Como si se tratara de religiosos fundamentalistas (algunos de hecho lo son), los políticos europeos, y en concreto, en este caso los españoles, están aprovechando para llevar a cabo todas aquellas medidas dictadas en su libro sagrado del neoliberalismo.

Además, están implantando en cuestión de pocos meses todas las reformas que la sociedad no les permitía llevar a cabo históricamente aprovechándose de una población que cada día se acerca más a un estado límite de aguante y desesperación.

La reforma laboral no es diferente en este sentido. Es un retraso de décadas en la lucha por los derechos de los trabajadores y los derechos humanos. De hecho, el derecho a la huelga, el derecho a la libertad de manifestación y expresión cada día penden más de un hilo.

Lo peor de todo es que está demostrado históricamente que las reformas que están llevando a cabo producen el efecto totalmente opuesto al que “dicen” les hace tomar esa decisión. Ellos lo saben y nosotros también: aumento de desempleo a corto plazo, a medio plazo un aumento muy grande de la precariedad laboral y a largo plazo un aumento considerable de la desigualdad social.

Mientras tanto, los sindicatos mayoritarios, a imagen del bipartidismo político, actúan como telones de contención de ese malestar, tratando de dar la imagen de luchar por los derechos de los trabajadores sin realmente plantearse una verdadera movilización que es lo que deben hacer.

Por nuestra parte, hacemos lo que creemos que tenemos que hacer, y no podemos dejar de protestar y salir a la calle por esta reforma laboral.

Sin embargo, hemos decidido constituir un bloque crítico dentro de la manifestación que represente nuestro rechazo total a las políticas llevadas a cabo por las cúpulas sindicales, pero nos sentimos obligados a salir a la calle en defensa de los derechos de los trabajadores, en defensa de nuestros derechos. Y es que lo que está pasando en Europa es un atraco a mano armada.