España se encamina a elecciones anticipadas
Si nadie lo remedia, España camina hacia unas elecciones anticipadas. Las posibilidades de llegar a un acuerdo de gobernabilidad son cada vez menores y el tiempo se agota. Justo el día en el que se cumplen tres meses de la celebración de los últimos comicios, el país continúa empantanado con un ejecutivo trabajando a instancias del Parlamento y con los partidos reagrupando a sus tropas ante las señales inequívocas de que en junio volverán a medirse en las urnas. Quien aún confía en los milagros asegura que esta semana de pasión será la decisiva. A la espera de concretar el día y la hora, el socialista Pedro Sánchez se reunirá con el líder de Podemos, Pablo Iglesias, en un gesto dirigido más a la galería que a la voluntad desesperada de formar un gobierno de izquierda en España. Si fracasan, ya no tendrán más oportunidades.
El ejemplo de que la suerte parece echada es la multiplicación de encuestas publicadas en los últimos días. Y, a tenor de estos datos que casi nunca aciertan, los más favorecidos por un hipotético regreso a las urnas serían los dos partidos conservadores. Tanto el PP como Ciudadanos mantienen un perfil bajo en estas horas decisivas. Sobre todo el partido de Mariano Rajoy que despedazado por la corrupción, trata de mostrar una imagen implacable contra los innumerables casos de dirigentes carcomidos por los negocios sucios que afloran cada día mientras exhibe los pequeños logros económicos alcanzados durante sus últimos cuatro años en el poder. La fuerza emergente de Albert Rivera, por su parte, sigue explotando la beta de oro que supuso el pacto con los socialistas.
Por el contrario, en la ladera izquierda del espectro político las aguas bajan revueltas. El PSOE está temeroso hasta de su propia sombra. La proyección mediática de Pedro Sánchez es inversamente proporcional a la estimación de voto de su partido, cuyas vías de agua se han agrandado hasta el extremo de que podría perder su hegemonía en la izquierda a favor de Podemos. La duda estriba en cómo se cerrarán las disputas internas que sacudieron a la formación progresista la semana pasada. La destitución de Sergio Pascual como secretario de organización abrió una herida entre Pablo Iglesias y su número 2, Íñigo Errejón, por la que brotó algo más que gases sulfurosos acumulados durante la vertiginosa creación de un partido asambleario que no existía hace apenas dos años.
Por el momento, y a expensas del dictamen final que emitirá en unos días el máximo órgano decisorio de la formación emergente, el círculo ciudadano, Pablo Echenique será el sustituto. Esta opción se antoja como una hábil maniobra de Iglesias para sellar el armisticio con Errejón y comenzar la reconstrucción del partido en regiones electorales cruciales como Madrid, Cataluña, Galicia, Euskadi y Andalucía donde la crisis ha reventado sus ejecutivas. Echenique “representa el consenso, la paz y la sintonía entre las diferentes sensibilidades que existen en Podemos”, aseguraba un dirigente a El Telégrafo. Pese a desafiar a Iglesias por el modelo de partido en la asamblea fundacional de 2014 y a hacer campaña en su contra durante las primarias celebradas por el control del partido en su tierra, Aragón, representa a un sector independiente de la formación, mucho más favorable a escuchar las decisiones adoptadas por las ejecutivas regionales que el anterior responsable. Con Echenique al frente de la organización, Podemos se encamina hacia una estructura política más descentralizada y ágil de cara a reforzar las confluencias con los movimientos populares que existen en cada autonomía. Así sucedió con Barcelona en Comú de Ada Colau y
Ahora Madrid de Manuela Carmena, ambos azotados por tormentas internas.
Pero queda todavía una última opción de evitar las elecciones. Desde anoche se hacen apuestas a que serán el 19 de junio.(I)