Después de la ratificación de las Cortes, el rey Juan Carlos I firmó ayer oficialmente su abdicación a favor de su hijo, el príncipe Felipe de Borbón y Grecia, quien accede hoy al trono como Felipe VI.

El príncipe, de 46 años, ha sido preparado toda su vida para la sucesión a la corona, cuidó su imagen en todas sus apariciones, cultivó un cierto perfil progresista cuando se desvío de la lógica y se casó con una ‘simple’ periodista. Felipe VI llegó a un momento difícil y va a tener que enfrentarse con muchos desafíos.

Unos 39 años después de la restauración, la monarquía está viviendo una crisis de legitimidad en una sociedad española profundamente dividida. (IR AL ESPECIAL LA TRANSICIÓN ESPAÑOLA)

Felipe será proclamado en una ceremonia ‘sobria’, donde ningún jefe de Estado extranjero ha sido invitado. El antiguo rey no asistirá a la proclamación de su hijo con el fin de darle ‘el máximo protagonismo’.

Madrid, la capital española, se encuentra bajo un verdadero estado de sitio con el despliegue de 7.000 policías, más de una centena de franco-tiradores y la prohibición de manifestar. El Tribunal Superior de Justicia de Madrid prohibió cualquier concentración durante el evento y será condenable mostrar banderas republicanas en el recorrido que tomará Felipe. A pesar de ello, la Coordinadora Republicana anunció que presentó un recurso frente a esta decisión y que mantendrá la protesta convocada para este día. Una situación tensa que refleja la crispación actual.

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La desafección hacia la institución real es solo uno de los síntomas del malestar de la democracia española. El sistema de transmisión del poder a la Jefatura del Estado está directamente heredado de la dictadura de Franco y de su Ley de Sucesión de 1947. Un sistema que se mantuvo con la Constitución de 1978 que planteó el régimen parlamentario sin debilitar fundamentalmente el papel del rey.

Los españoles fueron consultados sobre estos sistemas a través de referéndums, que siguen siendo criticados hasta hoy. Partiendo de esta perspectiva hay una parte importante de la ciudadanía que se moviliza para pedir una nueva consulta sobre el devenir del Estado.

La crisis en España sacudió  tanto a la economía como a la política. Unas de las misiones del futuro rey será hacer frente al debilitamiento del bipartidismo encarnado por los socialistas, Partido Socialista Obrero Español, y los conservadores, Partido Popular, que dominan la vida política desde la transición. Las principales bases de apoyo de la monarquía han sido sancionadas en las urnas por el electorado fastidiado de la inercia política. La tradicional oposición de izquierda y las nuevas formaciones como ‘Podemos’ se unieron para pedir un referéndum sin tener un peso institucional suficiente de momento, pero movilizaron a muchos en las calles.

Mejorar la imagen de la Casa Real será la tarea compleja de Felipe VI. Además de la pérdida de popularidad constante a lo largo de los años, varios escándalos como el caso Nóos -que implica a la infanta Cristina y su marido en una presunta corrupción política- vinieron a empeorar la situación.