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Pocos Transportistas se adhirieron a la medida

En Brasil hay 13,3 millones de desocupados

Miembros del movimiento Sin Techo protestan contra las reformas del presidente Michel Temer, fuera del aeropuerto de Congonhas, en Sao Paulo.
Miembros del movimiento Sin Techo protestan contra las reformas del presidente Michel Temer, fuera del aeropuerto de Congonhas, en Sao Paulo.
Foto: AFP
01 de julio de 2017 - 00:00 - Pablo Giuliano. Corresponsal desde Sao Paulo, Brasil

La huelga general convocada contra el ajuste del gobierno de Michel Temer resultó ser más una jornada de protestas callejeras y bloqueos de caminos. Los gremios del transporte no se adhirieron a la medida en las dos principales ciudades del país, Sao Paulo y Río de Janeiro.

Sin embargo, ciudades entre ellas la capital, Brasilia, Belo Horizonte, Florianópolis, Salvador, Fortaleza y Porto Alegre estuvieron paralizadas por la falta de transporte público.

La jornada de protestas contra la reforma laboral coincidió con la divulgación de los datos de mayo del desempleo: en Brasil hay 13,3 millones de desocupados, el 20,4% más desde que en mayo de 2016 Temer asumió el poder con el programa económico de ajuste tras la suspensión y posterior destitución del cargo de Dilma Rousseff.

En Sao Paulo, el corazón financiero e industrial del país, y Río de Janeiro, capital turística y segunda ciudad en cantidad de habitantes, los sindicatos del transporte no se adhirieron a la huelga. Esto permitió disminuir el impacto de la protesta y beneficiar al gobierno, que calificó de “fracaso” la jornada. La huelga tuvo menos visibilidad en las calles que la realizada el 28 de abril.

Lo cierto es que el presidente Temer logró, desde su debilidad, convencer a dos centrales sindicales de centroderecha (Fuerza Sindical y UGT) de que no les retirarán en la reforma laboral, que votará el Senado, beneficios del cobro del impuesto sindical a los empleados de sus gremios.

El principal objetivo de la huelga general convocada -a la que se adhirió en Sao Paulo el fortísimo sindicato de bancarios- es combatir la reforma laboral que el próximo 6 de julio será sometida a votación en el Senado. Allí se juega gran parte del apoyo del capital financiero y el poder industrial del gobierno de Temer, que se resquebraja con la denuncia de corrupción en su contra.

“El 6 de julio debemos ocupar  Brasilia porque esta reforma va a consagrar el fin del empleo formal”, dijo el presidente de la Central Única de Trabajadores (CUT), Vagner Freitas. “Desde que comenzamos con las protestas, la popularidad de Temer no para de caer, el 95% lo rechaza. El proyecto de los golpistas (que sacaron a Dilma Rousseff) era destruir las conquistas de los trabajadores”, agregó el líder de la mayor central sindical del país.

La jornada comenzó con bloqueos de vías importantes en la vida económica de Brasil, como el puente Rio-Niteroi en Río de Janeiro o la autopista Anchieta, que conecta la ciudad de Sao Paulo con Santos, donde se encuentra el mayor puerto de América Latina.

En más de 200 ciudades y en todas las capitales de los estados hubo manifestaciones. Los bloqueos se sintieron en el piquete que hicieron los movimientos sociales en los accesos a los aeropuertos internacionales de Sao Paulo y Río de Janeiro. El líder del Movimiento de los Trabajadores Sin Techo de Brasil (MTST), Guilherme Boulos, condujo a miles de personas a ocupar el hall del aeropuerto de Congonhas, la estación aérea de vuelos domésticos de Sao Paulo. (I)

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