La Corte Suprema de Brasil les dio un duro golpe a los investigadores de la Operación Lava Jato, al absolver luego de tres años de polémicas y escándalos a la presidenta del opositor Partido de los Trabajadores (PT), senadora Gleisi Hoffmann, de los delitos de corrupción y lavado de dinero.

La absolución de la dirigente es considerada clave para el escenario político y jurídico futuro, ya que el próximo martes, la misma sala II del Supremo Tribunal Federal deberá tratar un nuevo pedido de liberación del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.

Si bien todos los pedidos de libertad del líder histórico del PT fueron rechazados, la absolución de Hoffmann significó un duro golpe para la fiscalía de Lava Jato y el juez de primera instancia Sergio Moro: los cinco jueces de la Sala II de la Corte Suprema rechazaron tomar como prueba apenas delaciones premiadas de delincuentes que buscaron disminuir sus penas a cambio de revelar ilícitos sin pruebas materiales robustas.

El expresidente Lula puede ser liberado el martes, aunque, según los juristas consultados por EL TELÉGRAFO, es una decisión difícil: el expresidente detenido desde el 7 de abril por corrupción para una condena de 12 años y un mes de prisión pide salir hasta que se agoten todas las instancias judiciales.

Lo cierto es que, incluso condenado por corrupción, Lula es ya considerado victorioso en las elecciones de octubre próximo, tanto en la primera como en la segunda vuelta, por las encuestas y ante todos sus rivales. El más cercano es el ultraderechista diputado Jair Bolsonaro, excapitán del Ejército, que reivindica la tortura, la homofobia y la dictadura militar.

La absolución de Hoffmann y de su marido, exministro de Planificación de Lula, Paulo Bernardo, significó un golpe a la Operación Lava Jato y su principal instrumento: la delación premiada de corruptos y corruptores. Tres delatores involucraron dinero de desvíos de la estatal Petrobras a la campaña de Hoffmann al Senado en 2010. Pero no hubo pruebas materiales, apenas testimonios cruzados. (I)