La tensión disminuye en Brasil
La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, en cadena nacional, tendió una mano a los "indignados" del país y se dijo dispuesta a recibirlos, al cabo de una jornada en que las protestas perdieron fuerza.
"Voy a recibir a los líderes de las manifestaciones pacíficas, de sindicatos y asociaciones populares" pues "precisamos de todas sus contribuciones, reflexiones y experiencias", declaró Rouseeff, quien reiteró su "condena" a la violencia que ha habido en algunas protestas.
En el mensaje, que duró 10 minutos, Rousseff se refirió a las causas del malestar, que pasan por la calidad de los servicios públicos, la salud y la educación, la corrupción y el gasto público en la Copa Confederaciones, que comenzó el pasado sábado en Brasil, y en el Mundial de fútbol de 2014.
Reiteró el carácter "democrático" de las protestas, aunque condenó el vandalismo en las manifestaciones, que atribuyó a una "minoría" que "ni el Gobierno ni la sociedad pueden aceptar" y que "no puede manchar" el "verdadero deseo de cambio" expresado en las calles.
Hasta el sábado, cerca de 50 manifestantes pasaron la noche acampados frente a la residencia del gobernador de Río de Janeiro y amenazaron con permanecer en el local hasta ser escuchados.