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El Telégrafo
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La incertidumbre ronda a los inmigrantes

La incertidumbre ronda a los inmigrantes
31 de julio de 2011 - 00:00

La crisis financiera, que tuvo su epicentro en Estados Unidos debido al estallido de la burbuja inmobiliaria, inició hace casi tres años y repercutió en países europeos, como España. A partir de allí, los empleos empezaron a desvanecerse y también la esperanza de días mejores para los inmigrantes latinos.

Según la Organización Internacional de Migración (OIM), hay 215 millones de personas que han abandonado su país para asentarse en otro, y la nación ibérica es una de ellas, donde llegó hace 15 años Julio César Rodríguez (49). Está casado, tuvo hijos cada dos años, “como manda la ley”, en total cuatro, y por su familia decidió dejar Ecuador.

España alberga a gran cantidad de extranjeros, entre ellos latinoamericanos como Julio, que representan  el 12,8% de una población de 46 millones de habitantes, es decir 5,6 millones de personas, de las que 4,5 millones, aproximadamente, se encuentran en edad de trabajar.

Cuando el ecuatoriano llegó al país ibérico trabajó, como muchos inmigrantes, en el sector de la construcción, por lo que en 2006, con 36.000 euros que tenía ahorrados, decidió dar la entrada para comprarse un “piso” (departamento) valorado en más de 300.000 euros, sin sospechar el derrumbe económico mundial que se avecinaba.

Dos años después, la empresa donde laboraba quebró. Su odisea inició cuando se quedó sin trabajo y empezó a recibir su prestación por desempleo de $ 850 y otras ayudas, con lo que pudo solventar las necesidades básicas de su familia y continuar pagando las cuotas de su casa. Pero luego, cuando le rebajaron la ayuda que da el Gobierno español, su situación se complicó. 

“Me fui atrasando en las cuotas de la casa, porque o comes o pagas la deuda. En definitiva, la familia es lo primero. Yo no quería perder el piso. No quería que me embargaran”, cuenta el ecuatoriano. Sin embargo, no pudo evitar que le quitaran su  “piso”. Le aplicaron el desahucio (desalojo) y tuvo que abandonar su departamento con toda su familia y se fue a vivir a la casa de su hijo mayor. Rodríguez asegura que la situación económica sigue “mala” en España, él aún se encuentra desempleado y está consciente de que nunca  podrá pagar su deuda.

Como él están cientos de inmigrantes de la región que también han perdido sus empleos, sus casas, o están a punto de quedarse sin ellas. De acuerdo con datos proporcionados a El Telégrafo por el Ministerio de Trabajo e Inmigración español, el número de individuos en situación de desempleo alcanza un total de 4’121.801; de ellos, más de 600.000 son extranjeros, de los cuales 54.645 son ecuatorianos, 38.059 colombianos y 14.982 peruanos, entre otras nacionalidades. 

Según la Coordinadora Nacional de Ecuatorianos en España (Conadee), desde enero a agosto de 2011 se han aplicado en el país ibérico 15.785 desahucios, de los cuales 3.000 son de inmigrantes y gran parte de ellos es de nuestros compatriotas. 

La directora de la Conadee, Aída Quinatoa, quien representa a los extranjeros que tienen riesgo de perder sus casas, explica a El Telégrafo que la situación es muy complicada para los inmigrantes en general, por lo que cada vez más de ellos pierden sus viviendas.

La dirigente señala que ahora ellos tienen como alternativa entregar su “piso” en dación de pago  para así estar con menos deuda, ya que en el caso de los ecuatorianos no están pensando regresar a su país. La opción que han  buscado es ir a trabajar a otros países dentro de la Unión Europea. Por ello, aunque esta migración no es masiva todavía, los ecuatorianos están viajando hacia Suiza, Alemania, Francia, Italia e Inglaterra, añade.

31-7-11--actualidad-protestasSimilares casos se  dan también con los colombianos y peruanos, tal como lo confirman representantes de estos países en España, Rosario Sanabria, presidenta de Ari Perú; y Álvaro Zuleta, director de Aculco (Asociación Sociocultural y de Cooperación al Desarrollo por Colombia e Iberoamérica) a este diario. “Eso se vincula más bien con una situación profesional. Homologan sus títulos y se van a  Francia, Alemania, Portugal, Inglaterra. Además, en Italia hay una red de apoyo familiar, es el segundo país de Europa que tiene peruanos”, precisa Sanabria.

