Italia se convertirá el próximo 4 de marzo en la cuarta gran prueba de fuego electoral para la estabilidad y cohesión de la nueva Europa que se está construyendo. Tras Alemania, Francia y España, los comicios italianos adquieren una importancia capital para el juego de alianzas en el viejo continente.

Los sondeos siguen sin aclarar a quién beneficia más la nueva ley electoral aprobada el pasado mes de octubre, redactada ad hoc para premiar a las coaliciones frente a los partidos que concurren en solitario. Si la idea era desterrar definitivamente la amenaza de inestabilidad política que atenaza a la sociedad italiana, las encuestas comienzan a ser esquivas. Ninguna coalición alcanza la barrera del 40% por lo que el Parlamento será ingobernable.

La que más cerca se encuentra es el centro-derecha. A poco más de un mes de las elecciones, esta alianza tejida por la Forza Italia de Silvio Berlusconi y los ultraderechistas de Liga Norte y Hermanos de Italia se presentan como la opción preferida para el 28% de los ciudadanos italianos. Sin embargo, tampoco se descarta que el Movimiento Cinco Estrellas (M5E) fundado por el cómico Beppe Grillo pueda revertir la situación.

Con una capacidad arrolladora para aglutinar el voto del malestar social son la fuerza preferida para el 24% de los votantes. Su discurso antipolítico, emanado directamente de vieja tradición en Italia, le sitúa a la cabeza como partido en solitario en todas las encuestas que se han elaborado para alumbrar el arranque de la preelectoral. El pasado otoño, Grillo cedió su puesto a un joven de 31 años como Luigi Di Maio, cuya principal virtud es no tener pelos en la lengua.

“Quiero que reviente todo. Que los políticos se den cuenta de que no pueden tomarnos el pelo”, protestó la semana pasada en uno de los primeros actos que los grillini celebraron en Roma. El M5E asegura no ser ni de izquierda ni de derecha, y habla contra la inmigración sin los acentos racistas de la Liga Norte. La opinión de los expertos es que “puede ganar en votos” pero el nuevo sistema electoral pondrá dificilísimo su llegada al poder.

En el lado opuesto está Il Cavaliere Berlusconi, en plena forma pese a sus 81 años y a los borrones que presiden su hoja de servicios en sus nueve años alternos al frente del gobierno. Bien colocado en los sondeos, su problema no se encuentra en la inhabilitación por fraude fiscal que pese sobre él para ejercer cualquier cargo público. El dilema para sus seguidores está en la efectividad del acuerdo suscrito con una Liga que ha tamizado su retórica independentista para atacar sin piedad a la inmigración.

Este emponzoñamiento de su ideario racista terminó de perfilarlo su candidato en la Lombardía, Attilio Fontana, cuando dijo hace dos semanas que “debemos elegir y decidir si nuestra etnia, nuestra raza blanca, debe seguir existiendo o si nuestra sociedad debe ser eliminada”. En lugar de cesarlo sin dilación, el líder de su partido, Matteo Salvini, ha optado por mantenerle en el puesto añadiendo que si llegan al gobierno regularán la presencia islámica en el país.

El Partido Democrático (PD), la opción de centro-izquierda del primer ministro en funciones, el democristiano Paolo Gentiloni, acaba de anunciar un acuerdo de alianza para concurrir el 4 de marzo junto a dos fuerzas minoritarias en Italia como la Più Europa de la excomisaria europea Emma Bonino, Civica Popolare e Insieme. Sin embargo, Gentiloni, que según un sondeo publicado esta misma semana por el diario Corriere della Sera es el político preferido de los italianos para formar gobierno, no las tiene todas consigo y ha terminado reconociendo que la nueva ley electoral “prevé una doble competición, primero entre partidos individuales y después entre coaliciones”. En el PD creen que han sofocado definitivamente el huracán de hiperactividad que representaba Matteo Renzi, esbozo italiano de Emmanuel Macron y amigo íntimo del español Albert Rivera.

Tras los duros varapalos sufridos el pasado año con la fracasada reforma constitucional, su popularidad está hoy bajo mínimos. “El PD y la coalición de centroizquierda tienen las cartas en regla para vencer, basándose en los resultados de los gobiernos guiados por el PD y sobre la ambición de nuestro programa”, aseguró hace unos días Gentiloni, eludiendo la cuestión Renzi porque su verdadero quebradero de cabeza hasta el 4 de marzo será atar en corto a dos candidatos con serias aspiraciones de sucederle: el berlusconiano Antonio Tajani y el independiente Carlo Calenda, actual ministro de Desarrollo Económico. (I)