Londres/Madrid.- El Gobierno gibraltareño apeló ayer a la Comisión Europea para que investigue la manera como España actúa con sus controles en el paso fronterizo, que provoca largas colas de automovilistas. “España ha impuesto  más controles ridículamente estrictos y desproporcionados a los coches que entraban a Gibraltar, lo que ha provocado que los conductores sufriesen retrasos de más de cuatro horas”, afirmó el ministro principal de la colonia, Fabian Picardo.

“Esta acción injustificada vuelve a subrayar la imperiosa necesidad de que la Comisión Europea realice una investigación sobre la manera en la que España está actuando y la necesidad de acelerar las acciones legales pertinentes”, añadió Picardo.

Las colas en el paso fronterizo entre España y Gibraltar, pequeño territorio británico de 7 kilómetros cuadrados colindante con el sur de España, volvieron a repetirse ayer y alcanzaron varios kilómetros.

España aplica estos controles desde mediados de julio después de que las autoridades de la colonia hundieron a finales de julio una serie de bloques de cemento en aguas cercanas a este territorio británico,  en la bahía de Algeciras, en el Mediterráneo, para crear un arrecife artificial e impedir incursiones de pescadores españoles en aguas que considera suyas.

Los controles afectan a unos 10.000 españoles que trabajan en Gibraltar, mientras unos 6.000 gibraltareños  residen en España.    

El Gobierno español, por su parte, anunció ayer el establecimiento de una Zona de Especial Protección (ZEC) en aguas alrededor del Peñón de Gibraltar, en la que estará prohibido que los barcos fondeados permanentemente hagan de gasolineras flotantes. Tras reunirse con el sector pesquero en Barbate (Cádiz), el ministro de Agricultura y Pesca español, Miguel Arias Cañete, explicó que al régimen “no le temblará el pulso” en sus decisiones sobre Gibraltar.

En esa ZEC, agregó Arias Cañete, está prohibido el suministro de combustible a otros buques, por lo que, de acuerdo con la normativa comunitaria, se quiere cambiar la legislación española de sanciones ambientales para “endurecerlas” y actuar con “más rigor” contra las empresas que tengan buques como gasolineras flotantes.

El Gobierno español tampoco descarta llevar a la Corte Internacional de La Haya el problema de las aguas contiguas a esta colonia británica, cedida por España a Gran Bretaña por el tratado de Utrecht en 1713.

Arias Cañete insistió en que el derecho internacional está del lado de España en las medidas con Gibraltar, y precisó que el Tratado de Utrecht no contempla que Gibraltar tenga aguas propias.

CRECE TENSIÓN EN RELACIONES BILATERALES

Gran Bretaña planea emprender acciones legales contra España -una medida sin precedentes dentro de la Unión Europea (UE)- tras la imposición de controles fronterizos adicionales en el Peñón de Gibraltar, en una disputa diplomática que amenaza ahora con hacer peligrar las tensas relaciones bilaterales entre ambos países.

De acuerdo a un portavoz del número 10 de Downing Street, la residencia oficial en Londres del primer ministro británico, David Cameron, la coalición gobernante considera la demanda en los tribunales europeos, posiblemente en la Corte de Justicia europea.

El vocero dijo que Cameron está “muy decepcionado” por la “negativa” de España para retirar los controles fronterizos el pasado fin de semana.

La semana pasada la Comisión Europea no descartó enviar un equipo de inspectores a la frontera que une  España y Gibraltar para examinar la situación en la zona, aunque el grupo no arribará al lugar hasta al menos septiembre, incluso octubre.

La disputa se intensificó, además, por el envío este lunes por parte de Londres de un buque de guerra de la Royal Navy, el HMS Westminster, que hará una escala en Gibraltar. Para Gran Bretaña se trata de un envío “de rutina”.

Esta no es la primera vez que Gran Bretaña y España se enfrentan por el conflicto de Gibraltar. En junio pasado se reportaron disparos por parte de un buque de la Guardia Civil española a un jet ski británico que atravesaba aguas de Gibraltar.

Por Leonardo Boix, corresponsal en Londres