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Entrevista / Santiago Alba Rico / candidato a senador por Podemos

"La derecha ha comprendido mejor que la izquierda el cambio"

"La derecha ha comprendido mejor que la izquierda el cambio"
19 de diciembre de 2015 - 18:44 - Gorka Castillo, corresponsal en Madrid

El filósofo y ensayista Santiago Alba Rico (Madrid, 1960) no renuncia al combate político. Aspira a convertirse en senador de Podemos. Librepensador de izquierda, como se reconoce, Alba Rico ha publicado una veintena de libros aunque es en el último de ellos, “¿Podemos seguir siendo de izquierdas? Panfleto en sí menor” (Pol·len Edicions, 2014), donde expone el nuevo pensamiento político que ha servido de carburante a movimientos políticos como el que lidera Pablo Iglesias para aspirar a cambiar un sistema descompuesto. ¿Podemos ha perdido empuje electoral? Sería absurdo e inútil negarlo.

Pero hay que añadir de inmediato que vivimos desde hace un año y medio en un país en el que ningún dato, ni a favor ni en contra, se puede considerar definitivo. La propuesta de Podemos se ha revestido de un pragmatismo que le ha restado apoyos en la izquierda. Por un lado PSOE y Ciudadanos han ido ocupando el espacio abierto por Podemos y devorando su discurso; por otro la vieja izquierda ha vivido como un obstáculo, y no como una oportunidad, la irrupción podemita. En cuanto a la izquierda más sensata, la que se reclama heredera del 15M, coherente con sus principios ha dado prioridad al “proceso” sobre el “momento”, sin entender que España se parece poco a la que ellos imaginan o querrían y que ahora se trata de voltear electoralmente el marco, no de transformarlo antropológicamente.

En medio de todos estos actores, y frente a unos medios agresivos, Podemos no ha jugado siempre bien sus cartas, o las ha jugado mal, y ha aparecido a veces como una fuerza “calculadora”. Estoy seguro de que eso ha contribuido a su pérdida de apoyo, menor en todo caso de lo que expresan las encuestas. ¿Han notado la “baja” de un hombre tan directo como Juan Carlos Monedero? Creo que Monedero, injustamente criminalizado por los medios, no podía ya jugar un papel protagonista en Podemos. Lo que echo de menos, sí, es la vitalidad y frescura creativa del primer Podemos.

Las energías concentradas en construir la organización se han perdido para la innovación y el ingenio, dos de los factores que explican el formidable impulso inicial. ¿Quién pierde con el fracaso de la confluencia de la izquierda en España? En términos de organización quien más pierde es IU, que ha sacrificado a intereses de aparato el poco pero admirable capital político y militante que aún conservaba, arriesgándose a desaparecer. Pero también pierde Podemos. Yo personalmente no hubiera empezado nunca ese proceso de “confluencia”, pero si se pone en marcha y en público un “relato de unidad” hay que darle un final feliz. Para la gente normal que se informa por la televisión, ese fracaso identifica a Podemos con la vieja izquierda, siempre dividida e incapaz de ponerse de acuerdo.

En este caso, perdiendo a la vieja izquierda, que suma muy poco o nada, se corría el riesgo de acabar pareciéndose a ella y de alejar, por tanto, a sectores más transversales y más decisivos. Algunos sospechan que si vuelve a gobernar el bipartidismo en España se vislumbra una reforma constitucional de corte “borbónico”, es decir, una restauración conservadora donde los servicios públicos ya no estarán garantizados, las leyes serán más indulgentes con los corruptos y, en definitiva, se intentará trazar una nueva raya para empezar de nuevo sin rendir cuentas con el pasado reciente. ¿Son unas elecciones tan cruciales? Tajantemente sí.

El bipartidismo ha comprendido hasta tal punto lo que nos estamos jugando que está dispuesto a convertirse en un bipartidismo de tres (como el “Dios único” en una trinidad). Podemos cambió las reglas del juego y la hegemonía discursiva, y generó fisuras en la propia unidad del régimen al tiempo que desacralizaba la monarquía y la constitución. La derecha ha comprendido mejor que la izquierda el cambio ya introducido y sus consecuencias.

Por eso mismo se lo juega todo en las elecciones del 20D, las primeras elecciones reales, las primeras elecciones de verdad que se producen en este país desde 1982. Un mal resultado de Podemos garantizaría la restauración y -aún peor- proporcionaría a esa restauración una legitimidad formidable, difícil de cuestionar en los próximos años, y ello en una Europa en la que se impone el peor capitalismo y, frente a él, el más peligroso destropopulismo. (I)

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