La República del Congo lucha contra el décimo brote de ébola
La muerte de casi 1.700 personas y más de 2.500 contagios fue necesaria para que el mundo dé vuelta y observe la crisis de salud que vive la República Democrática del Congo (RDC) por causa del mortal virus del ébola.
Recién este miércoles la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la “emergencia sanitaria de interés internacional” con miras a frenar el avance del brote que surgió en las provincias de Kivu Norte e Iturise el 1 de agosto de 2018.
Esta definición implica que la situación es grave, súbita, inusual o inesperada; tiene implicaciones para la salud pública que van más allá de las fronteras del Estado afectado y puede necesitar una acción internacional inmediata, explicó el director del organismo, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
“Si bien esto no cambia la realidad sobre el terreno para las personas afectadas (...) esperamos que (la emergencia) atraiga la atención internacional que merece esta crisis”, precisó la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (IFRC).
Las razones para esta declaración son múltiples: se incrementó el número de casos en Butembo, Malabako, hay un caso importado en Goma, y se extendió al vecino país de Uganda. Según la OMS: el riesgo es elevado a nivel nacional y regional pero todavía bajo a nivel global.
Una decisión como la tomada por la OMS solo se adoptó en cuatro ocasiones: con el brote de la gripe H1N1 o gripe porcina, en 2009; la propagación del virus de polio en 2014; la anterior epidemia de ébola, que afectó a gran parte de África occidental (Liberia, Guinea y Sierra Leona, en particular) entre 2014 y 2016; y el gran empuje del virus Zika, en 2016.
Sin embargo, esta no es la primera vez que el ébola brota en ese país africano. La RDC (antiguamente Zaire) es el país donde se aisló por primera vez al virus del ébola en 1976.
El brote actual es el décimo que sufre el país en toda su historia y es, por ahora, el segundo más importante en número de afectados y fallecimientos tras el de 2013-2016 en África Occidental que finalizó con 28.616 casos de los que 11.310 murieron en Guinea, Sierra Leona y Liberia.
En ambas epidemias los síntomas iniciales fueron confundidos con los de malaria. Esta es la razón de que muchas personas que acudían a centros sanitarios entraran en contacto con pacientes infectados con el virus que no habían sido diagnosticados. Eso contribuyó a la expansión inicial del virus.
La vacuna
Los científicos descubrieron que las últimas epidemias fueron causadas por la misma cepa de virus (virus ébola Zaire o Zebov). Esto sirvió para que durante el brote 2013-2016 se realice un ensayo clínico que demostró que la vacuna experimental rVSV-Zebov es un producto seguro y con niveles de protección cercanos al 100%.
Gracias a estos datos, la OMS permite desde agosto pasado su administración en RDC a pesar de que todavía no está autorizado su uso ni por la Administración Federal de Drogas de EE.UU. ni por la Agencia Europea de Medicamentos (FDA y EMA, respectivamente). Se necesita solo una dosis para que una persona no infectada por el virus adquiera protección 10 días.
“La vacunación es una herramienta esencial para luchar contra el ébola”, afirma Michael Ryan, subdirector general ante Emergencias de la OMS.
Un país en guerra
Más de una docena de grupos armados luchan en el país por el control de un territorio rico en tierras raras (coltán, por ejemplo).
Por ello, los equipos sanitarios responsables tanto del seguimiento y tratamiento de las personas infectadas, como de la inmunización del resto de la población, tienen grandes dificultades.
Hasta el momento, 36 trabajadores sanitarios han sido asesinados por grupos armados. También dos centros de tratamiento de ébola de Médicos sin Fronteras (MSF) fueron atacados.
En sus casi 60 años de historia, la RDC ha estado casi constantemente en conflicto, lo que genera un masivo desplazamiento de personas y refugiados.
Datos de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) señalan que desde 2017 hay más de 4,5 millones de desplazados en el país y más de 856.000 están refugiados en países vecinos.
Pedido de rutas abiertas
El Comité de Emergencia de la OMS expresó su decepción por los retrasos en la financiación que limitan la respuesta, e hizo hincapié en la necesidad de proteger los medios de subsistencia de las personas más afectadas por el brote, manteniendo abiertas las rutas de transporte y las fronteras.
“Es importante que el mundo siga estas recomendaciones. También es crucial que los estados no utilicen la declaración de la emergencia de salud pública de importancia internacional como excusa para imponer restricciones al comercio ni a los viajes.
Esto tendría un impacto negativo en la respuesta y en las vidas y medios de subsistencia de las personas de la región”, mencionó el profesor Robert Steffen, presidente del Comité. (I)