Elecciones profundizan crisis política en España
España celebró el domingo unas segundas elecciones parlamentarias en el plazo de seis meses para intentar acabar con el bloqueo político que impide la formación de gobierno, pero el resultado electoral no aclaró el panorama político, sino que lo complicó aún más.
El Partido Socialista Español (PSOE) ganó las elecciones con el 28% de los votos y 120 escaños, pero perdió tres con respecto a las votaciones del 28 de abril. Con estos resultados la tarea de formar gobierno va a ser aún más difícil para el presidente español, Pedro Sánchez.
El Partido Popular (PP), por su parte, se consolidó como líder de la oposición y se mantiene como la segunda fuerza más votada con el 20,82% y 88 escaños, 22 más que hace seis meses.
Vox se convirtió en el ganador con un espectacular incremento de votos que convierte a la agrupación de Santiago Abascal en la tercera fuerza de España. En la subida más alta de este 10N, Vox pasa de 24 a 52 escaños en el Congreso y es la fuerza elegida por el 15,09% de los votantes.
Unidos Podemos y sus confluencias se mantienen como cuarta fuerza con el 12,84% votos y 35 escaños, bajando en siete con respecto al 28A; mientras que Ciudadanos es el partido más castigado en esta repetición electoral; cayó hasta la sexta posición y fue adelantada incluso por Esquerra Republicana, que se colocó como quinta fuerza en un Congreso con la mayor fragmentación de la historia donde tendrán representación 16 partidos.
Albert Rivera admitió la debacle de su agrupación y presentó su dimisión como presidente de Ciudadanos.
La izquierda retrocede, la ultraderecha avanza
Pablo Iglesias, el líder del izquierdista Unidos Podemos, hizo algunos avances en dirección a los socialistas el domingo, diciendo que era una “necesidad histórica” formar una coalición, después de haberla rechazado anteriormente. Pero esa declaración no fue suficiente, sobre todo, después de que su partido perdiera tantos votos que los dos juntos, PSOE y Podemos, apenas podrían formar un Gobierno minoritario con alrededor de 150 bancadas. Están más lejos que antes de una mayoría, y el electorado no solo hizo oídos sordos a la táctica de Podemos, sino que, además, algunos dieron un giro radical hacia la extrema derecha.
Así el partido de ultraderecha Vox logró un éxito inusitado. Salió políticamente de la nada hace casi tres años, y ahora obtuvo cerca de un 15%, ubicándose en tercer lugar en el Parlamento español. Se benefició, sobre todo, de la crisis catalana, ya que logró atraer a muchos votantes que están a favor de la unidad de España y cultivan el orgullo nacionalista.
Santiago Abascal, el líder de Vox, subrayó cada vez que pudo, en apariciones en público, la “débil reacción” del Gobierno español ante los separatistas. Según él, habría que castigarlos con leyes aún más duras, decretando el estado de excepción en Cataluña y con represión policial.
Con su política migratoria ultradura, Vox se hace eco de la nostalgia por la dictadura franquista, siempre latente en España. Ese es el público que el propio presidente Sánchez movilizó poco antes de las elecciones, cuando decidió trasladar el cadáver del dictador Francisco Franco del monumento del Valle de los Caídos a un cementerio privado.
Pero Vox también reúne a un electorado joven que se identifica con algunas de sus posturas conservadoras y, sobre todo, con su lucha contra la supuesta corrección política. (I)