Durante sus funciones como canciller se enfrentó a Argentina por una papelera
La postura de Almagro sobre Venezuela generó conflictos en el gabinete de Mujica
El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro “es el nuevo provocador” en este nuevo mapa político de la región. Así lo señala a EL TELÉGRAFO el periodista uruguayo y fundador de Telesur, Aram Aharonian.
“Va incluso a contramano de la posición de la derecha latinoamericana y coincide con la postura de los halcones de Estados Unidos”.
A Almagro se lo recuerda muy bien en Buenos Aires. No solo por compartir la misma cultura rioplatense, sino por sus inolvidables peleas con el gobierno de Cristina Fernández cuando era canciller de José ‘Pepe’ Mujica. Ambos países estaban trenzados en un duro conflicto por la instalación de una papelera en el margen uruguayo de la frontera bilateral, separada apenas por un río. Las relaciones nunca estuvieron tan frías como entonces.
Almagro llevaba las riendas de la política exterior uruguaya y Montevideo era un aliado de Venezuela en la región, una postura totalmente opuesta a la que mantiene hoy como titular de la OEA. Desde ese cargo tildó de ‘dictadorzuelo’ al presidente Nicolás Maduro.
Pero Aharonian no cree que haya habido “un viraje” en Almagro desde que asumió el año pasado en el liderazgo OEA. “Siempre jugó a la derecha. Y cuando era ministro de Exteriores también estaba contra Venezuela. Si no fuera por Pepe Mujica, Caracas nunca hubiera entrado al Mercosur”. La postura ante Hugo Chávez generó intensos debates al interior del gabinete de Mujica.
Almagro fue bien recibido por Buenos Aires y Caracas cuando asumió la OEA. El entonces canciller argentino, Héctor Timerman, lo llenó de elogios: “Queremos decir que Luis Almagro es heredero, hijo dilecto de la gran diplomacia de la República Oriental del Uruguay”. También lo elogió el gobierno de Maduro a través de una nota firmada por su canciller, Delcy Rodríguez, cuando se conoció su nombramiento. “Saludamos la elección del nuevo secretario general de la OEA, excanciller de Uruguay, Luis Almagro. Su nombre dará nuevo espíritu a la organización”.
Pero la relación cambió en forma radical cuando en octubre del año pasado Almagro recibió en la OEA a las esposas de los líderes opositores venezolanos en prisión, Leopoldo López, Antonio Ledezma y Daniel Ceballos. Luego, expresó su preocupación al Consejo Nacional Electoral venezolano por la organización de los comicios parlamentarios celebrados en diciembre. Pero la gota que rebalsó el vaso fue su adhesión a una ley de amnistía impulsada por la oposición venezolana en el Parlamento.
El presidente Maduro acusó a Almagro de traidor. “Algún día contaré su historia (...). Fue una jugada maestra que hicieron los gringos, la CIA, con un agente, Almagro. Yo sé todo. Lo conozco muy bien. Sé sus secretos. Te secarás, Almagro. Estás seco”, afirmó el mandatario venezolano.
Almagro le respondió a través de un comunicado. “No soy traidor (...) Pero tú sí lo eres, Presidente, traicionas a tu pueblo y a tu supuesta ideología con tus diatribas sin contenido, eres traidor de la ética de la política con tus mentiras y traicionas el principio más sagrado de la política, que es someterte al escrutinio de tu pueblo”.
Aharonian resalta que “algunos funcionarios uruguayos que Almagro llevó a la OEA tienen sus mismas posiciones antiintegracionistas, mientras otros ya lo han abandonado, por los permanentes intentos de sabotaje del clima conciliador, negociador de otras instancias de integración latinoamericano, en especial Unasur. Hasta el presidente Tabaré Vázquez tomó distancia de Almagro”.
“Almagro quería convertirse en un personaje y satisfacer las políticas de Estados Unidos. Pero sus antecesores en el cargo fueron más inteligentes. Él se parece a un elefante en un bazar”, señala Aharonian. “Ni siquiera la derecha latinoamericana, como es el caso del presidente Mauricio Macri, tiene ese discurso afín a los halcones norteamericanos”.