Así, la situación laboral de los inmigrantes en esta nación europea es cada vez más complicada. De acuerdo con el primer  informe presentado por la Organización de Estados Americanos (OEA),  elaborado en conjunto entre la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), los extranjeros latinoamericanos, cuyo principal destino es España y Estados Unidos, han sufrido el impacto de la crisis de forma más severa.

El documento señala que  alrededor del 80% de los inmigrantes de las Américas vive en España y Estados Unidos, dos países que han padecido los efectos de la crisis de forma especialmente dura, lo que ha tenido fuertes repercusiones para este colectivo.

La cifra de trabajadores extranjeros afectados por el desempleo entre 2008 y 2009 en Europa y Estados Unidos fue del 13,8%  frente al 9,1% para los nacidos en el país, según indica el documento, que determina que durante los períodos de recesión los extranjeros se ven más severamente afectados que los nacionales.

El problema se acentúa con la  crisis de Grecia, por la que los miembros de la Eurozona aprobaron  un segundo salvataje de más de 100 mil millones de euros  (160 mil millones de dólares) para evitar la bancarrota del país heleno y que se desmoronen otros con una economía debilitada, como Irlanda, Portugal y España.

Desde Washington, Jorge Martínez Pizarro, investigador de la División de Población de la Cepal que formó parte de la elaboración del informe, manifiesta que la crisis acentuó las condiciones de vulnerabilidad que siempre se han asociado a parte importante de la migración latinoamericana y caribeña.

“La mayoría de los migrantes concentra las características demográficas de los trabajadores más vulnerables durante las recesiones, tales como su mayor juventud, el ingreso reciente a la fuerza laboral y los bajos niveles de educación en comparación con la población nativa”, agrega.

Pizarro considera que hay muchas personas que probablemente estén aún enfrentando dificultades derivadas de la crisis y otras que las hayan encarado recientemente con cada nuevo coletazo financiero.

El experto opina que habrá más incertidumbre y es posible que se sienten bases para un cambio profundo en los mercados laborales del primer mundo que, por extensión, afecte a los mercados de trabajo de todo el mundo. Pero estas realidades tienen más  rostros. A Julio César Rodríguez, quien perdió su casa en España, se suman Ciro Aguirre, boliviano, de 56 años, y Luis Ochoa, ecuatoriano, de 63, ambos desempleados.

El boliviano se encuentra radicado en Lorca (región de Murcia) hace 7 años, pero desde hace tres está desempleado. Él dejó en La Paz a su esposa y a sus dos hijos para poder obtener dinero y pagar la educación de ellos, pero ahora ve la situación “negra”.

Se le terminó ya el dinero que el Gobierno da a los desempleados y ahora está tramitando una ayuda con riesgo laboral que le entregan a las personas mayores de 45 años. Todavía no sabe si se la darán, mientras tanto ejecuta trabajos esporádicos para poder sobrevivir y enviarle “algo” a su familia.

Pese a la problemática situación, el hombre no se rinde, y mucho menos piensa regresar a Bolivia. Tiene la esperanza de conseguir empleo para ayudar a su pequeña Helen a terminar sus estudios de Ingeniería Química.

“Tengo la esperanza de  trabajar. Muchos auguran que para el mes de septiembre haya trabajo, sobre todo por el turismo. Vamos a ver. No tengo que desesperarme”, comenta Aguirre.Luis Ochoa califica  la situación del migrante como crítica. Él emigró de su “Cañar querida” hace once años. 

Cuenta que tal vez sea el ecuatoriano de mayor edad en España y recuerda con nostalgia las épocas de vacas gordas. Trabajó en el campo cuando la situación económica era buena en España y en la que se cosechaban muchas horas extras.

Ahora Luis se encuentra solo. Su familia está en Ecuador, sus dos hijos viven en Cañar y Azuay. Está consciente de que, por su edad, ya no puede conseguir trabajo y no pudo cumplir los requisitos para aplicar al subsidio por desempleo. Por ello vive en estos momentos en un centro para mayores que le paga el Gobierno, donde obtiene  los medicamentos que necesita. Sin embargo, Luis aspira a retornar. “Yo quiero regresar a Ecuador. La tierra llama”, confiesa, “aquí no hay trabajo, ni en el campo ni en la ciudad”.

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