Justicia iraní aplaza aplicación de “Ley de Talión” a sujeto que desfiguró a una mujer
El Poder Judicial iraní pospuso hoy la ejecución de la sentencia contra un joven iraní condenado a ser cegado por haber lanzado ácido contra la cara de una compañera de facultad y haberla cegado y desfigurado, informaron hoy fuentes judiciales.
De acuerdo con la familia del condenado, Mayid Mohavedi, de 29 años, la decisión fue tomada ante la expectación levantada en torno al caso y en torno al hospital donde se había de ejecutar el castigo, en el que desde la primera hora de la mañana de este sábado se agolpaban numerosos medios de comunicación.
Hasta el centro médico de la Judicatura se acercó también la víctima, Amareh Bahrami, de 28 años, quien esperaba la aplicación definitiva de una sentencia que fue dictada en firme a principios de 2009, pero no su agresor, que permanece en la celda.
Bahrami insiste en que desea que se aplique la pena porque no tiene garantías que Mohavedi vaya a pasar toda la vida en prisión.
La joven estudiante perdió la vista después de que su compañero de universidad, al parecer decepcionado porque ella rechazó su petición de matrimonio, le lanzara ácido sulfúrico sobre el rostro.
En aplicación de la antigua ley de las "Ghesas (o ley del talión), que contempla la jurisprudencia islámica iraní, debe recibir ahora diez gotas de la misma sustancia en cada ojo.
Bahrami viajó hace meses a España para intentar salvar la visión de uno de los ojos, pero los médicos que la atendieron en Barcelona no pudieron evitar que pase la vida entre tinieblas.
"No es una cuestión de venganza. Quiero que sepa qué es lo que estoy sufriendo. Pero también quiero que sirva de ejemplo para que otras chicas no sufran el mismo martirio", explicó la joven días atrás a la prensa.
Los hechos ocurrieron el 3 de noviembre de 2004, cuando el acusado, que conocía a la víctima de la universidad y a la que había propuesto matrimonio, la asaltó y le arrojó ácido en la cara.
Según la prensa, Bahrami había denunciado ante la policía que era acosada por el agresor dos días antes de los sucesos.
El culpable reconoció haber cometido el crimen por amor y aseguró, "cuando le pedí la mano me dijo que iba a casarse con otra persona y yo pensé arrojarle el ácido en la cara para que su novio la dejara".