“Guerra” entre Uribe y Santos ahora es por una Constituyente
Tras permanecer ocho años como titular en la Casa de Nariño -sede de la Presidencia en Bogotá- el ex presidente colombiano, Álvaro Uribe, no da tregua a la guerra dialéctica que ha iniciado contra su sucesor, Juan Manuel Santos.
Las fuertes disputas entre Uribe y Santos mantienen caldeada a Colombia, y la posibilidad de una “reconciliación” bajo el precio de reformar la Constitución para posibilitar la reelección del ex mandatario agrava la tensión política.
Hace pocos días en una reunión con sus partidarios, Uribe perfiló lo que será su plan de acción con miras a las elecciones presidenciales de 2014 y su eventual retorno a la Casa de Nariño.
Entre otras cosas el ex gobernante propone crear un movimiento político de centro donde converjan varios partidos, además de un Congreso unicameral, y también retoma el tema de una Constituyente, una iniciativa que lidera en el Congreso el Partido de la U, la fuerza política de Uribe.
Santos por el momento no ha confirmado si optará a un segundo mandato, y la única forma en que Uribe pudiera volver a la Casa de Nariño sería reformando la Carta Magna de 1991, una estrategia que divide hasta a sus viejos aliados. En 2010, la Corte Constitucional emitió un fallo que cerró las puertas a Uribe a un tercer mandato consecutivo y también a una eventual candidatura en 2014.
Sin embargo, Uribe afirma que respalda una Constituyente, pero no para buscar su reelección sino para reformar la justicia e insistió en sus constantes críticas al tratamiento que el actual Gobierno colombiano hace en temas como la seguridad, economía y la paz.
Al respecto, el ex presidente dice: “el deterioro de la seguridad, la brecha que se ahonda entre la palabra del Gobierno y los hechos que padecen los colombianos, hace perder la credibilidad en el Ejecutivo, y arriesga que, en el mediano plazo, se desfigure la confianza y el afecto colectivo a las Fuerzas Armadas y se regrese al pasado de indiferencia y aislamiento civil frente a ellas”.
El ex mandatario recuerda que este gobierno dejó de lado acciones que ayudaban a mejorar la seguridad como la organización de 4 millones de ciudadanos informantes, desarmados y apoyados en comunicaciones, los lunes de recompensa y las familias guardabosques.
En cuanto a la economía, Uribe recalcó que se ve un “ritmo mediocre de desempeño”, pese a que en su mandato se logró que la tasa de inversión productiva del sector privado, sin la cual no hay empleo, pasara de un 8% del Producto Interno Bruto (PIB) a algo superior al 22%. “La presente administración heredó esa tendencia, pero parece ignorar sus orígenes”, agrega.
Para el analista político Bernardo Ramírez es claro que las sucesivas criticas de Uribe contra la actual administración tienen una razón: “Hacer que los escándalos que la justicia ha venido destapando, sobre antiguos colaboradores suyos cuando detentó el poder, pasen desapercibidos para la opinión pública”.
En los últimos meses varios de sus ex ministros, como el de Agricultura, Andrés Felipe Arias; el de Transporte, Andrés Uriel Gallego y otros ex funcionarios, como su secretario Bernardo Moreno y Luis Carlos Restrepo, han salido a responder por acusaciones de corrupción y relaciones con grupos paramilitares de derecha.
Asimismo, ha quedado en evidencia que varios frentes de las fuerzas militares, tanto Ejército como Policía, reportaban en la época que gobernó Uribe la muerte en combate de supuestos guerrilleros, cuando en realidad eran ciudadanos que los militares recogían con engaños en las principales ciudades para luego ejecutarlos en el campo. Este hecho ha sido denominado como el caso de los “falsos positivos” y tiene en la mira al ex presidente que siempre defendió la acción de los militares.
Asimismo, se han destapado casos como el de Luis Carlos Restrepo, que cuando fungía como el zar de las desmovilizaciones de paramilitares y guerrilleros, y de los que tanto se sentía orgulloso el ex presidente Uribe, colaboró para que se presentaran montajes sobre el retiro voluntario de revoltosos, cuando en verdad eran apenas hombres desempleados.
“Esos hechos, afortunadamente está destapando la justicia colombiana, son los quiere tapar el ex presidente con sus continuos pronunciamientos contra el gobierno de Santos”, sostiene Ramírez.
Sin embargo, para el sociólogo Anderson Muñoz, las intervenciones diarias y seguidas de Uribe “son las de un personaje que todavía quiere gobernar a punta del Twitter, un ególatra que no acepta que el tiempo de su presidencia se acabó hace dos años”.
Muñoz considera que el ex gobernante arremete todo el tiempo contra lo que hace el gobierno, porque “cree que todavía tiene poder, sobre todo en algunos congresistas del Partido de la U”. “Uribe se cree dueño de la seguridad, de la inversión extranjera, de la inversión social, eso es falso porque nos pertenece a todos los colombianos”.
Sin embargo, el analista político Asdrúbal Salcedo indica que el ex mandatario tiene derecho a participar de la vida política del país. “Dada su experiencia de estar ocho años en el poder, conoce cuáles son los peligros que debe afrontar el país y le duele que muchos de sus programas exitosos, como el control de la seguridad y el papel de las Fuerzas Militares, tengan las complicaciones que actualmente se presentan para el actual gobierno. Además creo que miles de colombianos están de acuerdo con Uribe”.
Hace poco, uno de los cerebros del actual gobierno, Alejandro Reyes, quien colaboró con el ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, para avanzar en la restitución de tierras de la Ley de Víctimas -programa bandera de la actual Administración- dijo en un análisis que “el discurso antiagrario de Uribe era un llamamiento a filas, encubierto en un frente antiterrorista, para que los grandes propietarios se sientan amenazados por el gobierno y se opongan a la restitución” y agregó que “el discurso sobre la pérdida de seguridad de las élites terratenientes complementa el cuadro para legitimar la nueva generación del paramilitarismo”.
La réplica de Uribe no se hizo esperar, y en su Twitter se refirió sobre los múltiples ataques de la guerrilla -en Arauca, Cauca, Norte de Santander y Putumayo- e ironizó que el “asesor del gobierno” no creía en la seguridad porque era para los terratenientes.
Más adelante Reyes dice: “pienso que lo que ofendió a Uribe fue que hice un análisis para situar cuáles son los intereses sociales que el ex presidente Uribe está defendiendo cuando se opone a la Ley de restitución de tierras.
Para mí es claro que Uribe representa una coalición de élites propietarias de la tierra que piensa que los campesinos están bien como trabajadores agrícolas pero no como propietarios de su tierra”.
Esta intervención sesgada de un ex presidente es sorprendente en un país, como Colombia, que debe enfrentar graves problemas sociales, pero es la muestra más palpable, -como dice el analista Ramírez- que Uribe está desarrollando la verdadera oposición a Santos, pero pensando en las elecciones de 2014.