Ante su intervención contra Venezuela, José ‘Pepe’ Mujica, expresidente de Uruguay, le envió una carta en noviembre del año pasado. En la misiva se despide de él. “Sabes que siempre te apoyé y promoví. Sabes que, tácitamente, respaldé tu candidatura para la OEA. Lamento que los hechos reiteradamente me demuestren que estaba equivocado. Entiendo que sin decírmelo, me dijiste ‘adiós’”.
La carta, que recién fue publicada en junio, también se refiere al “silencio” de la OEA respecto a conflictos en otros países de la región. “No puedo comprender tus silencios sobre Haití, Guatemala y Asunción, al mismo tiempo publicas carta respuesta a Venezuela. Lamento el rumbo por el que enfilaste y lo sé irreversible, por eso ahora formalmente te digo adiós y me despido”.
En el último encuentro del Foro de Sao Paulo, efectuado del 24-26 de junio en El Salvador, la totalidad de los países participantes pidió rectificar la conducción de la OEA respecto a Venezuela, así como otros países de la región, entre ellos Ecuador. Pese a las críticas, Almagro insiste en su postura.
El 30 de junio se reunió en la sede de la OEA en Washington con el candidato ecuatoriano Guillermo Lasso.
Según el líder de CREO, en la cita Almagro se comprometió a observar los comicios del 17 de febrero del próximo año, en los que participará como candidato. Pero el secretario general de la OEA no puede intervenir en los asuntos internos electorales de ningún país. Este cargo actúa cuando tiene algún mandato de los presidentes o de la asamblea permanente. Antes de recibir a Lasso, el funcionario internacional recibió a otros opositores ecuatorianos. (I)
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Habla francés, inglés y alemán
El diplomático ha pasado por un zigzagueo político
Jorge Saravia, exlegislador del Frente Amplio de Uruguay, advirtió en 2014 que Luis Almagro antes de levantar la bandera de los derechos humanos y mostrarse como perseguidor del ideal de Pepe Mujica estaba “haciendo carrera” para algún organismo internacional.
Acertó, pues el 26 de marzo de 2015 fue nombrado como secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA).
Tras concluir sus estudios de Derecho en 1987, hablando los idiomas inglés, francés y alemán, inició su trayectoria como diplomático. Al siguiente año obtuvo el puesto de representante de Uruguay ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Padre de 7 hijos y vegetariano, continuó su vida profesional en Irán. Entre 1991 y 1996 fue nombrado primer secretario y encargado de negocios en la embajada de Uruguay en Teherán. Luego desempeñó funciones diplomáticas en Alemania (1998) y en el periodo 2006-2010 fue embajador en China. A su retorno el presidente José Mujica lo designó canciller.
El secretario de la OEA, nacido en 1963, abogó por dotar al organismo de “más realismo” y “un diálogo político con resultados tangibles”. Sin embargo, en un hecho sin precedentes en la diplomacia americana, Almagro solicitó la activación de la Carta Democrática del organismo contra Venezuela. Esa herramienta permite suspender a un país miembro por alteración del estado de derecho.
Su partido, el Movimiento de Participación Popular (MPP) de Uruguay, repudió la posición de Almagro contra Venezuela, por mostrarse contraria a los principios históricos del partido en lo referente a las relaciones internacionales.
El periodista uruguayo Alfredo García, quien lo entrevistó en 2010, explica que cuando fue nombrado canciller pocos conocían al ahora titular de la OEA. “Luis Almagro tiene una historia distinta a la de la mayoría de los referentes del Frente Amplio”.
Antonio Mercader, abogado y politólogo, analizó en una publicación de El País que el zigzagueo político es una constante en la carrera de Almagro. “Blanco de origen, primero militante de Divisa Blanca, se pasó al Movimiento de Rocha y más tarde a Propuesta Nacional, el sector de su jefe, el entonces canciller Álvaro Ramos. A comienzos de 2000 cayó ‘iluminado’ por Mujica. Una vez coronado su sueño se proclamó socialista”.
Mientras que la periodista venezolana Isbemar Jiménez critica que haya temas en los que Almagro se ha enfocado (Venezuela) y otros de gran interés que ha olvidado como son las matanzas y desapariciones en México. (I)