Aunque Italia no es España ni Lombardía y el Véneto se parecen a Cataluña, el fantasma del grave conflicto territorial español sigue planeando sobre el subconsciente de los italianos, sobre todo tras conocer el aplastante triunfo de los partidarios del 'sí' a negociar con Roma mayores cotas de autonomía en la consulta legal celebrada el domingo. En el Véneto, el 98% de los electores votó a favor, mientras que en Lombardía el apoyo ascendió hasta el 96%, aunque la participación fue bajísima, al no superar ni el 40% del censo total.

Lombardos y vénetos, con una población conjunta de 15 millones de habitantes y un tercio del PIB total del país, acudieron ayer a la capital italiana para presentarle al primer ministro Paolo Gentiloni los inapelables resultados de una consulta legal que obligará al gobierno central a entablar una negociación antes de fin de año. Tanto el presidente lombardo, Roberto Maroni, como el véneto, Luca Zaia, ambos de la ultraderechista Liga Norte, reclaman la cesión de 23 competencias que la Constitución italiana autoriza a transferir a las regiones. Entre las más destacadas se encuentran las relaciones internacionales que afecten directamente a la política local, la educación, la sanidad, las relaciones laborales y la protección medioambiental.

El secretario de la Liga Lombarda, Paolo Grimoldi, repitió ayer ante sus seguidores en Milán un dato que su formación viene utilizando como un mantra desde el día de su fundación hace16 años: “El déficit fiscal de Lombardía respecto a Italia es el más alto de Europa”. Entre bromas, Grimoldi aseguraba que si fuera por el dinero “tendríamos que ir a una guerra civil” pero ya en tono muy serio revelaba que ese desfase financiero de su región es, según la Liga, de 54.000 millones de euros al año frente a los 8.000 que atribuyen a Cataluña, por la que sienten una indudable simpatía, y los 1.500 millones de otra región con ciertas ansias de independencia como la Baviera alemana. Por este motivo, el presidente lombardo, Roberto Maroni, anunció ayer que en las conversaciones con el gobierno italiano participará activamente el ministerio de Economía.

Y aunque Maroni agradeció la buena disposición al diálogo del primer ministro, tan pronto como pudo se encargó de bajar los ánimos de los más optimistas sobre una solución rápida a tan importantes cambios. “Nadie debe engañarse. El Ministerio de Economía será un hueso duro de roer”, alertó. En parecidos términos se expresó su homólogo del Véneto, Luca Zaia, una región tan rica o más que Lombardía donde el 98% de los votos emitidos el domingo cayeron del lado del sí. Su primer paso ha sido convocar una reunión extraordinaria de la junta regional para elaborar una propuesta concreta de demandas ante el ejecutivo central. “Esta administración no utilizará las herramientas legislativas para declarar la guerra ni para buscar pelea a nivel nacional”, afirmó ayer con la sonrisa del triunfador dibujada en la cara. Zaia, que siempre ha mostrado muchas simpatías con el proceso soberanista catalán, ha evitado al máximo hacer comparaciones durante la campaña.

Tal y como se esperaba, las mayores alusiones al conflicto catalán procedieron de los sectores centristas de Roma desde donde se martilleó los deseos autonómicos lombardos y vénetos con constantes apelaciones al impacto económico que podría provocar la fuga de bancos y empresas de esas regiones norteñas. Sin embargo, esta tendencia ha bajado de intensidad tras escucharse a los promotores derechistas de las dos consultas. Uno de los más influyentes articulistas del país, Antonio Polito, comentaba el lunes en el Corriere della Sera, que a diferencia del Brexit y de Cataluña, “que llenaron las urnas y aún no han logrado nada, la jornada del domingo se desarrolló bajo un marco constitucional y de responsabilidad nacional”, escribió.

Ante este escenario, solo cabe esperar que a partir de ahora todos renuncien a esa teatralidad grandilocuente tan propia de la política italiana y se pongan a analizar los resultados de una consulta legal que dejarán paso a unas durísimas negociaciones. (I)