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200 estudiantes se manifestaron por la capital africana pidiendo al gobierno más controles en las calles

La pobreza, el arma de Al Shabab en Kenia

La pobreza, el arma de Al Shabab en Kenia
08 de abril de 2015 - 00:00 - Agencias y redacción

En la Universidad de Garissa, en el centro de Nairobi, las aulas están vacías y aún son visibles los restos de sangre seca de las 148 personas (142 eran estudiantes) abatidas la semana pasada por el grupo extremista Al Shababh.

El Gobierno de Kenia, que investiga la masacre, prorrogó durante un mes la detención de los 6 sospechosos, en medio de manifestaciones de los ciudadanos para pedir más seguridad a las autoridades.  Los detenidos están acusados de ayudar al comando de islamistas somalíes que tomaron la universidad de Garissa durante 16 horas, ubicada a 100 millas de la frontera con Somalia.

Ayer martes en la principal avenida de Nairobi, 200 estudiantes se manifestaron con carteles que decían “147 no es solo un número”.

“El gobierno no hace nada” contra la inseguridad, dijo Maureen Mucheri, de 21 años, una estudiante de Ingeniería. Según cuenta, dejó de ir a los centros comerciales y a la iglesia debido al miedo de que exista un nuevo ataque.

Ella vive en la capital keniana, una ciudad que tiene un resurgimiento de la clase media y que contrasta con la pobreza de la zona rural, donde el 85% de su población vive sin acceso a los servicios básicos. Hasta Nairobi llegan cientos de estudiantes de las zonas rurales, a seguir su futuro mediante becas, como los abatidos en la Universidad de Garissa.

Además hay un boom de instalación de empresas tecnológicas en Nairobi, puesto que Google o IBM ya tienen una filial en la ciudad, según evidencia un periodista para el diario británico The Guardian.

¿Qué pasa en el norte y este de Kenia?

En esa parte del país hay zonas áridas y pobres, y en sus bordes fronterizos el grupo extremista Al Shabab se mueve de manera libre. La pobreza en las fronteras es el arma que utiliza el extremismo para reclutar jóvenes, porque al integrar sus filas tendrán qué comer y quizás sus familiares también.

Murithi Mutiga cuenta en el periódico británico que en la capital de Kenia hay un doctor por cada 20.000 residentes. Mientras que en el norte y este un doctor atiende a 120.000 pobladores.

Estas diferencias sociales en Kenia han existido desde su independencia de Gran Bretaña en 1963, y son difíciles de cambiar según apunta el informe Inequidad y Marginación en Kenia. “A pesar de la nueva Constitución en 2010, el país sigue sufriendo de diferencias entre poderes, hay disparidad entre hombres y mujeres; la distribución de recursos se sigue haciendo en base a favoritismos por región o etnia; el desarrollo de la infraestructura continúa marginando a comunidades deprimidas; y el servicio público está en favor de quienes han ocupado la presidencia”, cita el informe.

Con esta realidad es claro que Al Shabab, un grupo que tomó el control del sur de Somalia en 2006, obtiene respeto entre las comunidades a las que ‘ayuda’. Un ejemplo de ello es el mantenimiento de las mezquitas en pueblos rurales donde abundan musulmanes pobres.

Antes de la matanza de Garissa, los shebab habían reivindicado el ataque de Westgate, los atentados en la región costera de Lamu en junio de 2014 y las ejecuciones a sangre fría de 28 pasajeros de un autobús, y de 36 trabajadores, a finales de 2014 en Mandera.

Más de 400 personas han perdido la vida en Kenia desde mediados de 2013 en los ataques reivindicados por Al Shabab, afines a Al Qaida.

No es la primera vez que el ejército keniano ha bombardeado los puestos de Al Shabab en Somalia. En noviembre de 2011 los periódicos europeos y del mundo ya hablaban de que “Kenia declara la guerra a la milicia islamista Al Shabab de Somalia”. En ese entonces se descubrió que 2 aviones de Al Shabab traían armas a Kenia para la milicia rebelde.

Casi 2 años después, en octubre de 2013, Kenia destruyó un campamento de entrenamiento de los islamistas, a unos 300 km de Mogadiscio y los obligó a retroceder.

En ese año, el analista Txente Rekondo escribía que los ataques a Kenia deben ser entendidos desde lo que ocurre en Somalia. “La idea de la Gran Somalia con la estrella de 5 puntas de la bandera hace referencia a 5 regiones de mayoría somalí (Somalia, Somaliland, y regiones de Etiopía, Djibouti y el norte de Kenia), ese es un concepto que nunca se ha materializado como estado-nación”, escribió Rekondo.

Según el analista, los dirigentes kenianos han intervenido en la guerra en Somalia, bajo la excusa de combatir a Al Shabab, cuando lo que buscan es proteger el negocio turístico y pesquero en Nairobi. Es decir, tratan de impedir que el grupo llegue a la capital keniana.

“A los ya citados habría que unir el proyecto de oleoducto para transportar el petróleo desde Sudan del Sur y Uganda hasta el puerto de Lamu, cerca de la frontera con Somalia, y el control del negocio del carbón en el puerto somalí de Kismayo (controlado por un empresario keniata)”, dice Rekondo.

Ahora nuevamente, 2 años más tarde, en 2015, el ejército de Kenia bombardeó bases de Al Shabab y busca a la mente detrás de los ataques en Garissa. (I)

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