Entrevista
“En las elecciones España se juega frenar un proceso de restauración borbónica”
Alberto Garzón es el joven líder de Izquierda Unida, el partido que siempre ha canalizado el voto de la izquierda en España y que ahora vive en el alambre de la existencia ante la arrolladora irrupción de Podemos.
De hecho, este político malagueño, de 30 años, y profesor de economía, libra ahora una negociación a brazo partido con Pablo Iglesias, con el objetivo de unir a ambas formaciones en una única lista electoral lo que, sin duda, incrementaría las posibilidades de éxito de las fuerzas del cambio en España. Reconoce que el último año fue complejo para su partido, salpicado por algún caso de corrupción y debilitado por varias deserciones en sus filas, bajo la atenta mirada del histórico Partido Comunista que controla el aparato con mano de hierro.
¿Por qué la izquierda en España tiene tantos problemas para alcanzar un acuerdo de unidad?
Porque el deseo de la izquierda siempre es avanzar en los derechos de las personas y hay muchas formas de hacerlo. Algunos quieren hacerlo un poquito, otros de forma más rápida y finalmente estamos los que queremos alcanzar el socialismo, que es más diverso y complejo de encararlo. Ahí surgen las diferencias. Si lo comparamos con la derecha, que aunque es plural, es conservadora por definición, no hay duda. Para ellos todo resulta más sencillo porque mantener lo existente proporciona cohesión.
En Grecia pasó al revés. Una fuerza unida de la izquierda como Syriza ejerció el poder y el poder la dividió. La ruptura de Syriza no es positiva pero lo que ha sucedido no es ningún ejemplo de lo que puede pasar en el resto de Europa. Cada país tiene sus circunstancias y las diferencias que existan entre las fuerzas de izquierda, contra lo que algunos creen, son menos importantes de lo que tenemos en común. Sin embargo, hay que huir de las simplificaciones porque Tsipras ni antes era un ídolo ni ahora es un traidor. Lo que hay que hacer es trabajar para que ese plan de rescate, el tercero, no se cumpla, algo que no será difícil porque su propio fundamento es erróneo, y conseguir que la naturaleza del cuarto rescate, que ya preparan, sea totalmente diferente a los anteriores.
¿De qué manera puede afectar a la izquierda de España lo que ha sucedido con Syriza en Grecia?
La situación griega es particular y no es comparable a España. Ha sido una lucha de David contra Goliat cuyo resultado ha respondido menos al mito que a la realidad en el que el grande da una verdadera paliza al pequeño. Sin embargo, es el principio del fin de la UE.
¿Cómo entiende la confluencia con Podemos?
Como un espacio de colaboración y cooperación donde se respete la equivalencia de las organizaciones. Creo que Podemos ha asumido que ni ellos ni ninguna otra fuerza de izquierda podrá encarar la transformación en solitario. Hay un clamor popular por crear espacios de cooperación como los que se dieron en las elecciones municipales en muchas ciudades y todo lo que no vaya en esa dirección será penalizado por la ciudadanía.
¿Qué habrá en juego en las próximas elecciones generales?
Una restauración borbónica destinada a fortalecer el orden social que tratan de imponer en los próximos 30 años. En España está en marcha un proceso constituyente dirigido por la oligarquía y caracterizado por la precariedad laboral y la crisis permanente. Si triunfa el bipartidismo (PP y PSOE) se producirá una Reforma Constitucional que apuntale jurídica y políticamente esos principios. En las próximas elecciones nos jugamos quién va a dirigir ese proceso constituyente. Si la izquierda española acude dividida a esos comicios de final de año no podremos frenar el intento de restauración. Por eso es importante la unidad popular a pesar de los insultos y obstáculos. Está en juego el futuro de varias generaciones.
El proceso de Cataluña se ha convertido en un combate entre dos derechas, el PP de Rajoy y el CDC de Mas, que defienden el mismo modelo socioeconómico, ¿habrá independencia o no?
Son actitudes terriblemente irresponsables. Es cierto que hay un conflicto de identidad que debería haberse resuelto por la vía de la política, la negociación y el diálogo en lugar de poner a todas las instituciones del Estado a trabajar de forma partidista, que es lo que ha hecho un partido centralista donde los haya como el PP para esconder los problemas debajo de la mesa. Y en el otro está Artur Mas, un genuino representante de la oligarquía catalana, ha colocado la independencia como una cortina de humo delante de su propia política, es decir, de los recortes y los desahucios que coinciden con Mariano Rajoy. Quienes hemos sido diputados en esta última legislatura somos testigos de que ambos partidos votan juntos. Por lo tanto, es puro teatro. Es indudable que algo va a ocurrir y que se va a producir un cambio jurídico. La duda estriba en quién será el actor o los actores que dirijan ese proceso.
¿Y cuál es su propuesta?
No tengo duda de que el federalismo, porque da respuesta a una demanda de multidentidad nacional que existe en España pero colocando en la negociación los conflictos sociales. Yo tengo más cosas en común con un trabajador catalán que con un empresario malagueño, siendo yo de Málaga. Algunos países de Latinoamérica que vivieron la oscura etapa neoliberal y que emprendieron una transformación exitosa, como el caso de Ecuador, se encuentran ahora con una nueva ofensiva del capital transnacional.
Hay que entender que el capitalismo nunca opera en el vacío y que se ha transformado para adaptarse. Efectivamente, los procesos más recientes de lucha contra el neoliberalismo en Latinoamérica ya son combatidos por el capital internacional, que hoy busca construir un paraíso donde la política no pueda intervenir en la economía. Como ha encontrado resistencia para lograr ese objetivo a nivel global, buscan los acuerdos bilaterales, a través de los TLC. El resultado es que las economías con estructuras productivas con bajo valor añadido son las que más podrían perder en el nuevo escenario que el capital transnacional construye. El mayor peligro es el tratado que ahora negocian Europa y Estados Unidos, conocido como TTIP, que puede variar todas las relaciones comerciales a nivel global y que trata de liberar al capital de los posibles obstáculos democráticos que puedan encontrar.
¿Rusia y sobre todo China son una alternativa al poder económico estadounidense?
China tiene una estrategia mundial evidente, que es alcanzar determinadas propiedades especialmente agrícolas e industriales en países africanos y también latinoamericanos. Tanto China como Rusia son potencias económicas pero no son de izquierdas ni están movidos por valores solidarios. Es decir, si los países transformadores como Ecuador o Venezuela terminan abandonando propuestas tan positivas como el ALBA en beneficio de relaciones que te pueden favorecer a corto plazo sería un error.
¿No hay en España una especial obsesión por desacreditar a los países del ALBA?
Los medios de comunicación funcionan por los intereses empresariales que tienen detrás. Si hay un proyecto político que amenaza la supremacía de la oligarquía, la información se sitúa claramente contra ese gobierno. En ese sentido, resulta paradójico que en España se conoce el nombre del presidente de Venezuela pero no el del primer ministro de Portugal. Socialmente este dominio ha cambiado la realidad de las cosas por un mundo fantasioso donde se cree que Venezuela es una dictadura.
Por cierto, ¿qué opinión tiene sobre los cambios en Cuba?
Creo que Cuba puede encontrar en este nuevo proceso una oportunidad para progresar sin que ello socave la política pública y los beneficios sociales. No tengo dudas de que la apertura de relaciones con Estados Unidos es un éxito de Cuba y un fracaso de la estrategia de bloqueo estadounidense. (I)