante la líder de Fuerza Popular, tienda fujimorista, quien desde el año pasado enfrenta ya una investigación por lavado de activos. (I)